Atraía poderosamente su mirada la figura de aquel hombre mayor que iba dormido, su gran cabeza echada atrás sobre aquella espalda de osito de peluche desgastado; y aunque Ogi estaba trabajando para él, no lograba entender bien esa parte de su personalidad que iba orientada a la búsqueda de "lo espiritual". Aquel hombre, diez años antes, negó la doctrina que él mismo había propagado y apostató de su iglesia. Y ahora que emprendía nuevas actividades, tampoco estaba ofreciendo nuevas enseñanzas que sustituyeran a las antiguas. Y estaba también aquel joven -cuya actitud aún le resultaba a Ogi difícil de entender- que había pedido cita para hablar con Patrón de temas espirituales, y esa entrevista le correspondía a él concertársela.
Por todos los diablos, ¿por qué especie de hado se vería él ahora compartiendo el mismo viaje con aquellas personas, como embarcados todos en lo mismo? Siendo un hecho cierto que estaban juntos, también era verdad que allí los acontecimientos se sucedían como una continua sorpresa. El mismo hecho de formar él parte de ese grupo, en el cual además estaba incluida Bailarina, figura que rompía todos los esquemas, le ofrecía unas perspectivas de lo más interesantes.
La casa de campo adonde Ogi llevaba a Patrón y a sus acompañantes se asentaba en una gran porción de tierra que su abuelo había obtenido originariamente cuando la altiplanicie de Nasu empezó a conocer su desarrolio, y tras muchos anos seguía siendo posesión de la familia. Cuando la expedición de Patrón llegó allí, empezaba a clarear, si bien las nubes colgaban bajas y el cielo se mantenía oscuro. Aunque se veían otras dos o tres casas más a través de una arboleda de hoja caduca que, desnuda de follaje, dejaba campo libre a la vista, la casa de los Ogi se erigía en medio de un terreno desierto; y era una amplia edificación de estilo occidental. Las sensaciones que Ogi había experimentado de niño, en sus estancias veraniegas allí, diferían de lo que estaba sintiendo ahora.
Decidieron que Ogi se adelantara a entrar en la casa para los primeros preparativos, en tanto que Patrón y los demás permanecían en el microbús. Éste lo había aparcado Ikúo en un camino que discurría entre dos elevaciones de la tierra, al pie de una ladera cubierta de hierba seca. Ogi se aseguró de que funcionaban la luz y el agua corriente, conectó la instalación de gas propano que alimentaba los calentadores, y luego se asomó por una ventana a contemplar el nublado paisaje. El bosquecillo que circundaba la casa era de árboles viejos y ahora sin hojas: allí se alineaban grandes y nudosos árboles, entre los que yacían algunos gruesos troncos cruelmente abatidos por los tifones; entre esto y la sensación de frío que transmitía la tierra, Ogi acabó lamentándose de haber llevado a Patrón a semejante lugar.
Entretanto, Bailarina subió corriendo sola desde el microbús, y le dijo a Ogi que se encargaría de la limpieza, y que ya avisaría a todos mediante una señal cuando la casa se hubiera calentado. Con lo cual Ogi le dejó a ella el resto de los preparativos, y bajó hasta el microbús. Tuvo ocasión de presenciar por primera vez una conversación entre Patrón e Ikúo. Cuando entraba en el cálido microbús, Ogi oyó a Patrón decir:
– Al no ser esto una llanura, tampoco se le puede llamar "tierra yerma", pero tal como está el bosque, sin hojas ya y a punto de caer las primeras nieves, ciertamente despierta evocaciones de ese cariz. El lugar a donde yo accedía en mis trances era como éste.
Ikúo parecía sorprendido.
– Por lo que le he oído a Guiador -dijo-, era más bien como un ambiente onírico.,
– Al terminar un trance y volver a este mundo cotidiano, la primera persona con quien hablaba era siempre Guiador. Por eso, entre la impresión que él ha captado y la mía propia, es difícil decir cuál es la correcta. Con todo, en un paisaje desolado como éste yo me veía confrontado a unos velados destellos blanquecinos… todo esto se acerca a lo que yo sentía.
"Sin embargo, como el tránsito de vuelta desde el lado "de allá" al "de acá" era doloroso, y yo hasta diría que se rne representaba como los dolores de la agonía, resulta un poco contradictorio decir que lo "de allá" es más penoso que lo "de acá", o que aquello era un lugar desolado.
– Creo que Guiador suele hablar de ese mundo de visiones con un tono básico de alegría y luminosidad, en conjunto.
– Lo que yo he contemplado en mis visiones del lado "de allá", lo cuento cuando vuelvo "acá" con palabras delirantes. Eso me lo escucha Guiador y luego me lo expone dándole una ilación lógica. El contenido de sus palabras en tales ocasiones me ha dejado más de una vez atónito, con cierta sensación de desolación.
– ¿Cómo es posible que algo que has contemplado y oído a través de tus visiones -es decir: que tú mismo has experimentado-, al contárselo a otro y luego oírselo contar de vuelta te deje atónito?
– Pues es perfectamente posible -replicó Patrón con energía, mientras miraba con expresión de regocijo a Ikúo, y también a Ogi.
– El primer paso es que te despegas de la realidad "de acá" para irte al lado "de allá" y abrirte a aceptar lo espiritual, ¿no? -dijo Ikúo-. Partiendo de esa base, no me cabe en la cabeza que lo que has dicho desde la perspectiva "de allá", al oírlo de nuevo ya de vuelta, te sorprenda a ti mismo. -¿No será que eso va ligado al destino de las palabras, es decir: que con palabras se habla y con palabras se escucha? Especialmente, cuando se trata de algo relacionado con la trascendencia… La visión que yo capto en mis trances carece de conexión directa con las palabras del lado "de acá". Si mi intención fuera internarme para siempre en el lado "de allá", me bastaría con sumergirme en experiencias que no tengan nada que ver con el lenguaje "de acá". El estar sumergido en ese mundo es para mí la manifestación de Dios, y lo es también todo para mí.
"Yo, a pesar de todo, para volver al lado "de acá" tengo que despegarme de allí, pasando por mucho dolor. Aunque si me mantuviera en silencio después de volver, tal vez no habría lugar a distorsión alguna. Sin embargo, si me estoy así callado, eso equivaldría a no tener la experiencia que he tenido. Guiador es quien me ha hecho ver que no puedo hacer eso, al tiempo que me ha aconsejado poner lo experimentado en palabras, y me ha ayudado a ello.
"Cuando oigo a Guiador contándome mis palabras, ya mejoradas por él, noto con frecuencia que él ha captado una profundidad en ellas de la que yo no era consciente. No puede caber duda de que él es un verdadero guiador, en el sentido de que me aclara ese mundo misterioso. Con todo, yo a veces no me siento cómodo ante eso. Cuando dije que me quedaba "atónito", me refería a esto mismo.
Más exacto que decir que hasta ahí llegó la conversación, sería decir que se produjo un compás de espera. Por la ventanilla del microbús, Ogi percibió un movimiento allá fuera. Descubrió que era Bailarina que salía al porche, y mediante un salto y una pirueta, comunicaba la señal de que la calefacción de la casa funcionaba aceptablemente.
Aparte de que también había allí una chimenea de leña, el calentador de propano de la sala de estar llevaba incorporado un sistema nuevo, con termostato y control de escape de gases. Los tres jóvenes desayunaron allí a base de huevos con beicon, jamón y una ensalada. Bailarina no se quedaba atrás de los otros dos, dando cuenta de una porción muy bien servida. Patrón, como persona mayor en período de convalecencia, tomaba cierto alimento líquido que Bailarina le había traído de Tokio en un termo. Liberados como allí estaban de la rutina diaria de la oficina, Ogi comprobaba sorprendido qué simple cosa era colmar los deseos temporales de Patrón. Lo mismo, sin duda, podría decirse de Guiador.
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