– No, no, no es eso -replicó Declan a la defensiva-. Es que nos han dicho que esta noche quizá vendrá un tipo de una discográfica a vernos actuar. -¡Fantástico!
Holly se alegró por su hermano. Era obvio que aquello significaba mucho para él y se sintió culpable por no haberse interesado nunca hasta entonces. Miró alrededor para ver si localizaba a algún tipo con pinta de trabajar en una discográfica. ¿Qué aspecto tendría? Tampoco era de esperar que estuviera senrado en un rincón, tomando notas frenéticamente en un bloc. Por fin reparó en un hombre mucho mayor que el resto del público. Iba vestido con una chaqueta negra de piel, pantalones negros de sport y camiseta del mismo color. Estaba de pie con los brazos en jarras, mirando fijamente hacia el escenario. Sí, sin duda era el tipo de la discográfica, pues iba sin afeitar y daba la impresión de no haberse acostado en varios días. Seguro que llevaba toda la semana pasando las noches en vela para asistir a conciertos y bolos y probablemente dormía de día. También era muy probable que oliera fatal. No obstante, quizá sólo fuera un bicho raro a quien le gustaba frecuentar el ambiente estudiantil para comerse con los ojos a las jovencitas. No dejaba de ser una posibilidad.
– ¡Está allí, Deco! -exclamó Holly, levantando la voz por encima del ruido y señalando hacia el hombre.
Declan se mostró excitado y dirigió la mirada hacia donde le indicaba Holly. Su sonrisa se desvaneció, evidenciando que conocía al sujeto en cuestión. -¡No, ése es Danny! -gritó Declan, y silbó para atraer su atención. Danny volvió la cabeza varias veces tratando de averiguar quién le llamaba, asintió al localizar a Declan y se dirigió hacia ellos.
– Qué pasa, tío -dijo Declan, dándole la mano.
– Hola, Declan. ¿Está todo listo? -preguntó el hombre, un tanto inquieto.
– Sí, tranquilo -contestó Declan con aire indiferente. Sin duda alguien le había dicho que para estar en la onda debía actuar como si nada importara.
– ,La prueba de sonido ha ido bien? -insistió Danny, ávido de información.
– Ha habido algún problemilla, pero lo hemos resuelto. -Entonces, ¿todo está en solfa?
– Claro.
– Bien. -Su expresión se relajó y se volvió para saludar a Holly-. Perdona que no te haya hecho caso antes. Soy Daniel.
– Encantada. Yo soy Holly.
– Oh, lo.siento-interrumpió Declan-. Holly, el propietario; Daniel, mi hermana.
– ¿Hermana? Vaya, no os parecéis en nada.
– Gracias a Dios -dijo Holly a Daniel, procurando que Declan no la oyera. Daniel se rió.
– ¡Eh, Deco, empezamos! -le gritó un chaval con el pelo azul. -Hasta luego -se despidió Declan, y se encaminó al escenario.
– ¡Buena suerte! -le deseó Holly-. Así que eres un Hogan -dijo, volviéndose hacia Daniel.
– Verás, en realidad soy un Connolly. -Sonrió y añadió-: Me quedé con el negocio hace unas semanas.
– Vaya, no sabía que lo hubiesen vendido -dijo Holly sorprendida-. ¿Y vas a cambiarle el nombre por el de Connolly's?
– No me caben tantas letras en la fachada. Es un poco largo. Holly se echó a reír.
– Bueno, todo el mundo conoce este sitio como Hogan's. Probablemente sería una estupidez cambiarle el nombre -observó Holly.
Daniel asintió.
– En realidad, ésa es la verdadera razón para no hacerlo. De pronto Holly vio a Jack en la entrada y le hizo señas.
– Siento mucho llegar tarde -se excusó Jack-. ¿Me he perdido algo? -preguntó, dándole un abrazo y un beso.
– No, van a comenzar ahora. Jack, te presento a Daníel, el propietario. -
Encantado de conocerte-dijo Daniel, estrechándole la mano. -¿Sabes si son buenos? -preguntó Jack, señalando con el mentón hacia el escenario.
– A decir verdad, nunca les he oído tocar-respondió Daniel no sin cierta preocupación.
– ¡Muy valiente por tu parte! -bromeó Jack.
– Espero que no demasiado -dijo Daniel, volviéndose hacia el escenario que los músicos ya habían ocupado.
– Reconozco algunas caras -dijo Jack a Holly, paseando la mirada entre el público-. La mayoría no ha cumplido los dieciocho.
Una jovencita vestida con tejanos rotos y una camiseta que no le tapaba el ombligo pasó junto a Jack, sonriendo insegura. Se llevó un dedo a los labios como para indicarle que se callara. Jack también sonrió y asintió con la cabeza. Holly miró a Jack inquisitivamente.
– ¿A qué venía eso? -preguntó.
– Es alumna mía de inglés. Sólo tiene dieciséis o diecisiete. Pero es una buena chica. Jack la observó mientras se alejaba-. Aunque más le vale no lle tarde a clase mañana.
Holly vio a la muchacha apurar una jarra de cerveza con sus amigos y deseó haber tenido un profesor como Jack en el instituto. Todos los estudiantes parecían adorarlo. Y era fácil entender por qué; Jack era de esa clase de personas que se hacen querer.
– Mejor será que no le digas que son menores -sugirió Holly entre diences, señalando con la cabeza hacia Daniel.
El público aplaudió y vitoreó a los artistas, y Declan adoptó un aire taciturno mientras se colgaba la guitarra al hombro. En cuanto empezaron a cucar, fue imposible mantener ninguna clase de conversación. El público comenzó a pegar saltos, y continuamente Holly recibía un pisotón. Jack la miraba v se reía, divertido por su evidente incomodidad.
– ¿Puedo invitaros a un trago? -vociferó Daniel, haciendo un gesto de beber con la mano.
Jack le pidió una jarra de Budweiser y Holly optó por un 7UP Observaron a Daniel abrirse paso entre el gentío y saltar al interior de la barra para preparar las bebidas. Regresó poco después con las bebidas y un taburete para Holly. Volvieron a fijar su atención en el escenario para ver la actuación de su hermano. La música no era exactamente del estilo predilecto de Holly, y sonaba tan fuerte y atronadora que le resultaba difícil saber si tenía algo de buena. Estaba a años luz de los relajantes sonidos de su CD favorito de Westlife, de modo que quizá no se hallara en condiciones de juzgar a los Black Strawberries. Aunque en realidad el nombre del grupo ya lo decía todo.
Después de cuatro canciones, Holly ya no pudo más. Se despidió de Jack con un abrazo y un beso.
– ¡Dile a Declan que me he quedado hasta el final! -gritó-. ¡Encantada de conocerte, Daniel! ¡Gracias por la bebida! -Y emprendió el camino de regreso a la civilización y el aire fresco. Los oídos siguieron zumbándole durante el trayecto de regreso a su casa en coche. Cuando llegó, eran más de las diez. Sólo faltaban dos horas para que ya fuese mayo. Y eso significaba que podría abrir otro sobre.
Holly estaba sentada a la mesa de la cocina tamborileando nerviosamente con los dedos sobre la madera. Bebió de un trago su tercera taza de café y estiró las piernas. Aguantar despierta durante dos horas más le resultó bastante más complicado de lo que había supuesto, era obvio que aún estaba cansada por haberse pasado de rosca en su fiesta. Repiqueteó con los pies debajo de la mesa sin seguir ningún ritmo en concreto y luego volvió a cruzar las piernas. Eran las once y media. Tenía el sobre encima de la mesa delante de ella, casi podía ver cómo le sacaba la lengua y le decía: «Toma, toma.»
Lo cogió y empezó a manosearlo. ¿Quién se enteraría si lo abría antes de hora? Sharon y John probablemente ni se acordarían de que había un sobre para el mes de mayo, y Denise seguro que estaría durmiendo como un tronco después del estrés de sus dos días de resaca. Además, lo tenía muy fácil para decir una mentira suponiendo que le preguntasen si había hecho trampas, aunque lo más plausible era que no les importase nada. Nadie lo sabría y a nadie le importaría.
Pero eso no era del todo cierto. Gerry lo sabría.
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