Ruth Rendell - La Crueldad De Los Cuervos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ruth Rendell - La Crueldad De Los Cuervos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Детектив, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Crueldad De Los Cuervos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Crueldad De Los Cuervos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando el marido de Joy Williams, una vecina del inspector Wexford, desaparece misteriosamente nadie imagina que el mundo de Joy se desmoronará por completo. En efecto, sin que ella lo supiese, su marido ocupaba un alto cargo en una empresa de pinturas, ganaba un abultado salario y, aún más desconcertante, estaba casado también con otra mujer. Joy lo creía un modesto vendedor de la empresa con unos ingresos mediocres y, desde luego, un marido modélico. Pero las cosas ya no tienen marcha atrás, pues el cadáver del bígamo ha sido hallado en las afueras del pueblo. ¿Suicidio? ¿Asesinato? ¿Quién era en realidad Rod Williams?… Una nueva incursión de la autora en los extraños entresijos de la mentalidad criminal.

La Crueldad De Los Cuervos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Crueldad De Los Cuervos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Llevaba tiempo en la empresa?

– Toda su vida laboral, creo, y cinco años de director comercial.

– Por lo menos no les será difícil encontrar un sustituto en los tiempos que corren.

– Lo que vamos a hacer es ascender a uno de nuestros mejores representantes comerciales. Ésta ha sido siempre la política de Sevensmith Harding. Ascender a un empleado en lugar de recurrir a alguien de fuera.

Burden se levantó y dijo que debía regresar a la audiencia. Estrechó la mano a Gardner y tuvo la gentileza de farfullar algo sobre que había sido un placer conocerle.

– Permítame que le invite a otra cerveza -dijo Wexford cuando Burden se hubo ido y Gardner comentara, para sorpresa del inspector, que era un tipo simpático.

– Muchas gracias. No creo que nos echen antes de las dos y media, ¿no?

Les sirvieron la cerveza, una de las ciento treinta variedades «auténticas» que el Old Flag afirmaba tener.

– ¿No será por casualidad mi vecino Rodney Williams el representante al que van a ascender?

Gardner le miró con expresión de sorpresa.

– ¿Rod Williams?

– Sí. Vive en la calle siguiente a la mía.

Gardner dijo pacientemente:

– Rod Williams es nuestro antiguo director comercial, el que les he dicho que dimitió.

– ¿Williams?

– Sí, creía habérselo explicado. Quizá no haya mencionado su nombre.

– Alguien se ha equivocado en este asunto -dijo Wexford.

– Usted -repuso Gardner con una sonrisa.

– Sí, supongo que sí. Alguien ha hecho que me equivoque. ¿He de suponer entonces que Williams no era uno de sus representantes y que no se ocupaba de la zona de Suffolk?

– Lo era antiguamente. Hasta hace cinco años. Seguimos nuestra política habitual y cuando nuestro anterior director comercial se jubiló anticipadamente debido a un problema del corazón, ascendimos a Rod Williams.

– Según su esposa, sigue trabajando de representante. Es decir, sigue pasando la mitad de su tiempo vendiendo en Suffolk.

Gardner enarcó las cejas y le dirigió una sonrisa torcida.

– Su vida privada no es asunto mío.

– Ni mío.

Fue Gardner quien cambió de tema. Se puso a hablar de su hija mayor, que iba a contraer matrimonio a finales de verano. Wexford se despidió finalmente prometiéndole que seguirían en contacto y que le diría a Dora que llamase a Pam «para organizar algo». Mientras pasaba por Kingsmarkham camino de su casa, estuvo pensando en Rodney Williams durante un rato. En su matrimonio no había habido lugar para las coartadas. Se preguntó cómo sería la vida de un matrimonio si durante cinco años, y de forma permanente y continuada, hubiera una coartada que formara parte integral de ella. Dejó de intentar ponerse en el lugar de Williams y pensó en ello con imparcialidad.

Lo que había ocurrido quizá era que cinco años atrás Williams habría conocido a una joven con la que querría pasar el tiempo sin necesidad de acabar con su matrimonio. La manera de conseguir esto habría sido guardar el secreto del ascenso a su esposa. Probablemente la joven viviría en Myringham. Cuando Joy Williams creía que su marido se encontraba en un motel de las afueras de Ipswich, éste estaba en realidad viendo a la joven. Habría vivido en su casa, sin duda, y hecho la jornada de nueve a cinco en las oficinas de Sevensmith Harding de Myringham.

Era el tipo de situación ante la cual algunos hombres soltarían una risilla. Wexford no era de esa clase de hombres. Además había otro detalle, un detalle que pocos hombres considerarían gracioso. Si Williams no le había dicho nada a su esposa sobre el ascenso, cabía suponer que tampoco le habría dicho nada sobre el considerable aumento de sueldo que éste suponía. Sin embargo no había más misterio que ése. Williams había escrito a la empresa y Joy había llamado para pedir disculpas. De vuelta en Alverbury Road, Williams estaba quizá intentando colar todavía alguna mentira para evitar que se descubriera todo.

Eran las nueve de la noche y todavía estaba en su despacho, repasando por enésima vez los testimonios que había tomado para acusar de fraude a un tal Francis Wingrave Adams. Todavía dudaba que las declaraciones constituyeran una prueba irrefutable para acusarle, y lo mismo pensaba el abogado que representaba a la policía, aunque ambos sabían que era culpable. Cuando acabaron de dar las nueve (el reloj de la iglesia St. Peter también tenía un sonido apagado, como el de la iglesia de St. Mary Woolnoth), guardó los papeles y echó a andar en dirección a casa.

Últimamente le gustaba ir y volver del trabajo andando. El doctor Crocker se lo había recomendado, indicándole de paso que era poco más de medio kilómetro de distancia. «Entonces prácticamente no merece la pena», había dicho Wexford. «Andar un par de kilómetros al día podría suponer en tu caso una diferencia de diez años de vida.» «¿Significa esto que si anduviese cinco kilómetros podría prolongar mi vida treinta años?» El médico se había negado a responder a aquella pregunta. Wexford, aunque fingió burlarse, había hecho un esfuerzo por obedecerle. A veces sus paseos le llevaban a Tavard Road, más allá del chalet de Burden, y a veces hasta Alverbury Road, donde vivía la familia Williams. Había además una ruta más larga que pasaba por uno de los caminos del prado y que él tomaba de vez en cuando. Aquella noche tenía intención de ir a ver un momento a Burden para hacer una última valoración del caso Adams.

Sin embargo, empezaba a tener la sensación de que había muy poco más que decir acerca de aquel hombre, que había estafado veinte mil libras a una anciana. No hablaría de ello. Lo que haría, en cambio, sería intentar sonsacarle a Burden qué estaba sucediendo en su vida que explicara la depresión que tenía.

Jenny y Burden vivían todavía en el chalet al que éste se había trasladado poco después del final de su primer matrimonio. Después de los más de veinte años pasados, el jardín seguía teniendo aspecto de recién plantado y la hiedra que trataba de trepar por la casa había sido podada despiadadamente. Sólo la puerta de entrada había cambiado. Había sido de todos los colores (Burden era un pintor implacable), aunque el que más le había gustado a Wexford era el rosa. Ahora era de un tono azul verdoso oscuro. El «pavo real oriental Sevenshine», probablemente. Estaba atardeciendo, por lo que encima de la puerta brillaba la luz del porche, un farol de cristales emplomados con forma de estrella.

Jenny salió a abrirle. Estaba en la mitad de su embarazo y se le «notaba», como decían las viejas viudas. En lugar de llevar una camisa amplia, tenía un vestido de manga ancha, cuello cuadrado y cintura alta, como el que lleva la mujer que aparece en La carta de Vermeer. Se había dejado crecer su pelo castaño claro y ahora le llegaba a los hombros. Así y todo, Wexford se quedó consternado al ver su aspecto. Parecía cansada y desanimada.

Burden, que había accedido hacía años a dejar de llamar a Wexford «señor», no le llamaba ahora de ninguna manera. Jenny, en cambio, le llamaba Reg.

– Está en el salón, Reg -dijo. Y añadió con un tono realmente extraño en ella-: Yo ya me iba a la cama.

Wexford se sintió obligado a decir que lamentaba pasar tan tarde, pese a que sólo eran las nueve y veinte. Ella se encogió de hombros y respondió que no tenía importancia, aunque lo dijo como dando a entender que nada tenía mucha importancia. El inspector la siguió a la habitación en que se encontraba Burden.

Éste estaba sentado en el cojín del medio de un sofá de tres plazas leyendo la Police Review. Wexford esperaba que Jenny estuviera sentada a su lado, pero no era así. Al fondo de la habitación, junto a una silla, estaba su libro del revés y una labor de punto blanco que, por su aspecto, parecía obra de una persona poco ilusionada por su tarea. En un jarrón de cristal situado en el alféizar de la ventana había unos alhelíes moribundos metidos en cinco centímetros de agua.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Crueldad De Los Cuervos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Crueldad De Los Cuervos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
libcat.ru: книга без обложки
Ruth Rendell
Ruth Rendell - The Bridesmaid
Ruth Rendell
Ruth Rendell - From Doon with Death
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Una Vida Durmiente
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Simisola
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Not in the Flesh
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Falsa Identidad
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Carretera De Odios
Ruth Rendell
Ruth Rendell - Thirteen Steps Down
Ruth Rendell
Отзывы о книге «La Crueldad De Los Cuervos»

Обсуждение, отзывы о книге «La Crueldad De Los Cuervos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x