Dorothy Sayers - Los secretos de Oxford

Здесь есть возможность читать онлайн «Dorothy Sayers - Los secretos de Oxford» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los secretos de Oxford: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los secretos de Oxford»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando Harriet Vane regresa a la Universidad de Oxford, encuentra a los profesores y alumnos de su college nerviosos por los extraños mensajes de un lunático. Con la ayuda de lord Peter Wimsey, Harriet empieza una investigación para desenmascarar al autor de las amenazas.
Una novela de misterio, e incluso de terror, Los secretos de Oxford es también una obra sobre el papel de las mujeres en la sociedad contemporánea, una reflexión sobre la educación y una historia de amor entre dos mentes privilegiadas.
Una de las mejores novelas de misterio del siglo XX y la obra maestra de Sayers, precursora de Patricia Highsmith, Iris Murdoch o A.S. Byatt.

Los secretos de Oxford — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los secretos de Oxford», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Cuatro años.

Harriet apuntó los nombres de la señora Goodwin y de la señorita Parsons.

– Creo que por el bien de la señora Goodwin deberíamos volver a examinar esos periódicos. No es que tenga mucha importancia, porque si quien escribe los anónimos sabe que se están examinando los periódicos, no los usará. Y supongo que lo sabrá, por las molestias que se han tomado en recogerlos.

– Es muy probable. Ese es el problema, ¿no?

¿Y los periódicos de la gente?

Naturalmente, eso no podemos controlarlo. Hemos vigilado todo lo posible las papeleras. Nunca se destruye nada, ¿sabe? Se recoge todo en sacos, por una cuestión de economía, y se envía a los fabricantes de papel o lo que sean, que dan dinero por el papel viejo. El bueno de Padgett tiene órdenes de revisar los sacos… pero es una tarea tremenda. Y claro, como además hay chimeneas en todas las habitaciones, ¿por qué iba nadie a dejar pruebas?

– ¿Y las togas que quemaron en el patio? Debió de llevar su trabajo. Seguro que tuvo que hacerlo más de una persona.

– No sabemos si forma parte de la misma historia. Unas diez o doce personas habían dejado sus togas en diversos sitios, como se suele hacer antes de la cena del domingo. Unas estaban en el pórtico del Queen Elizabeth, otras al pie de las escaleras del comedor y así sucesivamente. La gente las deja tiradas por ahí hasta que entra en la capilla. -Harriet asintió; la capilla de los domingos era a las ocho menos cuarto, y obligatoria. Además, era una especie de reunión para dar avisos-. Bueno, pues cuando sonó la campana, no encontraron las togas y no pudieron entrar en la capilla. Todo el mundo pensó que se trataba de una broma, pero en mitad de la noche alguien vio un resplandor en el patio, y resulta que era una alegre fogata de popelina. Habían empapado las togas con gasolina y ardían estupendamente.

– ¿De dónde sacaron la gasolina?

– Era una lata que tiene Mullins para su motocicleta. ¿Recuerda a Mullins, el portero de Jowett? Guarda el vehículo en un pequeño cobertizo en el jardín de la conserjería, y no lo cerraba con llave. ¿Por qué iba a hacerlo? Ahora sí, pero ya no sirve de nada. Podría haberla cogido cualquiera. Ni su esposa ni él oyeron nada al haberse retirado a descansar decentemente. La hoguera se inició en medio del patio viejo y dejó un feo claro quemado en el césped Un montón de gente salió corriendo cuando se avivaron las llama radas, y quienquiera que lo hiciera probablemente se mezcló con la multitud. Las víctimas fueron cuatro togas de dos licenciadas, dos de investigadoras y las demás de alumnas, pero no creo que las eligieran. Simplemente estaban por ahí.

– Me pregunto dónde las pusieron en el intervalo entre la cena y el inicio del fuego. Cualquiera con un montón de togas por el college habría llamado la atención.

– No, porque fue a finales de noviembre y debía de estar bastante oscuro. Fácilmente podrían haberlas dejado en un aula y después entrar a recogerlas. Es que no se organizó una búsqueda como es debido. Las pobres víctimas que se quedaron sin toga pensaron que alguien les estaba gastando una broma y se enfadaron mucho, pero no resultaron muy eficaces. La mayoría se dedicó a acusar a sus amigas, nada más.

– No creo que podamos sacar gran cosa en claro de ese incidente a estas alturas. En fin… Más vale que vaya a adecentarme para bajar al comedor.

La cena resultó un tanto embarazosa en la mesa de autoridades. La conversación se ciñó a asuntos de interés académico y mundano. Las alumnas charlaban ruidosa y animadamente; daba la impresión de que la sombra que se cernía sobre el college no las había afectado. Harriet las recorrió con la mirada.

– La que está a la derecha de la mesa, ¿es la señorita Cattermole? La del vestido verde, muy mal maquillada.

– Esa es la señorita en cuestión -contestó la decana-. ¿Cómo lo sabe?

– Recuerdo haberla visto en la celebración. ¿Y dónde está la irresistible señorita Flaxman?

– No la veo. A lo mejor no está cenando aquí. Muchas prefieren tomarse un huevo cocido en su habitación, para no tener que cambiarse. Son unas desastradas. Y la del jersey rojo, en la mesa del centro, es la señorita Hudson. La del pelo negro y gafas con montura de concha.

– Parece bastante normal.

– Y que yo sepa, lo es. Claro, que yo sepa, todas somos normales.

– Supongo que incluso los asesinos parecen personas normales y corrientes, señorita Vane -dijo la señorita Pyke, que había oído la última frase-. ¿O tiene usted sus opiniones sobre las teorías de Lombroso? Según tengo entendido, han sido ampliamente refutadas.

Harriet agradeció que se le permitiera hablar sobre asesinos.

Después de la cena, Harriet se sintió un tanto perdida. Pensaba que tenía que hacer algo o interrogar a alguien, pero era difícil saber por dónde empezar. La decana había anunciado que estaría ocupada revisando unas listas, pero que podía recibir visitas más tarde. La señorita Burrows, la bibliotecaria, se dedicaría a dar los toques finales a la biblioteca antes de la visita del rector; había pasado la mayor parte del día recogiendo y trasladando libros y se había procurado un pequeño grupo de alumnas para que la ayudaran a colocarlos en las estanterías. Varias profesoras dijeron que tenían cosas que hacer, y a Harriet le dio la impresión de que les asustaba un poco la compañía de las demás.

Cogió por banda a la administradora y le preguntó si podía proporcionarle un plano del colegio y una lista de las habitaciones y sus ocupantes. La señorita Stevens se ofreció a darle la lista y añadió que pensaba que había un plano en el despacho de la tesorera. Acompañó a Harriet hasta el patio nuevo para recoger las cosas.

– Espero que no dé mucha importancia al inoportuno comentario de la señorita Burrows sobre las criadas -dijo la administradora-. Personalmente, nada me gustaría más que trasladar a todas las doncellas al ala de la servidumbre, libre de toda sospecha, s fuera viable, pero allí no hay sitio. Por supuesto, no me importa darle los nombres de quienes duermen en el college, y por supuesto, estoy de acuerdo en que habría que tomar precauciones, pero en mi opinión, el asunto de las pruebas de la señorita Lydgate elimina por completo a las criadas. No creo que a muchas de ellas les interesen unas pruebas, ni que sepan nada sobre esas cosas, ni que a muchas se les pasara por la cabeza la idea de mutilar manuscritos. Si fueran cartas groseras, sí, es posible, pero destrozar esas pruebas tiene que ser obra de una persona culta, ¿no cree?

– Prefiero no decir lo que pienso -contestó Harriet.

– Sí, hace bien, pero yo sí puedo decirlo. Solo se lo diría a usted, aunque de todos modos, no me gusta nada esta prisa por convertir a las criadas en chivos expiatorios.

– Lo que parece más increíble es que hayan elegido como vi tima precisamente a la señorita Lydgate. ¿Cómo puede nadie guardarle rencor a ella, y mucho menos una de sus colegas? ¿No da más la impresión de que la culpable no conocía el valor de las pruebas y simplemente ha hecho un gesto de desafío al azar contra el mundo en general?

– Es posible, en efecto. Señorita Vane, he de decir que las pruebas que ha presentado hoy complican mucho las cosas. Reconozco que preferiría sospechar de la servidumbre que del claustro, pero cuando quien se precipita a lanzar esas acusaciones es la última persona que al parecer estuvo en la misma habitación que el manuscrito, lo único que puedo decir es que…, bueno, que lo considero una imprudencia.

Harriet no replicó. La administradora debió de pensar que había llegado demasiado lejos y añadió:

– Yo no sospecho de nadie. Lo único que digo es que no habría que afirmar nada sin pruebas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los secretos de Oxford»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los secretos de Oxford» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los secretos de Oxford»

Обсуждение, отзывы о книге «Los secretos de Oxford» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x