• Пожаловаться

Lawrence Block: 8 millones de maneras de morir

Здесь есть возможность читать онлайн «Lawrence Block: 8 millones de maneras de morir» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Детектив / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Lawrence Block 8 millones de maneras de morir

8 millones de maneras de morir: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «8 millones de maneras de morir»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Por orden médica, Matt Scudder acaba de dejar el alcohol, pero mantenerse sobrio parece más difícil que mantenerse con vida, incluso en una ciudad como Nueva York. Una mole que, como Scudder sabe muy bien, puede aplastar a cualquiera. A pesar de su juventud, Kim también lo sabía, y por so había intentado escapar. Seguro que no merecía la vida de prostituta que el destino le había concedido, y sin duda no merecía la muerte que le tocó, y que Scudder no pudo evitarle. Para redimirse, el ex policía tendrá que encontrar a quien ha convertido a la chica en papilla, y para ello, arriesgar lo que aún queda de sí mismo. Esta novela le valió a Lawrence Block el premio Edgar, y marca un hito en la vida de su gran personaje, Matthew Scudder.

Lawrence Block: другие книги автора


Кто написал 8 millones de maneras de morir? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

8 millones de maneras de morir — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «8 millones de maneras de morir», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Las otras veces en que nos habíamos visto llamaba cada media hora más o menos.

– Y no es sólo yo -seguía diciendo Mary Lou-. Tampoco ha llamado a Fran. La he llamado y me ha dicho que a ella tampoco le había devuelto los avisos que le ha estado dejando.

– ¿Y Donna?

– Ella está aquí conmigo. No queremos quedarnos solas. ¿Y Ruby? Tampoco sé dónde está Ruby. Su número no contesta.

– Está en San Francisco.

– ¿Está dónde?

Le resumí lo que había ocurrido con Ruby. Ella escuchaba y pasaba al mismo tiempo la información a Donna.

– Donna está recitando a Yeats -me dijo-. "Los bordes no aguantan, el centro se tambalea". O algo así. Pero es verdad que todo se está desmoronando.

– Voy a tratar de localizar a Chance.

– ¿Me llamará cuando dé con él?

– La llamaré.

– Mientras tanto, Donna se va a quedar aquí, no haremos ningún cliente y no abriremos la puerta. Ya le he dicho al portero que no deje subir a nadie.

– Bien hecho.

– He invitado a Fran a venir, pero no tiene ganas. Me dio la impresión de estar colocada. La voy a volver a llamar, y en vez de invitarla le voy a decir que venga.

– Buena idea.

– Donna dice que los tres cerditos se van a esconder en la casita de ladrillo, esperando a que el lobo baje por la chimenea. Me gustaría que siguiera con Yeats.

No descubrí nada telefoneando al servicio. Tomaron nota de mi recado con gusto, pero se negaron a decirme si Chance había llamado recientemente.

– Estoy segura que no tardará en ponerse en contacto con nosotros -me dijo una señora-. No me olvidaré de darle su recado.

Llamé a información en Brooklyn y conseguí el número de la casa en Greenpoint. Lo marqué y dejé que sonara una docena de veces. Recordaba lo que me había dicho acerca de los timbres, pero de todas las maneras valía la pena intentarlo, por si acaso.

Llamé a Parke Bennet. La subasta de los objetos de arte africano y oceánico estaba prevista a las dos de la tarde.

Me duché y me rasuré, tomé un bollo y un café y leí el periódico. El Post se las había arreglado para seguir con el Destripador en primera página, pero tuvieron que esforzarse para ello. En el Bronx, en la sección de Bedford Park, un hombre había apuñalado a su mujer tres veces con un cuchillo de cocina, antes de llamar a la policía y contárselo. Esto hubiera ocupado, normalmente, un par de párrafos en una de las últimas páginas, pero el Post lo había puesto en primera página con unos titulares que preguntaban: ¿Lo habrá inspirado el estrangulador del hotel?

Asistí a la reunión de las doce y media y llegué a Parke Bennet unos minutos pasadas las dos. La subasta no se celebraba en la misma sala donde habían estado expuestos los objetos. Para poder sentarse había que estar en posesión de un catálogo de las piezas puestas a la venta, y ese catálogo costaba cinco dólares. Le expliqué al encargado que buscaba a una persona y exploré la habitación con la mirada. Chance no estaba.

El encargado no estaba dispuesto a permitir que me quedara sino compraba un catálogo. Preferí pagar que discutir. Solté los cinco dólares y me hice con un catálogo, una inscripción y un número de comprador. No quería la inscripción, no quería el número, no quería el puñetero catálogo.

Estuve sentado durante casi dos horas, mientras que los lotes eran adjudicados a mazo limpio uno tras otro. A las dos y media ya tenía la certeza de que no iba a venir, sin embargo permanecía sentado porque no se me ocurrió otra cosa mejor que hacer. No presté ninguna atención a la subasta y de vez en cuando miraba a ver si veía a Chance. Cuando faltaban veinte minutos para las cuatro, el bronce de Benín salió a oferta, fue adjudicado por sesenta y cinco mil dólares lo que era un poco más de lo estimado. Era la pieza estelar de la subasta y una gran parte de los ofertantes se fueron tras ser vendida. Yo me quedé unos minutos más, conocedor de que no iba a venir, siempre agarrado al problema que me obsesionaba desde hacía días.

Tenía la sensación de que tenía todas las piezas del caso. Tan sólo restaba ponerlas juntas.

Kim. El anillo de Kim y la chaqueta de visón de Kim. Cojones. Maricón. La advertencia. Octavio Calderón. Cookie Blue.

Me incorporé y me marché. Estaba atravesando el vestíbulo cuando una mesa repleta de catálogos de ventas anteriores llamó mi atención. Cogí un catálogo de una subasta de joyas celebrada hace unos meses y la ojeé. No me dijo nada. Lo volví a colocar en la mesa y pregunté al encargado quién era el experto en joyas y piedras preciosas.

– Usted tiene que ver al Sr. Hillquist -me respondió, y me indicó a que sala dirigirme señalando con el dedo en esa dirección.

El Sr. Hillquist estaba sentado delante de un escritorio de una forma tan espigada que parecía que me había estado esperando todo el día. Me presenté y le dije que me gustaría conocer el precio aproximado de una esmeralda. Me preguntó si podía ver la piedra, y le respondí que no la llevaba conmigo.

– Tendrá que traerla -apuntó-. El valor de una piedra está en función de una serie de variables: Tamaño, color, corte, brillo…

Puse la mano en el bolsillo, toqué el 32, palpé alrededor de él y encontré el vidrio verde.

– Es más o menos de este tamaño -le dije.

Se ajustó al ojo una lupa de joyero y tomó el vidrio de mi mano. Lo observó tenso por un instante, luego clavó el otro ojo sobre mí.

– Esto no es una esmeralda -articuló pronunciando a golpes las sílabas, como si hablara a un niño o a un chiflado.

– Lo sé. Es un trozo de cristal.

– Exacto.

– Pero es el tamaño aproximado de la piedra de la que le estoy hablando. Soy detective privado. Estoy tratando de calcular el valor de un anillo que ha desaparecido. Yo…

– Ah -dijo suspirando-. Por un momento pensé…

– Sé lo que pensó.

Se quitó la lupa del ojo, la posó en el escritorio delante de él.

– Cuando uno está en mi lugar, uno está a la disposición del público. Usted no se puede ni imaginar la gente que me viene a ver, las cosas que me muestran, las preguntas que me hacen.

– Sí, me lo imagino.

– No, no se lo imagina.

Levantó el pedazo de cristal y lo observó negando con la cabeza.

– Sigo sin poder decirle el valor -prosiguió-. El tamaño solo es uno de los elementos que entran en la estimación. También está el color, la trasparencia, el brillo. ¿Está seguro que se trata de una esmeralda? ¿Comprobó su dureza?

– No.

– Entonces podía tratarse de un cristal coloreado. Como el… uhmm, tesoro que lleva consigo.

– Sí, podría tratarse de cristal, pero lo que quiero saber es cuánto podría valer si se tratara de una esmeralda.

– Ya entiendo lo que me quiere decir -observó el cristal y frunció el ceño-. Tiene que entender que prefiero evitar ese tipo de estimaciones. Incluso asumiendo que la piedra fuera una esmeralda auténtica, su valor puede variar muchísimo. Puede tener un precio altísimo o uno bajísimo. Puede tener un defecto importante, por ejemplo; o tener una calidad mínima. Existen empresas de venta por correo que ofertan esmeraldas al quilate por sumas ridículas, cuarenta o cincuenta dólares el quilate, y lo que venden no es bisutería. De hecho son esmeraldas auténticas, si bien su valor como piedra preciosa es cero.

– Entiendo.

– Incluso el valor de una esmeralda que tiene las cualidades de una piedra preciosa. Usted podría comprar una piedra de este tamaño -sopesó el vidrio con la mano-, por unos dos mil dólares. Y eso sería una buena piedra, no un zafiro artificial de Carolina del Norte. Por otra parte, una piedra de la mejor calidad, del más bello color, sin el menor defecto, no ya peruana, sino la mejor esmeralda colombiana, puede subir hasta cuarenta, cincuenta y sesenta mil dólares. Y sólo son cifras aproximadas.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «8 millones de maneras de morir»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «8 millones de maneras de morir» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «8 millones de maneras de morir»

Обсуждение, отзывы о книге «8 millones de maneras de morir» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.