Manuel Montalbán - La Rosa de Alejandría

Здесь есть возможность читать онлайн «Manuel Montalbán - La Rosa de Alejandría» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La Rosa de Alejandría: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La Rosa de Alejandría»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Manuel Vázquez Montalbán acaba de sacar por sexta vez de su madriguera al atípico detective privado Pepe Carvalho. Los lectores que se apunten a esta nueva investigación del sabueso galaico-apátrido-catalán pueden estar tranquilos y seguros. Lo que el autor promete y ofrece es la acreditada y atrayente fórmula de un asesinato con connotaciones estéticas -la víctima es, en este caso, una dama a la que han deshuesado y despedazado científicamente- y sociológicas: una trama de pasiones, separaciones y fatales encadenamientos de circunstancias enmarcada en la reciente historia hispana. Todo ello aderezado con los finos toques de cocina (que no gastronomía), erotismo, crítica literaria recreativa (o vindicativa, pues Carvalho purga su biblioteca quemando los libros, como el Quijote) y recuperación de sentimentalidades auténticas que proporcionan Carvalho y su clan de marginados entrañables.

La Rosa de Alejandría — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La Rosa de Alejandría», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Charo se durmió en el sofá. Carvalho le contó las arrugas aún suaves, apreció la caída aún sutil de la carne de las mejillas, los anillos de la piel del cuello y trató de borrar con la yema de los dedos la invasión del tiempo. La madurez de Charo era su vejez anunciada. Buena parte de la noche se la pasó activando el fuego y el deseo de dormir le llegó cuando empezaba a clarear y la ciudad emergía al pie de la montaña como una maqueta bajo la contaminación flotante como una propuesta de techo negro. Se tumbó en la cama y le despertó horas después la agresión del teléfono. Al otro lado del hilo la voz calmada y didáctica del abogado.

– Mi cliente saldrá dentro de dos horas. Le han aplicado una fianza de un millón de pesetas.

– ¿De qué cliente me habla? Creía que tenía dos.

– Desgraciadamente el juez ha dictado prisión provisional sin fianza para Andrés. En parte le ha perjudicado la imagen que da su trabajo y en parte necesitan un rehén hasta que se confirme la detención de Ginés Larios. Creo que es cuestión de días. Ya he hablado con don Narciso y se ha comprometido a pagar la fianza cuando el juez la fije para su amigo.

Creo que todo se resolverá favorablemente. ¿Sería tan amable de comunicarle todo esto a la madre de Andrés?

– ¿Por qué no lo hace usted?

– He tratado de hacerlo, pero se ha puesto un tipo maleducado al teléfono que me ha hecho un mitin. Su tesis era elemental: los ricos a la calle y los pobres al talego. Ha sido imposible razonar con él.

Carvalho colgó el teléfono y anduvo por el jardín, corrigiendo el incorregible abandono de las plantas, agradeciendo a los pinos su voluntad de sobrevivir pese a su desdén y rumiando furias íntimas que no pudo aplazar y le llevaron a redactar una nota que dejó al alcance de la durmiente Charo y a meterse en el coche camino de Montcada. Desde una cabina pública llamó a los padres de Andrés y exigió la presencia de la mujer al otro lado del teléfono, pasando por encima de la ira lloriqueante del parado. No la dejó muy tranquila, pero en el fondo tenía ganas de tener esperanza. Luego se fue hacia Electrodomésticos Amperi. Aún era hora hábil de comercio, pero habían cerrado el establecimiento y entre el enrejillado de la puerta podía leerse una nota en la que se decía que por causas familiares la tienda permanecería cerrada durante unos días. Dio la vuelta a la manzana y se apostó en el callejón a donde iba a parar la salida de la trastienda.

Todo olía a polvo de cemento y a salchichas de Frankfurt. Desde su posición, la entrada en el callejón era una puerta abierta a cualquier cosa o a nada. Igual el autodidacta iba a lamerse las heridas a otra parte, pero la lógica de su conducta le llevaba a aquel escenario y su conducta fue lógica porque se enmarcó a las dos de la tarde en la entrada del desfiladero, contuvo el paso cuando divisó a Carvalho, pero luego avanzó con seguridad hacia él y la cercanía le fue conformando un rostro tan pequeño, mezquino y acristalado como siempre, pero más satisfecho que nunca.

El patio interior, la puerta secreta, el decorado de negocio y cultura, un juguete devaluado en el que Narcís penetraba como si lo recuperara tras una larga ausencia y Carvalho en busca del final de una historia.

– Confiaba en que me dejara descansar unas horas.

– He venido a cobrar.

– ¿Ha descubierto al asesino? Me siento sucio. Tengo una ducha en ese cuartito. En seguida salgo.

Carvalho se sentó en el canto de la mesa, escuchó el crepitar del agua sobre un suelo de plástico, las interrupciones de las manos del autodidacta esparciendo por su cuerpo purificación y libertad. Luego el silencio y la aparición de un personaje que a ojos de Carvalho había adquirido una repentina vejez, aunque pareciera un adolescente recién duchado y mal afeitado, rebozado por una bata de toalla marrón.

– Qué asco de calabozos. Hace años me detuvieron por poner una “senyera” en el Cinc d.Oros, yo era casi un crío, y nada ha cambiado. La misma peste. La misma sordidez. Leí en el periódico que había visitado los calabozos el ministro socialista de Gobernación. Le debieron enseñar la suite del jefe superior.

– Allí se ha quedado Andrés.

– No exactamente allí. A él le han trasladado del juzgado a la Modelo.

Es cuestión de días. Me siento responsable de lo ocurrido y pagaré su fianza, pero es indispensable que vuelva ese marino.

– ¿Le conoce?

– Comprendo que sienta curiosidad por todo lo que no sabe. La historia en cierto sentido es fascinante, lo fue desde el comienzo y lo es porque yo ayudé a que lo fuera. Y esto se lo digo aquí, sin testigos. Lo negaría fuera de aquí. Esta habitación casi no existe.

El autodidacta se pone whisky largo. Carvalho rechaza toda bebida.

Está a merced de su cliente y empieza a pensar en voz alta:

– Encarna viajaba a Barcelona para huir de su mediocre existencia de advenediza de provincias y un buen día se encontró a su antiguo pretendiente por la calle. Ocurrió lo lógico y montó su vida para que los viajes a Barcelona coincidieran con los arribos de “La Rosa de Alejandría”, pero algo ocurrió para que lo que inicialmente fue un adulterio casi forzado y estimulante se convirtiera en una sórdida historia de prostitución, crimen y sadismo. Y en ese algo, sin duda, interviene usted, señor Pons.

No sé cómo pero usted entra en contacto con ella y le ofrece un nido de amor que ella utiliza para sus encuentros amorosos y comerciales…

– Para los amorosos no. O muy al principio de todo. Pero siga pensando en voz alta, me relaja. Luego diré la mía.

– … Tal vez había una relación amorosa desigual, como suele ocurrir, y el marino desconocía la verdad, toda la verdad de la doble conducta de Encarna hasta que un día la descubrió y la mató. O quizá la mató uno de sus amantes comerciales. O usted mismo…

– No sea necio. Si la hubiera matado yo mismo no habría ayudado a desencadenar esta investigación.

– … Éste es otro aspecto de la cuestión. Usted, señor Pons, se entera del crimen y sabe que de llegar la policía a la verdad del proceso aparecerán sus propias responsabilidades, pero no está en condiciones de tomar la iniciativa de ir a declarar porque no puede darse por enterado de que el crimen se ha cometido. Usted ha de poder hacerse pasar por elemento pasivo, que se comporta a remolque, por miedo a ser sospechoso. Llegado el momento en que la policía aparezca ha de aceptar una serie de cosas; que conocía a la víctima, que le prestó un piso y nada más. Y para que la policía le lleve a esa hora a la vez de la verdad y de la liberación necesita que yo remueva el asunto y por un conducto o por otro fuerce a la policía a intervenir. Para ello ha jugado con los sentimientos de la familia de la muerta, conmigo, con el presunto asesino. “Chapeau” señor Pons, observe que desde hace rato le llamo señor Pons porque he empezado a respetarle.

Hasta hace unas horas usted me parecía un loco fraguado en esta subbiblioteca teatral, pero he cambiado de opinión. Es usted un peligroso “voyeur”…

– No lo sabe usted bien.

– … De todas maneras pronto entrará en juego otro elemento hasta ahora silencioso: el marino. Contará su versión de los hechos y puede haber sorpresas. Yo de momento me reservo una duda.

– Yo le puedo asegurar que el marino es el asesino. Eso no lo dude.

– Tal vez eso sea indudable. Pero sí dudo que, según las características del personaje, o por lo que yo sé, a continuación se dedique a trocear a la mujer. Es un ejercicio macabro que no encaja.

– No. No encaja. En eso ya no puedo ayudarles, ni a usted ni a la familia de Encarna, que, aquí, entre nosotros, era una mujer singular. No puedo ayudarles por mi propia seguridad, pero yo sé o supongo exactamente qué pasó después del crimen. Aún me siento demasiado cansado para empezar a contarle todo lo que sé, señor Carvalho. Usted es un recién llegado a este asunto. Yo lo llevo entre ceja y ceja desde hace tres meses, desde hace tres años, desde el momento en que conocí a Encarna casualmente. Es cierto que hasta cierto punto he jugado con personas que no podían tener la visión de conjunto que yo sí tenía.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La Rosa de Alejandría»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La Rosa de Alejandría» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Manuel Montalbán - El hombre de mi vida
Manuel Montalbán
Manuel Montalbán - El laberinto griego
Manuel Montalbán
Manuel Montalbán - O César o nada
Manuel Montalbán
libcat.ru: книга без обложки
Manuel Montalbán
Manuel Montalban - Los Pájaros De Bangkok
Manuel Montalban
Manuel Montalbán - Sabotaje Olímpico
Manuel Montalbán
Antonio García Montalbán - Coloquio de los centauros
Antonio García Montalbán
Rosa Beltrán - Rosa Beltrán
Rosa Beltrán
Manuel Alejandro Hernández Ponce - Diplomacia y revolución
Manuel Alejandro Hernández Ponce
Отзывы о книге «La Rosa de Alejandría»

Обсуждение, отзывы о книге «La Rosa de Alejandría» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x