Qiu Xiaolong - Seda Roja

Здесь есть возможность читать онлайн «Qiu Xiaolong - Seda Roja» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Seda Roja: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Seda Roja»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un asesino en serie acecha a las jóvenes de Shanghai. Sus crímenes han creado gran expectación y alarma en la prensa y entre los ciudadanos, sobre todo porque suele abandonar a los cadáveres enfundados en un vestido muy llamativo, rojo y de estilo mandarín. Cuando el caso comienza a complicarse, el inspector jefe Chen Cao está de permiso: acaba de matricularse en un máster sobre literatura clásica china en la Universidad de Shanghai. Pero en el momento en que el asesino ataca directamente al equipo de investigadores del Departamento, a Chen no le queda más remedio que volver al trabajo y ponerse al frente de la investigación. Mientras intenta dar con el asesino antes de que se cobre nuevas víctimas, irá descubriendo que la raíz de estos asesinatos se remonta al trágico y tumultuoso pasado reciente del país.

Seda Roja — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Seda Roja», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No, no en nuestro restaurante.

– Otra pregunta, Rong. ¿Qiao tenía novio?

– No. Para una chica que se dedica a este negocio no es fácil mantener una relación estable. ¿Qué pensaría su novio, como hombre? Ella tendría que mentirle sobre su profesión, y este juego nunca dura demasiado. Cuando las parejas lo descubren todo se acaba, les hiere su ego masculino.

– ¿Le contó Qiao sus planes para el futuro?

– Dijo que estaba ahorrando para comprar una floristería, no quería trabajar de acompañante para comidas toda la vida. -Luego añadió-: Dijo que no iba a pensar en nada más antes de comprar la floristería.

– ¿Y qué opina usted sobre el caso?

– Tal vez el asesino la conoció en el restaurante, consiguió su número de teléfono y la llamó para pedirle una cita días después. Por otro lado, puede que la muerte de Qiao no guardara relación con su trabajo.

– Eso es cierto.

– No será policía, ¿verdad, Peiqin?

– No, no soy policía -respondió Peiqin-. He trabajado en el Cuatro Mares desde que volví de Yunnan. Nuestro restaurante estatal ha perdido dinero, y el chef cree que deberíamos gestionarlo como un restaurante de lujo, ofreciendo servicios que estén de moda. Usted podría aconsejarnos.

Tal afirmación era cierta: Rong podría serles de gran ayuda. No necesariamente para incluir los servicios de chicas de triple alterne, unos servicios que Peiqin aún no quería contemplar.

– Ahora que hablamos de esto, Peiqin -dijo Rong-, puede que algo me llamara la atención; sobre Qiao, quiero decir. Tres o cuatro días antes de aquella noche fatídica, un cliente llegó solo al Río Ming. No parecía de los que solicitan los servicios de una acompañante, por lo que no le presté ninguna atención. Se dirigió a un camarero para pedir la compañía de una chica y Qiao fue hasta su mesa. No pasó nada esa noche.

– ¿Podría describirme a ese hombre?

– Si aún lo recuerdo es porque no se parecía en nada a todos esos advenedizos. Diría que era un caballero. De estatura media. Ah, y una cosa más, quizá. Llevaba gafas con cristales color ámbar. No eran gafas de sol, exactamente. De todos modos, no es habitual que alguien lleve ese tipo de gafas en invierno.

– ¿Le contó algo Qiao después?

– No. Trabajó hasta muy tarde. Aquella noche la esperaba otro cliente.

– ¿Qiao tenía móvil?

– No, no que yo sepa. Ni tampoco tenía teléfono en casa. Si necesitaba ponerme en contacto con ella, llamaba a su vecina del tercer piso. No había demasiada gente que conociera ese número -añadió Rong, sonriendo mientras se levantaba-. Creo que ya va siendo hora de que empiece a prepararme para esta noche. Puede que también me ponga un vestido mandarín. Hace calor.

12

A primera hora de la mañana Chen recibió en su domicilio un montón de periódicos enviados por correo urgente desde el Departamento, junto a los últimos informes sobre el caso y las cintas de los interrogatorios de Yu.

En lugar de abrir la compilación de relatos de las dinastías Song y Ming, como había planeado la noche anterior, Chen empezó a estudiar el material que le había preparado Yu tras envolverse en un albornoz y reclinarse contra la cabecera de la cama.

Una taza de té frío, casi negro, reposaba sobre la mesa desde la noche anterior. Se supone que nadie debería beberse el té de la noche anterior, pero Chen se lo bebió.

Poco después recibió un segundo envío. Un paquete de libros de la Biblioteca de Shanghai, la mayoría sobre psicología.

En sus años de universidad, Chen leyó algunos textos sobre esta materia, en concreto de Freud y de Jung, para su asignatura de crítica literaria. Ahora se sintió aliviado al descubrir que aún comprendía aquellos términos psicológicos. «Inconsciente colectivo», por ejemplo, le vino de repente a la memoria. Puede que hubiera existido algo parecido a un inconsciente colectivo, cayó en la cuenta, detrás del enfoque deconstructivo de aquellas historias de amor.

¿O detrás del mensaje reconstructivo, si podía denominarlo así, también en el caso del vestido mandarín rojo?

Durante muchos años después de 1949, los problemas psicológicos no se reconocieron en la China socialista. Se suponía que los chinos no tenían problemas, ni psicológicos ni de ningún otro tipo, siempre que siguieran las enseñanzas del presidente Mao. Si admitían tenerlos, los obligaban a cambiar de opinión destinándolos a trabajos forzados. La psicología estaba considerada poco menos que una ciencia falaz. El psicoanálisis ni siquiera existía como tratamiento terapéutico, y era poco sensato acudir a un psicoanalista, si es que había alguno disponible, porque revelar los problemas personales podría convertirse en prueba irrefutable de un «delito político» grave. En años recientes habían reintroducido gradualmente la psicología y, en cierto modo, la habían rehabilitado, pero la mayoría de la gente continuaba mostrándose recelosa. Los problemas psicológicos aún podían acabar convirtiéndose en problemas políticos.

Por consiguiente, en el Departamento se consideraba poco ortodoxo cualquier enfoque psicológico. El subinspector Yu también tenía sus reservas. Creía que una explicación psicológica podría ser útil tras la conclusión de un caso, pero no en plena investigación.

Chen comenzó a leer los informes de Yu con gran atención.

Yu y Liao habían tenido bastantes enfrentamientos. Dejando a un lado la prolongada rivalidad entre las dos brigadas, Liao no aprobaba que Yu centrara la investigación en Jazmín. A su modo de ver, la brigada de homicidios había investigado a fondo todas las pistas. El asesino era un chiflado que elegía a sus víctimas al azar, y sería una pérdida de tiempo buscar una explicación racional.

Pero en el go, el ajedrez chino, un jugador experimentado es capaz de aprovechar instintivamente cualquier oportunidad que se le presente en el tablero. Una pequeña pieza blanca o negra, en una posición marginal, apenas importante por sí misma, puede entrañar la posibilidad de cambiar las tornas. Yu acertaba con sus presentimientos en el tablero de go. Y también en sus investigaciones.

Después del primer interrogatorio a Weng en el hotel, Yu había continuado investigando en esa dirección. Corroboró los datos sobre Weng en otros lugares, incluyendo el aeropuerto. La fecha de entrada era correcta, pero el subinspector hizo un descubrimiento inesperado al investigar la declaración de aduanas de Weng. En el formulario, Weng había puesto una cruz en la casilla de «casado». Este dato hacía necesario un segundo interrogatorio.

Chen introdujo la segunda cinta de interrogatorios en el reproductor. Tras saltarse las preguntas preliminares, pasó a la parte en que Yu interrogaba a Weng acerca de su relación con Jazmín aludiendo al estado civil de él.

WENG: Cuando la conocí, aún estaba casado, pero ya me había separado de mi mujer. Estaba esperando a que el divorcio fuera definitivo. Jazmín también lo sabía, aunque puede que al principio no lo supiera.

YU: ¿Se disgustó al descubrirlo?

WENG: Creo que sí, pero también se sintió aliviada.

YU: ¿Por qué?

WENG: Intenté abrir un negocio de antigüedades propio. Gracias a mis estudios de antropología, pensé que lo haría mucho mejor que esos mercachifles de tres al cuarto, sobre todo porque el mercado en China es enorme hoy en día. Quería que Jazmín se mudara a Estados Unidos, donde podría ayudarme a llevar una tienda. Me planteé ingresar a su padre en una residencia de ancianos aquí. Pero Jazmín no parecía tener ninguna prisa en irse, porque su padre la preocupaba. De hecho, todo se podría haber resuelto en un par de semanas. Qué mala suerte tuvo. ¡Es como si estuviera maldita!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Seda Roja»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Seda Roja» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Seda Roja»

Обсуждение, отзывы о книге «Seda Roja» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x