Abelardo Castillo - Crónica De Un Iniciado

Здесь есть возможность читать онлайн «Abelardo Castillo - Crónica De Un Iniciado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Crónica De Un Iniciado: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Crónica De Un Iniciado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La ambigüedad del tiempo y una Córdoba tan mítica como real, constituyen el escenario propicio para el pacto diabólico y el rito iniciático. Es octubre de 1962. La inminencia de la guerra por la crisis de los misiles en Cuba y un grupo de intelectuales argentinos que asisten a un estrafalario congreso. En ese marco, Esteban Espósito se enamora de Graciela Oribe, fuente de la evocación y la memoria apasionada que dará cauce a esta enigmática historia de amor. De allí en más, las treinta y seis horas en la recóndita Córdoba y la máquina del recuerdo hacen del tiempo un protagonista sustancial, y Espósito asumirá otras búsquedas existenciales que lo conectarán con el delirio, con el ser, con el sentido de la vida y de la muerte y con su parte demoníaca. Y, en una encrucijada, pactará con el Diablo para aceptar una nueva moral y un gran desafío: canjear la vida por la literatura.
Abelardo Castillo maneja los hilos de la incertidumbre y nos da una novela monumental cuyo centro es un saber cifrado: `Hay un orden secreto, el demonio me lo dijo`, confiesa el narrador. Y los lectores sabemos que acceder a esa forma de sabiduría tiene un precio.
En la tradición de Goethe y Thomas Mann, de Arlt y Marechal, deslumbra y emociona la rebosante imaginación, la hondura metafísica y la perfecta arquitectura de Crónica de un iniciado.

Crónica De Un Iniciado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Crónica De Un Iniciado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Antes de que me lo preguntaras dije que no me pasaba nada. Vi un camioncito con un altoparlante en el techo.

– Por qué no se encuentran -habías dicho-. Por qué no se juntan y se van a vivir a una isla, los seres como ellos. -Y yo advertí demasiado tarde que hablabas de algo que hubiera sido interesante escuchar. Un nombre que sonaba como Mariano quedó diseminado en el aire, y, mucho antes, la palabra destrucción. -Hacen que uno se sienta, no sé, culpable. Parece que estuvieran reclamando del mundo cosas extraordinarias. -Te apoyaste en el parapeto, mirando el agua. -Vos has visto, por ejemplo, cómo te mira Inés.

Dije que no.

En el límite de las casas, del otro lado del puente, un camioncito lejano y fragoroso anunciaba la cartelera de los cines y un baile o un remate. También anunciaba otra cosa, algo inminente que iba a ocurrir, sin mí, en un Buenos Aires tan remoto como si perteneciera a otro mundo o a otra vida. El altoparlante gritó una fecha. Eso es hoy, pensé. Volvió a oírse la música y sentí que en alguna parte del atardecer se desataba una marejada violenta, algo para lo cual la palabra tristeza no alcanza pero que era justamente eso, una tristeza pura y absoluta, sin aleación de ninguna otra cosa, sin dolor, sin culpa, sin arrepentimiento, sin nada que no fuera una tristeza de muerte. Entonces se trataba de esto, pensé. Estoy en Córdoba y debería estar allá. O algo peor, estoy en Córdoba como podría estar allá.

– Por qué te reís -preguntaste.

Dije que no estaba nada seguro de estar riéndome y vos aclaraste que no era exactamente reír, no a carcajadas, sino más bien una sonrisa.

– Sí -dije yo-. Otros le llaman amor a la Naturaleza. Este puente, el atardecer. Mira qué árboles, mira el trabajo que se toma aquel pajarito para controlar su territorio. Ya corrió a tres. Oí el escándalo que arma ese camión. Sin contar la tormenta que se viene. Uno podría ahorcarse de la alegría.

Metí la mano en el bolsillo interior del saco y palpé los anillos, junto al pasaje de regreso a Buenos Aires. Tres anillos. El mío y los otros dos. "Guárdalos, tenelos vos si querés." Habían pasado siete años, estábamos junto al relieve descomunal de los amantes y la música de fondo había cambiado. Entre los árboles giraba una calesita como un astro gimiente a punto de extinguirse. La música, si no recuerdo mal, era En un bosque de la China. O tal vez Por cuatro días locos. Por cuatro días locos que vamos a vivir, por cuatro días locos te tenés que divertir. La música de fondo del mundo real no siempre se ajusta al significado profundo de la vida. O a lo mejor sí, a lo mejor es sólo en la vida real donde se ajusta. "Aunque lo más probable", dijo ella junto al relieve, "es que los pierdas." Dentro de un año, dijo él. A esta misma hora; en este mismo lugar. Entonces ella le puso una mano sobre la boca y sonrió. "No vas a venir, Esteban", dijo dulcemente. "Ninguno de los dos va a venir."

– Y qué más -me oí decir.

– Cómo qué más. Te parece poco un elefante.

Porque de este lado del puente de piedra vos habías estado hablando de un elefante o un león, ya no recuerdo, pero sé que era poderoso y feroz y vivía en el lavadero o en la leñera de tu casa, aunque sólo por la noche. Había venido de África (¿cómo?) caminando, cómo iba a ser, los elefantes no vuelan, y si vos querías, él (¿quién?), el león, o de qué estábamos hablando, yo no debía ser tan papamoscas y debía poner mucha atención en las cosas que me contabas, él era capaz de realizar actos prodigiosos, o inesperados y malignos, como casarse con Ana Laura (¿Ana Laura?), naturalmente, pero eso cuando eras chica porque un día habías crecido y los actos prodigiosos y malignos ya fueron de otra naturaleza y la leñera era un pabellón de caza, aunque los encuentros seguían siendo siempre por la noche, y su poder sobre vos era inmenso (¿qué te pedía que hicieras?), nada, ninguna mujer hace nada si no quiere o porque alguien se lo pida (¿y él?), el león también hacía las cosas sin que nadie se las pidiese, a un ser tan sobrenatural no se le pueden andar exigiendo demostraciones, pero tal vez yo era de veras un poco ganso y no comprendía que lo extraordinario de tener un amor secreto y extraordinario era justamente eso, que una podría pedirle todo, si quisiera.

– ¿Un amor secreto?

– Un elefante.

El camioncito se había alejado hacia el poniente por una calle ondulada y sinuosa. De vez en cuando volvía a verse, un poco más diminuto, en algún recodo o en una loma. De un momento a otro iba a regresar; mientras tanto, oír sólo el rumor de los truenos y de los animales que ingresaban en la noche, era como una tregua. Te pedí que me hablaras de tu adolescencia.

– Nada notable. Ni luciérnagas en un frasco ni flores secas en los libros. Ya te hablé anoche de todo eso.

– Anoche me hablaste de Monelle, no de vos. Y de caminatas a la orilla del mar, descalza.

– Yo nunca te hablé del mar. Pero también hubo un mar. Yo tenía cinco o seis años y fuimos a pasar el verano a la casa de tía Angelina. La casa daba a la bahía. Había un faro y un parque de arrayanes. El jardinero se llamaba Lucas. Sí, ya sé que estás pensando que cinco o seis años no es la adolescencia y que nunca se han visto arrayanes cerca del mar, pero a mí me gustaban esa casa y ese faro. La última vez que los vi tenía catorce años. Lo demolieron todo.

– Quién es Patricio.

Un pájaro chilló largamente, detrás de los últimos sauces. Me pediste un cigarrillo. Te lo di.

– Patricio es el tío Patricio -dijiste con voz opaca-. Y no tiene nada que ver con el mar.

– Sos ambigua. Tu elefante era mucho más real que esto.

– Mi león. -Ahora te reías. -Soy ambigua y terriblemente misteriosa y no me canso de decir mentiras. Desde chica me recuerdo inventando las mentiras más fantásticas.

– Yo también; pero no es eso. Vos hablas envolviendo los hechos. Ciertos hechos.

– Como cuáles.

– Eso es justamente lo que me gustaría saber. Allá lejos me pareció ver otra vez el camioncito. Volvía. Un campanario llamó a la oración de la tarde.

– Al principio siempre es ambiguo -estabas diciendo. Y yo pensé al principio de qué, de qué cosa que ocurre siempre. -Lo desconocido está rodeado de misterio y por eso es hermoso. Patricio tiene razón. Conocer a la gente es como matarla.

En la tarde se abrió como un túnel, uno de esos huecos donde realmente ocurren las cosas. Sentí que te volvías lejana, como alguien a quien se ha conocido hace mucho tiempo y cuyos rasgos apenas pueden ser reconstruidos por la memoria o la imaginación, pero no sólo así, no sólo lejana en esa dirección que llamamos tiempo y que al fin de cuentas es siempre contigua y alcanzable por el recuerdo, sino, pensé, lejana de un modo casi absoluto, casi físico, como cuando de chico invertía las lentes de un prismático y los objetos eran lanzados prodigiosamente a regiones remotísimas, o como cuando despertaba en plena noche, también durante la infancia, con el cuerpo envuelto por la fiebre, viendo que mi padre y mi madre seguían sentados al borde de la cama, pero tan distantes, tan inalcanzables, y oía el sonido de sus voces huecas sin comprender las palabras.

Te besé. Pasó un momento antes de que cerraras los ojos. Sentí otra vez el pavor de tu cuerpo y el rechazo instintivo de tu boca. Después, como se siente crecer una Ola, sentí que te abandonabas a mis manos con desesperación y desafío. Te aparté.

– ¿Por qué? -dijiste-. Eso, lo que acabas de hacer. ¡Por qué me apartaste? -Tenías los ojos muy abiertos, como si volvieras de caminar por una casa a oscuras. -No, no me lo digas… Oíme, por favor… No me hagas nada malo. -Hablabas con la vehemencia desamparada de una loca. -Nunca me hagas nada malo, ni dejes que te lastime.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Crónica De Un Iniciado»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Crónica De Un Iniciado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Crónica De Un Iniciado»

Обсуждение, отзывы о книге «Crónica De Un Iniciado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x