Clay agarró a Savannah, quién ahora estaba de pie delante de nosotros. Pero su mano no entró en contacto. Se detuvo en seco como cuando él había golpeado la barrera invisible alrededor de Katzen y Paige.
– Ninguna interferencia de ti, werewolf -dijo Katzen-. No necesitamos a tu clase o al demonio de fuego. Toma a tu amigo y a tu compañera, y vete antes de que esta bruja afile mi apetito por un desafío más fuerte.
Me tambaleé hacia adelante y choqué con la barrera que rodeaba a Savannah y a Leah. Mi cabeza todavía giraba. Cuando aporreé mis puños contra la pared invisible, la fuerza de mis propios golpes me envió tropezando atrás. Cuando Clay me agarró, vi algo en el suelo. Un libro, probablemente de la celda de Katzen. La esquina estaba pegoteada con sangre. Mi sangre. Lo contemplé. Un libro. Leah me había golpeado con un ordinario libro, lanzado con fuerza bastante para dejarme pasmada y sangrando. Miré a Savannah y el miedo me llenó.
– Déjala ir -dije-. Es sólo una niña.
Leah puso los ojos en blanco -No me tires toda esa mierda de la ‘niña inocente’, Elena. Savannah tiene doce años. Apenas una niña. Y apenas inocente -Ella se rió de Savannah-. Pero no me importa eso. Cuidaré de ti.
Savannah me miró luego a Leah, todavía aturdida. En ese momento comprendí de lo que había sido capaz Leah, organizando todos esos acontecimientos de objetos voladores y culpando a Savannah. Ella había tratado de hacerse la única aliada de la muchacha, la única a quién ella aceptaría pasara lo que pasara. Además, Leah se había aliado de alguna manera con Katzen, tal como Paige había sospechado. Juntos habían organizado el espectáculo de entero horror de la noche que me escapé. ¿Pero con qué objetivo? No importaba. Ahora mismo todo lo que importaba era que Paige estaba atrapada con Katzen, y Savannah estaba en peligro de irse con Leah. Yo no podía hacer mucho con la primera parte, pero la segunda…
– Ella es inocente -dije-. Inocente de todo lo que pasó aquí. Por qué no le cuentas quién atacó realmente todos esos guardias, quién mató realmente a Ruth Winterbourne. Objetos volantes… un medio demonio telekinético. Hmmm, ¿Podría haber allí una conexión?
– Pero… -Savannah parpadeó mirándome a mí, luego a Leah-. Tú -no harías eso.
– Por supuesto que no -dijo Leah-. Yo nunca te hubiera hecho daño, Savannah.
– ¿No? -Dije-. ¿Y los cristales que volaban? ¿Piensas que cosquilleaban? Pero no estabas allí, ¿verdad? Cómodamente apareciste después de que hubo terminado.
La mirada fija de Savannah pasó de Leah a mí y luego de vuelta.
– De acuerdo -dijo ella tranquilamente-. Si eres mi amiga, Leah, entonces déjalos ir. Dile que deje ir a Paige. Ella no hizo nada malo. Déjales ir e iré con vosotros.
– No puedo hacer eso, Savannah -dijo Leah-. Ellos no te entienden. Ellos te llevarán y, cuando las cosas se estropeen, no entenderán. Soy la única…
– ¡No! -gritó Savannah.
Su cuerpo se sacudió. Durante un momento, pensé que Katzen la tenía otra vez. Me lanzé hacia la barrera, luego vi la mirada en la cara de Savannah. Sus ojos ardían y sus rasgos estaban torcidos de rabia. Sus labios se movieron.
Leah extendió una mano hacia la muchacha, luego se congeló a mitad del movimiento. La confusión vaciló en sus ojos, luego una creciente comprensión, luego una pequeña muestra de miedo. Ella no se movió. Ni siquiera un músculo. Miré a Savannah. Sus ojos estaban fijos en Leah.
– Mi Dios -susurró Paige-. Ella la ha ligado.
Katzen no pareció notar que Paige había reaparecido, rompiendo su hechizo de cobertura. En vez de eso, contempló a Savannah, luego comenzó a reírse.
– Ahora hay poder -dijo. Él miró a Paige que estaba sentada en el suelo-. Ese es un hechizo de agarre, bruja. Tal vez deberías haberle pedido lecciones antes de que decidieras lanzarme uno. Demasiado mal. Yo habría disfrutado de una verdadera prueba.
Él chistó su mano y Paige voló hacia la pared. Ella golpeó el suelo rodando y desapareció. Katzen renovó su búsqueda pisando fuerte. Detrás de ellos, Savannah esaba de pie de espaldas a la acción, ligando a Leah. Adam, Clay, y yo mirábamos, indefensos, nuestra atención partida entre las dos batallas.
Paige brilló cuando lanzó un hechizo. Katzen giró a tiempo para verla a un metro detrás de él, y sus pies volaron, agarrándola en el estómago antes de que ella terminara las palabras. Resollando, Paige rodó fuera de su camino y luchó para ponerse en pie. Ella repitió el hechizo. Otra esfera encendida hizo erupción de la nada, golpeando a Katzen entre los homóplatos y haciéndolo caer de sus rodillas. Mientras él caía, levantó sus manos y Paige fue lanzada por el aire, precipitándose contra el techo. Ella dijo algo y el hechizo del hechicero se rompió repentinamente, dejándola caer al suelo con un ruido sordo y discordante de huesos. Ella rodó y desapareció detrás de otro hechizo de cobertura.
– Un repertorio impresionante pero tristemente limitado -dijo Katzen, poniéndose de pies-. Esas pelotas de fuego no me matarán, bruja. Sabes eso.
– Oh, lo sé -dijo Paige, apareciendo a unos diez metros detrás de él.
Katzen giró para afrontar a Paige. Ella se sentó con las piernas cruzadas en el suelo, no haciendo ningún movimiento para ponerse de pie.
– Pero apostaré a que puedo matarte -dijo ella-. De hecho, puedo hacerlo sin tocarte, sin siquiera pararme.
Katzen se rió -Oh, aquí vamos. El señuelo. Haz todo lo posible, bruja. Entonces haré lo mío.
Paige cerró sus ojos y dijo unas palabras. Katzen se enderezó. Contuve mi aliento. Pero nada pasó. Katzen vaciló, luego comenzó a reír. Paige giró su cabeza y miró a Clay. Él capturó su mirada y asintió con la cabeza, luego dio un paso hacia la pared invisible… y caminó directamente a través de ella. La barrera se había ido. Katzen no lo notó.
– Maldición -refunfuñó Paige-. ¿Puedo uh… intentarlo otra vez?
Katzen rugió de risa. Salté sobre mis pies y me lancé hacia él. Clay y Adán embistieron al mismo tiempo, y los tres golpeamos a Katzen juntos. Sus manos volaron para lanzar un hechizo. Atrapé sus muñecas, apretándola tan fuerte que rompí sus huesos. Katzen jadeó. Clay agarró su cabeza y la giró. El cuerpo del hechicero convulsionó, golpeando a Adam en su lado herido y lanzándolo hacia atrás. Luego Katzen se quedó quieto. Clay comprobó su pulso, esperado que su corazón de detuviera, luego lo dejó caer.
– Está muerto.
La declaración no vino de Clay, sino desde más allá del pasillo. De Savannah. Nos dimos vuelta para ver a Leah que todavía estaba hechizada, su espalda hacia nosotros. Ella no había se dado vuelta. No había visto la lucha, incapaz de quitar sus ojos de Leah sin romper el hechizo.
– Está muerto -dijo otra vez, y comprendí que se dirigía a Leah-. Ha terminado.
La cara de Leah estaba blanca. El ultraje y la pena inundaron sus ojos. Un trueno llenó el cuarto. Un fuerte crack. Luego otro. Un pedazo de yeso voló de la pared detrás de mí. Las ampolletas explotaron. Giré hacia Savannah mientras una silla salía de la celda de Katzen. Ésta golpeó a Savannah en la espalda y ella se encogió. Me precipité hacia ella, pero no lo bastante rápido. Ella cayó hacia atrás al suelo. Paige y yo la agarramos al mismo tiempo. El cristal se arremolinaba alrededor de nosotros, mezclándose con un torbellino de polvo de yeso que caía. Clay gritó. Luego Adam. Paige y yo nos inclinamos sobre Savannah, protegiéndola de la granizada de escombros. Entonces, tan de repente como había comenzado, se detuvo. Y Leah se había ido.
***
Clay y yo seguimos el rastro de Leah fuera, pero no alejamos antes de que una voz familiar nos llamara. Jeremy salió de los bosques, Cassandra y Kenneth iban detrás.
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