Philip Kerr - Pálido Criminal

Здесь есть возможность читать онлайн «Philip Kerr - Pálido Criminal» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Pálido Criminal: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Pálido Criminal»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En Pálido Criminal Bernie Gunther, pese a su nula simpatía por los nazis, es obligado por el general de las SS Reinhard Heydrich a reincorporarse a la Kripo con la misión de dar caza a un psicópata que ha violado, torturado y asesinado a varias adolescentes arias. Bajo el mando de su amigo el Kriminaldirektor Arthur Nebe y con el grado de Comisario, Gunther regresa a una policía cada vez más cercana a la Gestapo e inicia una investigación contrarreloj para evitar que el asesino siga matando. Pero la investigación se complicará cuando en la misma se vean involucrados varios miembros relevantes de las SS interesados por el ocultismo que tienen un especial odio a los judíos, como Otto Rahn, Karl Maria Wiligut o el mismísimo Heinrich Himmler.

Pálido Criminal — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Pálido Criminal», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– El jefe de estación nocturno, señor. Guarda las llaves en su despacho cuando cierran la consigna. -Deubel señaló a un hombre gordo, de aspecto grasiento, que estaba de pie a unos metros de distancia, mordiéndose la piel de la palma de la mano-. Es aquel de allí.

– Parece que no le estamos impidiendo irse a cenar. Dile que quiero los nombres y direcciones de todos los que trabajan en esta sección y de la hora en que empiezan a trabajar por la mañana. Sea cual sea su horario de trabajo, quiero verlos a todos aquí a la hora normal de abrir, con todos sus informes y papeles.

Me concedí un momento, para armarme de valor para afrontar lo que venía a continuación.

– Vamos -dije-, llévame a donde está.

En la consigna de equipajes, Hans Illmann, sentado en un bulto grande con la etiqueta de «Frágil», fumaba uno de sus pitillos liados a mano y observaba cómo el fotógrafo de la policía preparaba el flan y el trípode con la cámara.

– Ah, el Kommissar -dijo mirándome y poniéndose de pie-. No hace mucho que hemos llegado y sabía que querrías que te esperáramos. La cena está un poco pasada, así que necesitarás esto. -Me dio un par de guantes de goma y luego miró, displicente, a Deubel-. ¿Nos acompaña a la mesa, inspector?

Deubel hizo una mueca.

– Prefiero no hacerlo, si no le importa, señor. Normalmente lo haría, pero tengo una hija de esa edad…

Asentí.

– Será mejor que vayas y despiertes a Becker y Korsch y hagas que vengan aquí. No veo razón alguna de que seamos los únicos en tener que dejar la fiesta.

Deubel dio media vuelta para marcharse.

– Ah, inspector -dijo Illmann-, ¿podría pedir a uno de nuestros amigos de uniforme que consiga algo de café? Trabajo bastante mejor cuando estoy despierto. Además, necesitaré a alguien que tome notas. ¿Cree que su sargento puede escribir de forma legible?

– Supongo que sí, señor.

– Inspector, la única suposición que es posible hacer sin peligro respecto a los niveles de educación que prevalecen en la Or po es la que afirma que un hombre sabrá rellenar un boleto de apuestas. Averígüelo, si no le importa. Preferiría hacerlo yo mismo a tener que descifrar más tarde los garabatos cirílicos de una forma de vida más primitiva.

– Sí, señor.

Deubel sonrió fríamente y se marchó a cumplir las órdenes.

– No pensé que fuera tan sensible -comentó Illmann, mirando cómo se iba-. Imagina un detective que no quiere ver el cuerpo. Es como si un bodeguero rehusara probar el borgoña que está a punto de comprar. Inimaginable. ¿De dónde diablos sacas a esos soplapollas?

– Fácil. Hacen una redada y reclutan a todos los que llevan pantalones de cuero. Es lo que los nazis llaman selección natural.

En el suelo, al fondo de la sala, descansaba el baúl que contenía el cuerpo, cubierto con una sábana. Acercamos un par de bultos grandes y nos sentamos.

Illmann retiró la sábana y el olor a cubil de animal que se alzó para saludarme me hizo estremecer y volver la cara automáticamente hacia el aire más respirable que había a mi espalda.

– Sí, no hay duda -murmuró-, ha hecho mucho calor este verano.

Era un baúl de gran tamaño, hecho con cuero azul de buena calidad, con cerrojos y tachuelas de bronce, del tipo que se ven cuando los cargan en esos transatlánticos de lujo que navegan de Hamburgo a NuevaYork. Para su solitaria ocupante, una chica desnuda de unos dieciséis años, solo había una clase de viaje, la clase más definitiva, en la que poder embarcarse. Envuelta en parte en lo que parecía un trozo de tela de cortina marrón, yacía boca arriba con las piernas dobladas hacia la izquierda y un seno desnudo arqueándose hacia arriba como si hubiera algo debajo de ella. La cabeza describía un ángulo imposible en relación con el resto del cuerpo, la boca abierta y casi sonriente, los ojos medio cerrados y, salvo por la sangre incrustada en los orificios de la nariz y la cuerda que le rodeaba los tobillos, casi podría haberse pensado que la chica estaba empezando a despertarse de un largo sueño.

El sargento Deubel, un tipo fornido con menos cuello que un tarro de confitura y un pecho que parecía un saco de arena, llegó con un cuaderno y un lápiz y se sentó un poco separado de Illmann y de mí, chupando un caramelo, con las piernas cruzadas con aire casi desenfadado, visiblemente indiferente a lo que teníamos delante.

Illmann le echó una mirada, calibrándolo, y luego hizo un gesto asintiendo, antes de empezar a describir lo que veía.

– Adolescente, mujer -dijo con solemnidad-, de unos dieciséis años, desnuda y yacente dentro de un baúl de gran tamaño y manufactura de calidad. El cuerpo está parcialmente cubierto con un tejido de cretona marrón y los pies están atados con un trozo de cuerda.

Hablaba lentamente, con pausas entre las frases para que el sargento tuviera tiempo de escribir lo que decía.

– Una vez retirada la tela del cuerpo, se revela que la cabeza está casi totalmente seccionada del torso. El cuerpo muestra señales de una avanzada descomposición, coherente con su permanencia en el baúl durante por lo menos cuatro o cinco semanas. Las manos no muestran señales de heridas causadas al defenderse; las estoy envolviendo para un posterior examen de los dedos en el laboratorio, aunque dado que está claro que se mordía las uñas, supongo que será una pérdida de tiempo.

Cogió dos bolsas de papel grueso de su maletín y le ayudé a sujetarlas cubriendo las manos de la muerta.

– Eh, ¿qué es esto? ¿Me engañan los ojos o es una blusa manchada de sangre lo que tengo delante?

– Parece su uniforme de la BdM -dije observando cómo cogía primero la blusa y luego una falda de color azul marino.

– Qué amable por parte de nuestro amigo el enviarnos su ropa sucia. Y justo cuando empezaba a pensar que se estaba volviendo un poco demasiado previsible. Primero la llamada anónima al Alex y ahora esto. Recuérdame que mire la agenda por si acaso fuera mi cumpleaños.

Algo más atrajo mi mirada y me incliné para sacar del baúl el pequeño trozo de cartulina rectangular.

– El carné de identidad de Irma Hanke -dije.

– Bueno, eso me ahorra el trabajo, supongo. -Illmann volvió la cabeza hacia el sargento-. El baúl también contenía la ropa de la muerta y su carné de identidad -dictó.

En el interior del carné había una mancha borrosa de sangre.

– ¿Crees que podría ser la huella de un dedo? -le pregunté.

Me cogió el carné de la mano y miró atentamente la mancha.

– Sí, podría serlo. Pero no veo qué importancia tiene. Una verdadera huella dactilar sería otra cosa. Sería la respuesta a muchas de nuestras plegarias.

Moví la cabeza negando.

– No es una respuesta. Es una pregunta. ¿Por qué se tomaría un psicópata la molestia de mirar la identidad de su víctima? Quiero decir que la sangre indica que probablemente ya estaba muerta, suponiendo que sea de ella. Entonces, ¿por qué se siente nuestro hombre obligado a averiguar su nombre?

– Quizá para poder decirlo en su llamada anónima al Alex.

– Sí, pero entonces, ¿por qué esperar varias semanas antes de hacer la llamada? ¿No te parece extraño?

– En eso tienes razón, Bernie. -Metió el carné de identidad en una bolsa y lo colocó con cuidado dentro del maletín antes de volver a mirar el baúl-. ¿Y qué tenemos aquí? -Levantó un saco pequeño, pero de aspecto pesado, y miró dentro-. ¿Y qué me dices de esto, no es extraño? -Lo sujetó abierto para que yo lo mirara. Eran los tubos de dentífrico vacíos que Irma Hanke había estado recogiendo para el Programa de Ahorro del Reich-. Nuestro asesino parece haber pensado en todo.

– Es casi como si ese cabrón nos desafiara a atraparlo. Nos lo da todo. Piensa en lo orgulloso que se sentirá si ni así podemos echarle el guante.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Pálido Criminal»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Pálido Criminal» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Philip Kerr - Esau
Philip Kerr
Philip Kerr - Prussian Blue
Philip Kerr
Philip Kerr - January Window
Philip Kerr
Philip Kerr - False Nine
Philip Kerr
Philip Kerr - Hitler's peace
Philip Kerr
libcat.ru: книга без обложки
Philip Kerr
Philip Kerr - Plan Quinquenal
Philip Kerr
Philip Kerr - Gris de campaña
Philip Kerr
Philip Kerr - Berlin Noir
Philip Kerr
Отзывы о книге «Pálido Criminal»

Обсуждение, отзывы о книге «Pálido Criminal» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x