Sophie Hannah - No es mi hija
Здесь есть возможность читать онлайн «Sophie Hannah - No es mi hija» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:No es mi hija
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
No es mi hija: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No es mi hija»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
No es mi hija — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No es mi hija», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
Hago como me dice. Detrás de ella, David sonríe.
– Hay que lavar toda esa ropa. Necesitas ducharte y cambiarte. No permitiré semejante… desaliño en mi casa, no me importa lo mal que estés. Creí que habíamos hablado del asunto y que lo habías entendido, después del incidente del cuarto de baño, pero obviamente me equivoqué.
No se me ocurre qué contestar, así que permanezco en silencio.
– Veo que ni siquiera tienes la decencia de disculparte. -Sé que Vivienne está a punto de imponerme un castigo y me asusta lo que pueda ser. Habla como si la correa se hubiese tensado al límite. Si le digo que lo lamento podría tranquilizarla, pero no encuentro las palabras. Soy un bloque de hielo.
– Muy bien. Haz lo que te dé la gana -dice-. De ahora en adelante no te vestirás más. Cogeré toda tu ropa y la guardaré en el altillo, junto a la de Florence. Puedes llevar un camisón y una bata, como un paciente de psiquiátrico, hasta que cambie de opinión. ¿Has entendido?
– Pero… la prueba de ADN. Me tendré que vestir para eso -me tiembla la voz.
Las mejillas de Vivienne se ruborizan. La he enfurecido al pillarla en un desliz. Claramente, en su rabia se ha olvidado de nuestra cita en el Hospital de Duffield y de su incompatibilidad con la penitencia que ha ideado para mí.
– No quiero oír otra palabra tuya -dice, con los labios finos y blancos por la furia-, Y no soporto verte ni un minuto más con esa ropa sucia y repugnante. ¡No lo toleraré! Quítatela y la lavaré. Deberías avergonzarte de ti misma por dar tanto trabajo a los demás con tus… ¡sucias protestas!
Se vuelve para mirar por la ventana. David me sonríe.
Empiezo a contar mentalmente mientras me quito el jersey. El sujetador blanco que llevo también se ha manchado de naranja y amarillo, así que me lo quito. La sonrisa de David se ensancha. Señala la cinturilla de mis pantalones, donde hay una pequeña roncha de grasa marrón. Sé que Vivienne considera inaceptable hasta la mancha más pequeña en la vestimenta. Con dedos temblorosos, empiezo a quitarme los pantalones, rezando para que la comida no haya manchado nada más.
Vivienne se da vuelta. Cuando me ve, se queda con la boca abierta y empieza a temblarle la piel del cuello.
– ¡Por todos los santos! ¿Qué crees que estás haciendo? -exige.
Me detengo, confundida.
– ¡Súbete los pantalones! ¿Cómo te atreves? ¿Qué piensas que es esto, un salón de masajes? ¿Cómo osas desnudarte en mi cocina?
– Pero… me dijiste que me quitara la ropa para que la pudieras lavar -sollozo. David se cubre la boca con la mano para ocultar su regodeo. De todos modos, Vivienne no se daría cuenta. Está enfurecida por creer que estoy queriendo provocarla deliberadamente. Las lágrimas me resbalan por el rostro y cruzo los brazos para cubrir mi pecho desnudo. No podré aguantar la injusticia o la humillación por mucho más tiempo.
– Creí que querías que lo hiciera inmediatamente -intento explicar, aunque sé que no me servirá de mucho. Vivienne me encuentra repulsiva.
– Quise decir que te fueras arriba, te lavaras y cambiaras, y luego bajaras tu ropa sucia para lavarla. Nunca quise decir que te desvistieses a plena luz del día en mi cocina. ¡La persiana ni siquiera está cerrada! ¡Cualquiera podría verte!
– Lo siento.
– No quiero oírte, Alice. Ve y límpiate y ponte un camisón. ¡Ahora!
Salgo corriendo de la habitación, llorando. Cada vez pienso que ha pasado lo peor, que nada más horrible puede sucederme, y siempre me equivoco. Esta humillación en particular me hiere más profundamente que cualquiera de las demás, porque yo misma la causé. Por supuesto que Vivienne no quería que me desvistiera en la cocina. Debería haberlo sabido. Me hubiese dado cuenta, de no ser por la forma en que la mente enferma de David me ha castigado durante los últimos días, deformando todas mis percepciones, distorsionando la forma en que lo veo todo. Debe haberse divertido mucho al verme sometida a una degradación que él no había planeado y que no esperaba, el darse cuenta de que me ha despreciado hasta el punto en que me encuentro ahora, tan dispuesta a rebajarme.
Me encierro en el cuarto de baño y lloro hasta que mis ojos se reducen a dos rendijas y se me vela la visión. No me atrevo a mirarme en el espejo. Por mucho tiempo, he estado esperando intensamente a que llegue el viernes como una meta. Después, la policía no tendrá otra elección más que involucrarse. Conseguiré ayuda, por fin. ¿Pero en qué clase de persona me habré convertido para entonces? ¿Estaré en un estado adecuado para ser la madre de Florence, incluso suponiendo que tenga la suerte de tener esa posibilidad? Por primera vez, no estoy segura.
Capítulo 32
9/10/03, 20.00 horas
– ¡No entiendo a ninguno de ustedes! -Vinny Lowe sacudió la cabeza cansinamente-. No comprendo por qué están armando tanto escándalo por eso.
– El tráfico de cocaína se castiga con la pena máxima -dijo Simon. Él y Lowe, que parecía un bulldog embutido de tranquilizantes, estaban en la sala de interrogatorios de la comisaría. La abogada defensora de Lowe, una mujer de mediana edad y apariencia ratonil que vestía un traje barato, estaba sentaba detrás de él. Ella no había dicho nada hasta ese momento, solo había suspirado en alguna ocasión.
– Sí, pero no la estaba vendiendo. No había casi nadie allí y era para consumo personal. ¿No hace falta ponerse tan pesado, ¿verdad?
– El director de La Ribera no opina igual. La mercancía estaba escondida en su establecimiento, en la guardería, no había otro lugar mejor. Dentro del mueble del cambiador de bebés. Buen detalle.
– Mi novia es la responsable de la guardería -dijo Vinny.
Simon frunció el ceño.
– ¿Y eso qué coño significa?
– Bueno, ¿dónde más lo podría haber escondido? La guardería era el único sitio al que tenía acceso cuando me pasaba a ver a Donna. ¿Va a perder su trabajo?
– Por supuesto. Te ayudó a ocultar una droga dura en la guardería -le explicó Simon lentamente. Lowe sacudió la cabeza, con los ojos bien abiertos, como sugiriendo que este era un confuso mundo de locos si ocurrían esta clase de cosas. Su abogada suspiró de nuevo.
– Miren, ya he hablado sobre esto con los gorilas que me detuvieron. Y entonces volvieron y me dijeron que tenía que hablar con ustedes también. ¿Cómo es posible?
– Estamos interesados en el cuchillo que encontraron junto a las drogas en el cambiador de bebés.
– Ya se lo he dicho, eso no tiene nada que ver conmigo. Debe ser de Daz.
– ¿Darryl Beer?
– Correcto. Ha estado allí desde no sé cuándo. Solo lo dejé donde estaba.
– ¿Cuánto tiempo es exactamente «no sé cuándo»?
– No lo sé. Un año. ¿Dos años? En realidad no sabría decirle. Siempre estuvo allí.
Simon intentó captar la mirada de la abogada de Lowe. No era de extrañar que ni se molestara en tomar parte en el asunto, con semejante subnormal por cliente.
– ¿El cuchillo apareció en el cambiador de bebés antes o después de que Beer fuese encarcelado?
– ¡Joder, como si pudiera acordarme! Debe haber sido antes, supongo.
– ¿Viste a Beer colocar el cuchillo dentro del cambiador? ¿Te contó algo al respecto?
– No, pero debe haber sido él. Nadie más sabía lo de nuestra guarida. Así es como lo llamábamos -Lowe sonrío.
– Suponiendo que te creyese, ¿cómo tuvo acceso Beer a la guardería de La Ribera? ¿También tenía una novia que trabajaba allí?
– Qué va, pero él y Donna eran compañeros. Los tres lo éramos.
– ¿Pudo haber escondido el cuchillo sin que Donna lo viese?
– Sí, claro. El cambiador está en una habitación separada del lado del cuarto de baño, así que es fácil esconder cosas sin que te vean. -Vinny Lowe parecía henchido de orgullo-. Eso es lo que mola de la guarida -añadió.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «No es mi hija»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No es mi hija» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «No es mi hija» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.