Karin Slaughter - Perseguidas

Здесь есть возможность читать онлайн «Karin Slaughter - Perseguidas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Perseguidas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Perseguidas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Hay muchas formas de morir, pero unas son más aterradoras que otras… Un paseo por el bosque se convierte en algo siniestro para el jefe de policía Jeffrey Tolliver y la forense Sara Linton, cuando topan con el cuerpo de una joven. Las evidencias iniciales sugieren que ha sido asustada literalmente hasta la muerte. Pero cuando Sara comienza a hacer la autopsia, algo todavía más horripilante sale a la luz… Algo que incluso conmociona a Sara. La detective Lena Adams es llamada durante sus vacaciones para resolver el caso, y la pista pronto conduce al condado vecino, una comunidad aislada, y a un terrible secreto.
Aunque la policia lo ignora, no es la primera vez que ocurre, y quizá tampoco sea la última. Aquella desdichada joven, sepultada en vida no es sólo la víctima de un crimen atroz. Para su asesino es fruto de cumplir con su obligación. Abby Bennett merecía terminar así, y también las otras, perseguidas y condenadas a pagar el precio de sus actos.

Perseguidas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Perseguidas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Jeffrey quedó desconcertado por un momento, pero enseguida se recuperó y dijo:

– ¿Señor Bennett?

– Lev Ward -aclaró-. Éste es Ephraim Bennett, el padre de Abigail.

– Ah -murmuró Jeffrey, y Lena advirtió su sorpresa.

Pese a la gorra de béisbol y el peto, Ephraim Bennett aparentaba unos ochenta años, difícilmente la edad de un hombre con una hija veinteañera. Con todo, era un hombre nervudo y enjuto, con un brillo de salud en los ojos. Aunque le temblaban las manos, Lena pensó que no se le escapaba nada.

– Lamento sinceramente conocerlo en estas circunstancias -dijo Jeffrey.

Ephraim le estrechó la mano con firmeza pese a su evidente temblor.

– Le agradezco que se ocupe de esto personalmente. -Tenía el marcado acento sureño que Lena sólo había oído en las películas de Hollywood. La saludó quitándose la gorra-: Encantado.

Lena devolvió el saludo con un gesto, observando a Lev, que parecía estar al mando pese a los treinta y tantos años que separaban a los dos hombres.

– Gracias por venir tan pronto -dijo Ephraim a Jeffrey, si bien Lena no habría dicho que habían respondido con celeridad precisamente.

La llamada se había realizado la noche anterior. Si en lugar de Ed Pelham la hubiese atendido Jeffrey, éste habría ido de inmediato a casa de los Bennett, sin esperar al día siguiente.

– Surgió un problema de jurisdicción -se disculpó Jeffrey.

– Eso fue culpa mía -intervino Lev-. Nuestra granja está en el condado de Catoogah. No lo pensé.

– Ninguno de nosotros lo pensó -lo disculpó Ephraim.

Lev agachó la cabeza, como para recibir la absolución.

– Nos hemos acercado a la granja de enfrente para pedir indicaciones. Había un hombre, de unos sesenta y cinco o setenta años…

– Cole -dijo Lev-, nuestro capataz.

Jeffrey guardó silencio por un momento, probablemente en espera de más información. Al ver que no se la daban, añadió:

– Nos explicó cómo llegar hasta aquí.

– Lamento no haber explicado cómo llegar -dijo Lev. Y luego propuso-: ¿Por qué no entramos a hablar con Esther?

– ¿Su cuñada? -preguntó Jeffrey.

– Mi hermana pequeña -aclaró Lev-. Espero que no les importe, pero también vendrán mi hermano y mis otras hermanas. Nos hemos pasado la noche en vela preocupados por Abby.

– ¿Se ha fugado alguna vez? -preguntó Lena.

– Perdone -se disculpó Lev, dirigiendo la atención hacia Lena-. No me he presentado. -Le ofreció la mano. Lena esperaba esa clase de apretón propio de muchos hombres, con la mano flácida igual que un pescado muerto, cogiendo los dedos de una mujer como si temieran rompérselos, pero él le estrechó la mano con la misma firmeza que a Jeffrey y la miró a los ojos-. Leviticus Ward.

– Lena Adams -contestó ella.

– ¿Inspectora? -aventuró él-. Hemos estado muy preocupados por todo esto. Disculpe mis modales.

– Lo entiendo -respondió Lena, reparando en que el hombre se las había arreglado para eludir la respuesta a su pregunta sobre Abby.

Lev retrocedió un paso e invitó muy gentilmente a Lena a que entrara.

Intrigada por los modales anticuados de esos hombres, Lena se encaminó hacia la casa, observando las sombras que la seguían. Cuando llegaron a la puerta, Lev la abrió y la dejó pasar primero.

Esther Bennett estaba sentada en el sofá, con los pies cruzados por los tobillos y las manos en el regazo. Tenía la espalda recta como un palo de escoba, y Lena, con tendencia a encorvarse, se cuadró de hombros sin darse cuenta, como para no ser menos.

– ¿Comisario Tolliver? -preguntó Esther Bennett.

Era mucho más joven que su marido; debía de rondar los cuarenta años, y su pelo moreno empezaba a encanecer en las sienes. Con un vestido de algodón blanco y un delantal a cuadros rojos, parecía recién salida de un libro de cocina de Betty Crocker. Llevaba el pelo recogido en un tirante moño, pero a juzgar por los mechones que se desprendían, lo tenía casi tan largo como su hija. Lena no tuvo la menor duda de que la muchacha muerta era la hija de esa mujer. Se parecían como dos gotas de agua.

– Llámeme Jeffrey. Tiene una casa preciosa, señora Bennett.

Siempre lo decía, aun cuando la casa fuese un cuchitril. Pero en ese caso, la mejor descripción era calificarla de sencilla. La mesa de centro carecía de adornos, y en la repisa de la chimenea sólo había un simple crucifijo de madera colgado de un ladrillo. Dos sillones de orejas, deslucidos pero de aspecto robusto, flanqueaban una ventana que daba al jardín delantero. El sofá de color naranja debía de ser una reliquia de los años sesenta, pero se encontraba en buen estado. En las ventanas no pendían cortinas ni estores, y ninguna alfombra cubría el suelo de madera. El plafón debía de ser de cuando se construyó la casa, que seguramente era tan vieja como Ephraim. Aunque estaban en el salón, supuso Lena, una ojeada por el pasillo le indicó que la decoración del resto de la casa era también de estilo minimalista.

Eso mismo debió de pensar Jeffrey sobre la casa, ya que preguntó:

– ¿Hace mucho que viven aquí?

– Desde antes de nacer Abby -contestó Lev.

– Siéntense, por favor -dijo Esther, extendiendo las manos. Se levantó cuando Jeffrey tomó asiento, y él volvió a ponerse en pie-. Por favor -repitió, indicándole que volviera a sentarse.

– El resto de la familia estará a punto de llegar -comentó Lev a Jeffrey.

– ¿Le apetece tomar alguna cosa, comisario Tolliver? ¿Una limonada? -ofreció Esther.

– Ah, muy bien, gracias -contestó Jeffrey, probablemente porque sabía que la mujer se relajaría si aceptaba su ofrecimiento.

– ¿Y usted, señorita…?

– Adams -informó Lena-. No quiero nada, gracias.

– Esther, esta mujer es inspectora -dijo Lev.

– Ah -exclamó Esther, abochornada por su error-. Lo siento, inspectora Adams.

– No se preocupe -aseguró Lena, sin entender por qué se sentía como si fuese ella la que debía disculparse.

Advertía algo extraño en esa familia, y se preguntó qué secretos escondía. Tenía el radar en alerta roja desde que habían visto al viejo chiflado de la granja. Seguro que estaban todos cortados por el mismo patrón.

– No nos vendría mal una limonada, Esther -dijo Lev, y Lena advirtió la habilidad con que controlaba la situación.

Parecía dársele bien estar al mando, cosa que siempre había despertado recelos en Lena en el transcurso de una investigación.

Esther había recobrado la compostura.

– Por favor, pónganse cómodos. Vuelvo enseguida.

Abandonó el salón en silencio, deteniéndose sólo para apoyar brevemente la mano en el hombro de su marido.

Los hombres permanecieron de pie como si esperaran algo. Al verle la cara a Jeffrey, Lena dijo:

– ¿Y si voy a ayudarla?

Los hombres respiraron aliviados, y cuando salió al pasillo tras los pasos de Esther, Lena oyó a Lev decir algo en broma que no entendió, posiblemente una alusión a que el lugar de una mujer estaba en la cocina. Tenía la clara impresión de que era una familia chapada a la antigua, donde los hombres estaban al mando y las mujeres debían ser vistas pero no oídas.

Lena recorrió parsimoniosamente el pasillo hasta el fondo de la casa con la esperanza de descubrir algo que explicara por qué aquella gente era tan rara. Había tres puertas a la derecha, todas cerradas, y dedujo que eran los dormitorios. A la izquierda, vio una sala de estar y una gran biblioteca con libros desde el suelo hasta el techo, cosa que la sorprendió. Por alguna razón, siempre había pensado que los fanáticos religiosos eran poco aficionados a la lectura.

Si Esther tenía la edad que aparentaba, su hermano Lev debía de rondar los cincuenta años. Era buen conversador, con voz de predicador baptista. A Lena nunca le habían atraído especialmente los hombres de tez clara, pero Lev tenía algo casi magnético. Por su aspecto, le recordaba un poco a Sara Linton. Los dos irradiaban la misma seguridad, pero así como en Sara ese rasgo producía rechazo, en Lev resultaba tranquilizador. Si fuera vendedor de coches de ocasión, sería de los mejores.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Perseguidas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Perseguidas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Karin Slaughter - The Kept Woman
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Temor Frío
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Snatched
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Martin Misunderstood
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Like A Charm
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Blindsighted
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Faithless
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Fractured
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Kisscut
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Fatum
Karin Slaughter
Karin Slaughter - Triptych
Karin Slaughter
Karin Slaughter - The Last Widow
Karin Slaughter
Отзывы о книге «Perseguidas»

Обсуждение, отзывы о книге «Perseguidas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x