Zaid no pareció nada sorprendido. Tal vez estaba demasiado ido. Ignorándonos, se puso de pie y se dirigió hacia la puerta. Nos movimos hacia atrás para dejarlo pasar. Caminó hacia el pasillo, se detuvo, y miró alrededor, como si esperase una trampa. Entonces avanzó hacia la salida.
– Uh, no quieres irte todavía -llamé-. Es una larga excursión a la ciudad más cercana.
Zaid siguió caminando.
– Déjale ir -dijo Clay-. No se irá lejos. Lo encontraremos antes de que nos marchemos.
Savannah corrió de su celda. Adam giró de su posición de guardia y trató de atrapar su brazo, pero la perdió.
– ¿Ya están listos? -llamó ella-. ¿Podemos irnos ahora? ¿Oye, ese es el Sr. Zaid? -Ella se detuvo a unos metros de Zaid, mirándolo hacia arriba, y dando un diminuto paso hacia atrás-. Esto no es un Vudú…
– ¡Savannah! – Paige dijo, corriendo desde la celda-. Te dije que te quedaras…
Ella se edtuvo de pronto. Seguí su mirada fija a Zaid, quién se había detenido y daba vuelta lentamente para afrontar a las dos brujas. Paige estaba blanca. Completamente blanca. Zaid levantó su mano como si saludara. Los pies de Savannah volaron de debajo de ella. Navegó a través del aire.
– ¡Savannah! -gritó Paige y se lanzó hacia la muchacha.
El cuerpo de Savannah se cernió en el aire durante un segundo, luego fue lanzado hacia nosotros como una roca. No, no hacia nosotros. Hacia la pared detrás de nosotros. Clay y yo nos giramos, extendiendo los brazos para agarrarla. Su cuerpo pegó en mi hombro con fuerza suficiente para lanzarme de golpe contra la pared. Clay embistió, atrapándonos a ambas antes de que nos golpeáramos contra el suelo.
Miré por encima del hombro de Clay y vi a Paige parada a cinco metros de Zaid. Estaban uno enfrente al otro, ambos silenciosos. Los labios de Zaid se torcieron en una sonrisa diminuta.
– Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el placer de encarar a una bruja -dijo él-. Y aquí tengo a dos. Lamentablemente para ellas son sólo aprendices. Podríamos haber tenido un poco de diversión.
Él revoloteó una mano y las rodillas de Paige se apretaron. Ella tropezó, pero se agarró.
– Mejor una aprendiz de bruja que un hechicero que apuñale por la espalda -dijo ella.
– Katzen -susurré.
Mientras me ponía en cuclillas en el suelo sosteniendo a Savannah, Adam y Clay avanzaron hacia Katzen desde lados opuestos. Él echó un vistazo hacia ellos e hizo un círculo con una mano. Clay se detuvo en seco, parpadeando. Extendió una mano. Su mano parecía golpear algo con fuerza, pero invisible. Balanceó su puño, pero su mano fue detenida a mitad de la oscilación. Katzen nos lanzó una mirada aburrida.
– No te molestes -dijo-. Esto es entre la bruja y yo. Disfruten del espectáculo, pero no se pongan demasiado cómodos. Esto no durará mucho tiempo -se giró hacia Paige-. Me siento magnánimo hoy, bruja. Ríndete y te dejaré ir.
– No hay trato -dijo Paige-. Pero si te rindes, te dejaré ir.
Katzen movió su muñeca. Esta vez Paige masculló unas palabras y su mano se paralizó. Él dobló sus dedos, fácilmente rompiendo la el hechizo de agarre, pero cuando intentó el gesto otra vez, Paige lo hechizó, deteniendo su mano antes de que completara el movimiento.
– Buen intento -dijo él-. Pero pierdes tu tiempo. Ninguna bruja, en particular una aprendiz, puede esperar luchar contra un hechicero. Estoy seguro que conoces tu historia. Ustedes las brujas harían tan bien en recordar el pasado. Todo lo que han abandonado, realmente. Bastante triste.
– Conozco mis lecciones de historia -dijo Paige-. Cualquier hechicero con poderes verdaderos desciende de brujas. Les enseñamos todo, pero cuándo la Inquisición comenzó, ¿Nos protegieron? No. En el momento en que fueron el objetivo, les dieron nuestras cabezas en bandeja de plata. Les dimos poder y ustedes nos traicionaron.
– Quizás me equivoqué -dijo Katzen-. La historia no es todo lo que han abandonado. Hay amargura, también. Amargura y envidia.
Katzen levantó ambas manos. Los labios de Paige se movieron, pero antes de que cualquier hechizo saliera, ella saltó pro el aire. Golpeó la tierra rodando por el impacto, luego se desvaneció. Desapareció. Katzen escaneó el suelo.
– Un hechizo de cobertura. Qué original -Él dio vuelta, pisó fuerte con un pie, luego giró otra vez, pisó fuerte otra vez, como si tratando de aplastar una hormiga que huía.
La barrera de Katzen lo rodeaba a él y a Paige, atrapando a Adam en el lado opuesto del pasillo. Los ojos de Adam brillaban rojos mientras golpeaba la barrera, pero ni siquiera su poder podía abrirnos camino. Clay paseó a nuestro lado, moviendo sus manos sobre la barrera, tratando de encontrar una violación. Yo abrazaba a Savannah mientras comprobaba si tenía huesos rotos. Ella parecía bien, sólo un poco magullada y aturdida.
Katzen siguió pisando fuerte el suelo, moviéndose unas pulgadas con cada golpe -Dime cuando me acerco, bruja. Sabes que te encontraré. Todo lo que tienes que hacer es moverte y serás atrapada. Ese es el problema con los hechizos de bruja, ¿verdad? Sólo puedes defenderte. No puedes devolver el golpe.
Una forma brilló a unos metros de Katzen. Paige, moviendo los labios.
– ¡Paige! -Grité, advirtiéndole que se revelaba.
Antes de que Katzen pudiese darse vuelta, una pelota encendida bajó en picado del techo, lo golpeó en el pecho, y explotó. Él se tambaleó, tosió, su ropa se chamuscó. Movió su cabeza alrededor, buscando a Paige. Uno de sus cortos dreadlocks [13]se encendió y golpeó su mejilla, dejando una huella roja y brillante. Él gruñó y dio palmadas al fuego, luego miró alrededor otra vez. Paige se había ido.
– Bien hecho, bruja -dijo él-. ¿Has estado leyendo manuales de hechiceros?
Él comenzó a decir más, luego se detuvo, dándose vuelta como si algo le hubiera saltado a la vista. Sus labios se torcieron en una lenta sonrisa. Seguí su mirada fija a la celda de Leah. La sonrisa de Katzen se ensanchó, y extendió su mano, murmurando unas palabras. Hubo un clic, demasiado suave para que oídos humanos lo oyeran. Entonces la puerta de Leah crujió y se abrió unos centímetros. Dentro, ella se sentó, su revista deslizándose al suelo. Avanzó hacia la puerta, la abrió, y salió.
– Te estás perdiendo toda la diversión, querida -dijo Katzen cuando Leah salió de su celda-. Por qué no pones a la muchacha en un lugar seguro mientras trato con esto.
Leah parpadeó, momentáneamente desorientada mientras exploraba el pasillo, su mirada cruzándose con las figuras desconocidas de Clay, Adam, y Paige. Corrí a Savannah de mi regazo y me puse de pie. Leah vio el movimiento y se dio vuelta.
– Debería haberlo adivinado -dijo ella-. Bienvenida de vuelta, Elena.
Clay avanzó hacia nosotros, tratando de no llamar su atención hasta que estuviera bastante cerca para embestir. Al otro lado de la barrera invisible, Adam se paseaba, sus ojos ardiendo sin llamas. Di un paso en frente de Savannah.
– Ni siquiera lo pienses -dije.
– ¿Leah? -dijo Savannah, todavía pareciendo aturdida. Ella luchó y se puso de pie detrás de mí-. ¿Pue… puedes ayudarnos?
Leah sonrió-.Por supuesto que puedo.
Me lancé hacia Leah. Algo me golpeó detrás de la cabeza. Cuando me tiré hacia adelante, todo se volvió oscuro. Volví a la consciencia cuando me golpeé contra el suelo de cemento. Los brazos de Clay estaban alrededor de mí, tirándome.
– Savannah -dije, poniéndome de pie.
Me tambaleé, todavía aturdida por el golpe. El cuarto daba vueltas. La sangre goteaba caliente por mi espalda. Clay trató de estabilizarme, pero lo aparté.
– Ayuda a Savannah -dije.
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