• Пожаловаться

Laura Rowland: La Marca del Asesino

Здесь есть возможность читать онлайн «Laura Rowland: La Marca del Asesino» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Laura Rowland La Marca del Asesino

La Marca del Asesino: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Marca del Asesino»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El sexto caso de Sano Ichiro, el «muy honorable investigador de sucesos, situaciones y personas» Por primera vez desde que trabajan juntos en la resolución de los crímenes más variopintos, la singular pareja formada por Sano Ichiro y su combativa esposa Reiko se ve abocada a dos casos independientes. En efecto, una oleada de muertes inexplicables se abate sobre los más altos funcionarios imperiales y, cuando le toca el turno a Ejima Senzaemon, jefe del servicio de espionaje del sogún -asesinado misteriosamente durante una carrera de caballos en el castillo de Edo-, Sano recibe la orden de hacerse cargo. Entretanto, a petición de su padre, el juez Ueda, Reiko ha de investigar una turbia trama secreta con el fin de demostrar la inocencia de Yugao, una hermosa joven que se ha declarado culpable de cometer un espantoso crimen. Cuando en el transcurso de sus respectivas pesquisas Sano y Reiko descubren estupefactos que el hombre que él intenta atrapar y la mujer que ella intenta salvar están relacionados de algún modo, y que detrás de todo ello puede haber un movimiento clandestino para derrocar al sogún, enseguida comprenden que no sólo hay en juego vidas inocentes, sino la estabilidad del país. Ahora, todo dependerá de su acierto en desentrañar un laberíntico caso de ramificaciones y consecuencias imprevisibles.

Laura Rowland: другие книги автора


Кто написал La Marca del Asesino? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La Marca del Asesino — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Marca del Asesino», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El de la mujer rezaba: «Yugao, asesina. Herida al resistirse a su detención. Sobrevivió para ser ejecutada»; el del hombre: «Kobori, asesino. Muerto en encarnizado enfrentamiento con las autoridades.»

Los niños correteaban alrededor de las cabezas, riendo y burlándose de ellas. Uno lanzó una piedra que rebotó contra la del hombre. Se alejaron a toda prisa.

En el castillo de Edo, los funcionarios salían por la puerta principal a pie, a caballo o en sus palanquines. Se dispersaban en abanico por el distrito administrativo de Hibiya, para cumplir con su trabajo, seguros de que el Fantasma ya no constituía ninguna amenaza y no se hallaban en mayor peligro del habitual. El viento que barría las calles transportaba las cenizas de las piras funerarias, un recordatorio de los caídos durante el enfrentamiento con Kobori. Las colgaduras negras de la puerta del castillo rendían tributo a su valor.

Dentro del complejo del chambelán, Masahiro estaba en el jardín. Llevaba ropas blancas; los dedos de sus pies desnudos asomaban entre la hierba. En una funda atada a su faja colgaba una espadita de madera. Tenía gesto solemne y concentrado. De repente esbozó una mueca de fiereza. Desenvainó la espada, emitió un rugido y arremetió contra un enemigo invisible.

– Eso ha estado muy bien -dijo Sano mientras Masahiro lo miraba pendiente de su aprobación-. Ahora prueba con esto.

Vestido a su vez con prendas blancas, desenvainó su propia espada de prácticas, de madera, e hizo una demostración de varios movimientos. Masahiro lo imitó con más exuberancia que gracia, pero Sano se enorgulleció de los primeros pasos de su hijo hacia el dominio de las artes marciales. Disfrutaba con los vistosos lirios violetas que florecían en torno al estanque, la dulce fragancia del jazmín, el frescor de la mañana y la voz de Reiko hablando con los sirvientes dentro de la casa. Se recreaba en el mero hecho de estar vivo.

Habían pasado cuatro días desde que derrotara a Kobori, y seis desde que éste se colara en su habitación. Cada noche, al acostarse había temido no ver un nuevo amanecer. Y durante el día había esperado la explosión interna de energía que le parara el corazón y apagara su conciencia. Había visto a Reiko observarlo con angustia, esperando a que cayera fulminado. Y aun así no había muerto, aunque hubiera sufrido heridas a manos del Fantasma.

Para cuando llegó a casa después del enfrentamiento, tenía tanto dolor que se desmayó a las puertas. A la mañana siguiente estaba cubierto de cardenales y tan rígido y dolorido que no podía moverse. La orina le salió colorada de sangre. Reiko lo alimentó dándole cucharadas de caldo, porque le dolía masticar. Lo mismo que respirar. Un médico lo trató con pociones y masajes medicinales; un sacerdote entonó oraciones por su recuperación. Los urgentes llamamientos del caballero Matsudaira y el sogún quedaron sin respuesta. Sano había abandonado el gobierno mientras yacía en lo que consideraba su lecho de muerte…

… hasta que empezó a recobrarse. El día anterior había logrado levantarse de la cama y tomar alimentos sólidos. Ese día ya podía moverse sin que el dolor fuera atroz. Los cardenales se estaban desvaneciendo. No había una constancia inequívoca de que el Fantasma le hubiera asestado el toque de la muerte, y cada vez se asentaba más la convicción de que las últimas palabras de Kobori habían sido un embuste destinado a aterrorizarlo, un malévolo intento de venganza. Tras el calvario vivido, celebraba cada momento como un regalo frágil y único. Mientras impartía a Masahiro su primera lección de espada, dio gracias a los dioses porque el lazo entre padre e hijo permaneciera intacto. Lo llenaba de gozo pensar que viviría para orientar a su niño en su camino hacia la madurez, para protegerlo y verlo crecer hasta convertirse en un samurái honorable, labrarse una reputación y tener sus propios hijos.

Sin embargo, ese momento de paz y felicidad perfectas no podía durar. Tenía deberes de suma importancia.

– Por hoy es suficiente, Masahiro -dijo.

Envainaron las espadas.

– ¿Mañana otra vez? -preguntó el niño.

– Sí -respondió Sano-, mañana.

Una muchedumbre se congregaba delante de un pequeño santuario encajonado en una calle de cesterías de Ginza. Por la puerta torii salieron los detectives Arai e Inoue, tirando de dos samuráis rebeldes que se habían escondido dentro. Hirata los seguía a caballo con más detectives, cargados con armas de fuego, munición y bombas incendiarias que los fugitivos habían almacenado para atentados contra el régimen del caballero Matsudaira. Mientras pasaba por delante de la multitud de curiosos, Hirata reflexionó sobre la drástica diferencia que podían suponer unos pocos días.

La situación había vuelto a la normalidad una vez muerto Kobori. La posición de Sano estaba a salvo, al igual que la del propio Hirata.

Aun así, para él no había cambiado gran cosa. Seguía prisionero de su maltrecho cuerpo. Seguía sentado al margen mientras otros hombres actuaban, como había sucedido en el enfrentamiento contra Kobori. Su recuerdo de esa noche estaba enturbiado por la vergüenza de su impotencia. Su vida parecía destinada a proseguir de ese modo, porque no había vuelto a ver a Ozuno, aunque había dedicado todos sus momentos libres a buscar al anciano sacerdote. Ozuno era una oportunidad que el destino le había ofrecido fugazmente, para luego llevársela.

Sin embargo, no quería entregarse a la autocompasión y las lamentaciones. Conservaba su posición, su familia y su buen nombre. Todavía tenía sueños en los que podía luchar y siempre triunfaba, además de sus recuerdos de batallas ganadas. Hirata se tenía por afortunado.

Mientras se alejaba con sus hombres y sus prisioneros, vio una figura familiar cojeando hacia él. ¡Ozuno! Se le iluminó la cara con jubiloso asombro. Bajó de su caballo con dificultades y salió al paso del sacerdote.

– ¡Hola! -exclamó.

– ¿Qué? Oh, eres tú -refunfuñó Ozuno.

A Hirata se le antojó cómica su cara de contrariedad. Se rió, tan contento de encontrarlo que no le importó que el sentimiento no fuera mutuo.

– Os he estado buscando por todas partes. Pensaba que habíais abandonado la ciudad. ¿No es asombroso que nos hayamos cruzado por casualidad?

– Aveces encontramos lo que queremos cuando no lo buscamos, -dijo Ozuno, y añadió insidiosamente-: Y a veces topamos con lo que no queremos por mucho que intentemos evitarlo.

A Hirata no le importó el dardo del anciano, tan feliz se sentía.

– Algunos tenemos más suerte que otros, sin más.

Ozuno asintió a regañadientes.

– He oído que el chambelán Sano ha capturado a mi pupilo renegado. Tengo una gran deuda con él por borrar a Kobori del mundo.

– Y él tiene una gran deuda con vos por vuestro consejo -repuso Hirata-. Lo ayudó a derrotar a Kobori.

– Me alegro de haber sido de utilidad. -El malhumor crónico de Ozuno remitió un poco, aunque no mucho.

– ¿Recordáis lo que dijisteis la última vez que nos vimos? ¿Que si volvíamos a encontrarnos os convertiríais en mi maestro?

El viejo esbozó una mueca.

– Sí, sí que lo dije. Después de vivir ochenta años, debería haber aprendido a tener la boca cerrada.

– Bueno, aquí estamos -dijo Hirata, abriendo los brazos de par en par como si pretendiera abrazar al sacerdote, la calle entera y ese día bendito-. He aquí la prueba de que es nuestro destino que me enseñéis las artes marciales místicas.

– Y quién soy yo para desoír una prueba del destino. -Ozuno puso los ojos en blanco-. Los dioses deben de estar gastándome una broma pesada.

Ahora que su sueño estaba al alcance de su mano, la esperanza confería fuerzas a Hirata. Atisbo un vasto manantial de poder del que pronto podría beber.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Marca del Asesino»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Marca del Asesino» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «La Marca del Asesino»

Обсуждение, отзывы о книге «La Marca del Asesino» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.