Unknown - i f495d2cc80b26422

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- ¿Qué... qué quieres decir?- dijo Ron, como si no pudiera dar crédito a sus oídos.

- ¡Tendrás una recompensa por esto!- dijo la señora Weasley cariñosamente.- ¿Qué tal una linda nueva túnica de gala?

- Ya le compramos una- dijo Fred amargamente, y parecía lamentar su generosidad.

- O un nuevo caldero, el de Charlie ya se está herrumbrando, o una nueva rata, siempre te gustó Scabbers...

- Mamá- dijo Ron esperanzado,- ¿puedo tener una nueva escoba?

La sonrisa de la señora Weasley decayó un poco: las escobas eran caras.

- No tiene que ser una buena- se apresuró a agregar Ron.- Sólo...

sólo una nueva para cambiar.

La señora Weasley dudó un momento, luego sonrió.

- Por supuesto que puedes... bueno, más vale que parta si tengo que comprar también una escoba. Los veré después... ¡el pequeño Ronnie, prefecto! Y no se olviden de hacer sus equipajes... un prefecto... oh, soy toda nervios...

Le dio aún otro beso a Ron, se sonó la nariz y salió del cuarto.

Fred y George cambiaron miradas.

- No te importa si no te besamos, ¿no, Ron?- dijo Fred en una falsa voz de ansiedad.

- Podemos hacer una reverencia, si quieres- dijo George.

- Oh, cállense- dijo Ron, enfurruñado.

- ¿O qué?- dijo Fred, con una sonrisa maligna extendiéndose en su cara.- ¿Nos pondrás en detención?

- Me encantaría verlo tratar- dijo George con una media sonrisa.

- ¡Podría si no se cuidan!- dijo Hermione enojada.

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Fred y George soltaron una carcajada, y Ron murmuró:- Déjalo, Hermione.

- Tendremos que cuidarnos los pasos, George,- dijo Fred haciendo que temblaba,- con estos dos en nuestra caza...

- Si, parece que nuestros días de quebrantadores de la ley se terminaron- dijo George sacudiendo su cabeza.

Y con otro sonoro crack! los mellizos desparecieron.

- ¡Esos dos!- dijo Hermione, furiosa, mirando al techo, a través del cual se podía escuchar que los mellizos se partían de risa en el piso de arriba.- No les prestes atención, Ron, sólo están celosos.

- No creo que lo estén- dijo Ron dubitativamente, también mirando hacia el techo.- Siempre han dicho que sólo los torpes se convierten en Prefectos... aunque- dijo en un tono más alegre,-

¡nunca han tenido escobas nuevas! Ojalá pudiera ir con mamá y elegir... nunca podría costear una Nimbus... pero también está la nueva Cleansweep, eso estaría genial... si, creo que iré a decirle que quiero una Cleansweep, sólo para que sepa.

Desapareció del cuarto, dejando a Harry y Hermione solos.

Por alguna razón, Harry encontró que no quería mirar a Hermione. Giró hacia su cama, levantó la pila de ropa limpia que la señora Weasley había dejado sobre ella y cruzó el cuarto para dirigirse a su equipaje.

-¿Harry? Dijo tentativamente Hermione.

-Bien hecho, Hermione.-Dijo Harry, oyendo que su voz no sonaba como siempre, y todavía sin mirar a Hermione.- Brillante.

Prefecta. Genial.

-Gracias- dijo Hermione. –Eeeh... ¿Puedo pedirte prestada a Hedwig para contarle a mamá y a papá? Van a estar realmente satisfechos. Quiero decir, prefecta es algo que pueden entender.

-Sí, no hay problema-dijo Harry, todavía esa horrible voz chirriante que no le pertenecía. –¡Tómala!

Saltó sobre su equipaje, dejó las túnicas al fondo de éste y hizo como si buscara algo. Hermione cruzó el cuarto yendo hacia el ropero y llamó a Hedwig. Pasaron unos minutos. Harry escuchó 177

la puerta cerrarse pero igual se quedó inclinado, escuchando; los únicos sonidos que pudo escuchar fueron de nuevo los gemidos del cuadro vacío y la papelera en la esquina atragantándose con los deshechos de Hedwig.

Se irguió y miró detrás suyo. Hermione se había ido con Hedwig.

Harry cruzó rápidamente el cuarto, cerró la puerta y después volvió lentamente a su cama y se sumergió en ella, mirando fijamente sin ver la comida encima del ropero.

Se había olvidado completamente que los prefectos eran elegidos en quinto año. Había estado tan ansioso por la posibilidad de que fuera expulsado que no había dedicado un solo pensamiento al hecho de que las insignias necesariamente debían ser entregadas a alguien. Pero si lo hubiera recordado... Si hubiera pensado en eso... ¿Qué expectativas habría tenido?

-No esto. Dijo una pequeña y sincera voz dentro de su cabeza.

Hizo una mueca y enterró la cabeza entre las manos. No se podía mentir a sí mismo; si hubiera sabido que la insignia de prefecto estaba en camino, habría esperado que fuera para él, no para Ron.

¿Lo hacía esto tan arrogante como Draco Malfoy? ¿Se veía él superior a los demás? ¿Realmente pensaba que era mejor que Ron?

No, dijo la pequeña voz, desafiante.

¿Sería verdad eso? Tanteó Harry, poniendo ansiosamente a prueba sus propios sentimientos.

Soy mejor que él en Quidditch, dijo la voz. Pero no lo supero en nada más.

Eso era verdad, definitivamente, pensó Harry. Él no era mejor que Ron en las lecciones. ¿Pero que pasaba con las otras lecciones? ¿Qué pasaba con esas aventuras que él, Ron y Hermione habían tenido desde que habían empezado en Hogwarts, frecuentemente arriesgándose a mucho más que una expulsión?

Bueno, Ron y Hermione estuvieron conmigo la mayoría del tiempo. Dijo la voz de la cabeza de Harry.

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No todo el tiempo, pensó harry argumentando con él mismo.

Ellos no enfrentaron a Quirrell conmigo. Ellos no estuvieron frente a Riddle y el basilisco. Ellos no se deshicieron de todos esos Dementores la noche que Sirius escapó. Ellos no estuvieron en ese cementerio conmigo, la noche que retornó Voldemort...

Y el mismo sentimiento de haber sido injustamente que lo había abrumado la noche que había llegado resurgió. Definitivamente hice mucho, pensó Harry indignado. ¡Hice mucho más que cualquiera de ellos!

Pero quizás, dijo la pequeña voz acertadamente, Quizás Dumbledore no elige a los prefectos porque se metan en un montón de situaciones peligrosas... quizás los elige por otras razones... Ron debe tener algo que tú no tienes...

Harry abrió los ojos y miró por entre sus dedos la pata del armario, recordando lo que Fred había dicho: “Nadie en su sano juicio haría prefecto a Ron...”

Harry dio una carcajada breve. Un segundo depués se sintió asqueado consigo mismo.

Ron no le había pedido a Dumbledore que le diera la insignia de prefecto. No era la culpa suya. ¿Iba él, Harry, el mejor amigo de Ron en el mundo, resentirse con él porque no le habían dado una insignia, reír con los gemelos a espalda de su amigo, desearle ruina, cuando, por primera vez, había superado a Harry en algo?

En este punto Harry escuchó de nuevo los pasos de Ron en la escalera. Se levantó, enderezó sus lentes y estampó una sonrisa en su cara cuando Ron entró con un salto.

-¡Ya cayó!-dijo alegremente. Ella dice que me va a comprar una Cleansweep si puede.

-Cool –dijo Harry, y se alivió al escuchar que esa voz en su cabeza había parado. –Escucha, Ron. Bien hecho, amigo.

La sonrisa de Ron se apagó.

-¡Nunca pensé que iba a ser yo!- dijo sacudiendo la cabeza-Estaba seguro que serías tú!

-Bah, supongo que causo muchos problemas. –dijo Harry haciendo eco a Fred.

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-Sí-dijo Ron. –Sí, supongo... bueno, más vale que empaquemos

¿no?

Era extraño como generalmente sus posesiones parecían haberse desparramado solas desde que habían llegado.

La mayor parte de la tarde se les fue en recuperar sus libros y posesiones alrededor de toda la casa y ponerlos en los baúles escolares. Harry notó que Ron no dejaba de cambiar de lugar su insignia de prefecto, primero la puso en la mesita de al lado, después la guardó en el bolsillo del pantalón, y luego la sacó y se la colocó en la túnica arrugada, como viendo el efecto del rojo sobre el negro. Sólo cuando Fred y George la agarraron y le ofrecieron pegársela en la frente con un Hechizo de Pegamento Permanente la escondió en sus medias marrones y cerró el baúl.

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