• Пожаловаться

Jeffrey Archer: La falsificación

Здесь есть возможность читать онлайн «Jeffrey Archer: La falsificación» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Jeffrey Archer La falsificación

La falsificación: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La falsificación»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

¿Por qué una anciana es asesinada en su mansión de Inglaterra la madrugada del 11 de septiembre de 2001? ¿Por qué un exitoso banquero de Nueva York no se sorprende al recibir por correo la oreja de una vieja dama? ¿Por qué un prestigioso abogado trabaja para un único cliente sin cobrar honorarios? ¿Por qué una joven ejecutiva roba un Van Gogh si no es una ladrona? ¿Por qué una brillante licenciada trabaja como secretaria después de heredar una fortuna? ¿Por qué una atleta cobra un millón de dólares por cumplir una misión? ¿Por qué una aristócrata estaría dispuesta a matar si sabe que pasará el resto de su vida en prisión? ¿Por qué un magnate japonés del acero va a dar una fuerte suma de dinero a una mujer a la que no conoce? ¿Por qué un experto agente del FBI tiene que averiguar cuál es la conexión entre estas ocho personas aparentemente sin relación entre ellas? Las respuestas a todas estas preguntas las da esta absorbente novela: en ella, una conspiración internacional, cuyo objetivo es uno de los lienzos más valiosos del mundo, introduce al lector en el mercado negro del arte, desde Nueva York hasta Londres, desde Bucarest hasta Tokio, tras las huellas de falsificadores y asesinos a sueldo, en un relato cuya lectura no da tregua.

Jeffrey Archer: другие книги автора


Кто написал La falsificación? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La falsificación — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La falsificación», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Krantz se disponía a realizar una incisión ceremonial cuando se abrió la puerta del dormitorio. No la abrió un mayordomo portador de una taza de chocolate, sino una mujer con una escopeta debajo del brazo derecho, con las manos y un resplandeciente vestido de seda tintos en sangre.

La asesina se quedó momentáneamente atónita mientras miraba a lady Victoria Wentworth. ¿No había matado a esta mujer? ¿Estaba viendo un fantasma? Krantz titubeó, perpleja, mientras la aparición se acercaba a ella. No desvió la mirada de Arabella, con el cuchillo a menos de un centímetro de la garganta de Anna.

Arabella levantó el arma al mismo tiempo que Krantz retrocedía lentamente y arrastraba a su prisionera hacia la ventana abierta. Arabella amartilló la escopeta.

– Otra gota de sangre -dijo-, y te volaré en pedazos. Empezaré por las piernas, y reservaré el segundo cartucho para tu estómago. Pero no te remataré. No, te prometo una muerte lenta y terriblemente dolorosa. No pediré que envíen a una ambulancia hasta estar convencida de que no podrán hacer nada por ayudarte. -Arabella bajó un poco el arma, y Krantz vaciló-. Déjala ir, y no dispararé. -Arabella abrió la escopeta, y esperó. Le sorprendió ver el terror en el rostro de la asesina. En cambio, Anna se mostraba muy compuesta.

Con un movimiento inesperado, Krantz soltó el pelo de Anna y saltó a través de la ventana abierta hacia la terraza. Arabella montó la escopeta, la levantó y disparó. Los perdigones destrozaron la ventana Burne-Jones. Arabella corrió a la terraza y gritó: «Ahora, Andrews», como si ordenara el comienzo de una cacería de faisanes. Un segundo más tarde, se encendieron las luces del jardín, que adquirió el aspecto de un campo de fútbol con un único jugador que corría hacia la portería.

Arabella miró la diminuta figura negra que zigzagueaba a través del jardín. Levantó la escopeta por segunda vez, apoyó la culata en el hombro, apuntó, soltó la respiración y apretó el gatillo. Krantz se desplomó, pero continuó arrastrándose hacia el muro.

– Maldita sea -exclamó Arabella-. Solo la he rozado. -Salió corriendo de la habitación, bajó la escalera al tiempo que gritaba-: Otros dos cartuchos, Andrews.

El mayordomo abrió la puerta principal con la mano derecha y con la izquierda le pasó a su ama los dos cartuchos. Arabella recargó la escopeta antes de bajar la escalinata y echar a correr a través del jardín. Alcanzó a ver la silueta que había cambiado de dirección y ahora corría hacia la reja abierta, pero Arabella acortó la distancia rápidamente. En cuanto se convenció de que tenía a Krantz a tiro, se detuvo para apuntar con mucho cuidado. Iba a apretar el gatillo cuando, como por arte de magia, tres coches de policía y una ambulancia cruzaron la reja a gran velocidad. Los faros deslumbraron a Arabella y le hicieron perder a su presa.

El primer coche frenó bruscamente delante de ella, y al ver quién se apeaba, bajó el arma.

– Buenas noches, superintendente jefe -dijo, con una mano en la frente para protegerse los ojos de la potente luz de los faros.

– Buenas noches, Arabella -respondió el policía, como si hubiese llegado unos minutos tarde a uno de sus cócteles-. ¿Todo en orden?

– Hasta que usted se presentó para meter las narices en los asuntos de otras persona. ¿Puedo preguntarle cómo ha hecho para llegar tan rápido?

– Tiene que agradecérselo a su amigo norteamericano, Jack Delaney. Nos avisó de que quizá necesitaría nuestra ayuda, así que hemos estado vigilando el lugar desde hace una hora.

– Pues no necesitaba que nadie me ayudara -replicó Arabella, y levantó el arma-. Si me hubiese dado un par de minutos más, hubiese acabado con ella, y al diablo con las consecuencias.

– No sé de qué me habla -afirmó el superintendente, mientras se acercaba a su coche para apagar los faros. La ambulancia y los otros dos coches habían desaparecido.

– Ha dejado que se escapara -protestó Arabella, que levantó el arma por tercera vez, en el momento en que el señor Nakamura aparecía a su lado vestido con bata.

– Creo que Anna…

– Oh, Dios mío. -Arabella se volvió y, sin molestar a esperar la respuesta del superintendente, corrió de regreso a la casa. Entró como una tromba, subió los escalones de dos en dos, y no se detuvo hasta entrar en el dormitorio Van Gogh. Encontró a Andrews arrodillado en el suelo, muy ocupado en vendar el muslo de Anna.

El señor Nakamura apareció un par de segundos más tarde. Esperó a recuperar el aliento y después dijo:

– Durante muchos años, Arabella, me he preguntado qué pasaba en las fiestas de las mansiones rurales inglesas. Bueno, ahora ya lo sé.

Arabella soltó la carcajada, y se volvió hacia Nakamura, que miraba la pintura mutilada que yacía en el suelo junto a la cama.

– Oh, Dios mío -repitió Arabella, al ver lo que había quedado de su herencia-. Al final, el malnacido de Fenston se ha salido con la suya. Ahora comprendo por qué estaba tan seguro de que me vería obligada a vender el resto de mi colección, e incluso renunciar a la propiedad de Wentworth Hall.

Anna se levantó poco a poco y se sentó a los pies de la cama.

– No lo creo -manifestó. Al ver la expresión de extrañeza en el rostro de su anfitriona-. Pero tendrás que agradecérselo a Andrews.

– ¿Andrews?

– Así es. Me advirtió de que el señor Nakamura marcharía a primera hora de la mañana si no quería llegar tarde a su reunión con Corus Steel y sugirió que si no quería que me molestasen a una hora intempestiva, quizá lo mejor sería que él retirara la pintura antes de la cena. De esa manera el personal tendría tiempo para colocar la pintura en el marco original y de embalarla antes de su marcha. -Anna hizo una pausa-. Le comenté a Andrews que quizá te molestaría descubrir que él había frustrado tus deseos, mientras que yo había abusado claramente de tu hospitalidad. Recuerdo las palabras exactas de Andrews: «Si me permite usted reemplazar el original con la falsificación, estoy seguro de que milady no se dará cuenta».

Fue una de las contadas ocasiones durante los últimos cuarenta y nueve años que Andrews vio enmudecer a lady Arabella.

– Creo que debería usted despedirlo de inmediato por insubordinación -señaló Nakamura-, y así yo podré ofrecerle un empleo. -Miró a Andrews-. Si acepta, estoy dispuesto a doblarle el salario.

– Ni lo sueñe -dijo Arabella, antes de que el mayordomo pudiese responder-. Andrews es un tesoro nacional del que jamás me desprenderé.

26 S

57

El señor Nakamura se despertó pocos minutos después de las seis, al escuchar que se cerraba la puerta del dormitorio. Dedicó unos momentos a pensar en los acontecimientos de la velada e intentó convencerse de que no había sido un sueño.

Apartó la sábana y la manta y apoyó los pies en la alfombra. Vio las zapatillas y la bata junto a la cama. Se calzó las zapatillas, se puso la bata y fue hasta los pies de la cama, donde había dejado el esmoquin, la camisa y el resto de las prendas en una silla, con la intención de guardarlas en la maleta antes de desayunar, pero no estaban. Intentó recordar si ya las había guardado. Abrió la maleta y se encontró con la camisa lavada y planchada; que también habían planchado el esmoquin, que ahora estaba en el portatrajes.

Entró en el baño. Habían llenado la bañera hasta un poco más de la mitad. Metió una mano en el agua: la temperatura era templada. Entonces recordó que alguien había cerrado la puerta. Sin duda con la fuerza suficiente para despertarlo, sin molestar a ninguno de los ocupantes de los demás dormitorios. Se quitó la bata y se sumergió en la bañera.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La falsificación»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La falsificación» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Jennifer Crusie: Mujeres Audaces
Mujeres Audaces
Jennifer Crusie
Gioconda Belli: La Mujer Habitada
La Mujer Habitada
Gioconda Belli
Jeffrey Archer: Como los cuervos
Como los cuervos
Jeffrey Archer
Jeffrey Archer: Casi Culpables
Casi Culpables
Jeffrey Archer
Отзывы о книге «La falsificación»

Обсуждение, отзывы о книге «La falsificación» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.