Tracy Chevalier - La dama y el unicornio

Здесь есть возможность читать онлайн «Tracy Chevalier - La dama y el unicornio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La dama y el unicornio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La dama y el unicornio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Siendo quinceañera, Tracy Chevalier vio por vez primera un unicornio y a partir de ese momento quedó fascinada por el animal. Con veinte años viajó a París y allí visitó el Museo de la Edad Media, donde pudo deleitarse ante los hermosos tapices, restaurados, de La dama y el unicornio, que habían sido tejidos presumiblemente en el siglo XV.
Los tapices habían viajado mucho desde que fueron exhibidos por vez primera en el palacio de Jean le Viste, que fue quien los encargó.
Perdidos en el tiempo, fueron redescubiertos en 1841 por el escritor Próspero Mérimeé, inspector de monumentos históricos. La gran escritora George Sand, se convirtió en su defensora y escribió artículos de prensa y alguna novela sobre ellos.
Entre 1490 y 1492 se encargó la confección de 6 tapices cuyo diseño se pudo realizar en París, pero cuya ejecución es de un taller de Flandes, probablemente de Aubusson, Bruselas o sus alrededores. Los tapices, que se conservan en la actualidad en el Museo de la Edad Media de París, están confeccionados con seda y lana tintada y representan los sentidos: el gusto, el tacto, el oído, el olfato, la vista más otro en el que aparece la leyenda `A mon seul desir` (Mi único deseo). En todos ellos aparecen escenas en las que alguna mujer se relaciona con un unicornio además de estar presente un león y con un fondo muy florido de vegetación y animales menores.
Tracy Chevalier viaja en el tiempo y retrata el momento de la creación de la obra de arte a través de la historia de un amor imposible por la que desfilan los hombres que dieron vida a los tapices y las mujeres que les influyeron.
Además del atractivo de la trama, se debe destacar cómo se explica el proceso de creación del tapiz: encargo del cliente, diseño de los dibujos, negociación de precios, plazos y materiales, creación de los cartones a partir de los dibujos, confección del tapiz en el taller por el maestro y los aprendices en el contexto del gremio medieval.

La dama y el unicornio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La dama y el unicornio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Cuéntame qué representan -dijo. Su voz es grave y suave; suave como su manera de andar o de volver la cabeza o de recoger algo o de sonreír. Y cuidadosa en todo lo que hace.

– ¿Qué quieres decir? -pregunté. Mi voz no es tan suave.

– Los tapices. La dama y el unicornio. ¿Qué es lo que cuentan?

– Ah, eso. Bueno; en el primero hay una dama delante de una tienda de campaña en la que están escritas unas palabras. Á mon seul désir -lo leí despacio.

Á mon seul désir -repitió Aliénor.

– El león y el unicornio, sentados, sostienen abiertos los faldones de la tienda, así como la bandera y el estandarte de la familia Le Viste.

– ¿Son muy importantes, esos Le Viste en París?

– Supongo que sí, puesto que mandan hacer unos tapices tan espléndidos. La dama está sacando joyas de un cofre, y luego, en los otros tapices, vemos que las lleva puestas. A continuación hay tres en los que la dama logra que el unicornio se acerque más. Finalmente descansa en su regazo y se mira en un espejo. En el último la dama se aleja con él, sujetándolo por el cuerno.

– ¿Cuál de las damas es la más bonita?

– La que da de comer al periquito. Se supone que, de los cinco sentidos, representa el gusto. También hay un mono que come algo a sus pies. Esa dama está más llena de vida que las demás. Sopla el viento en el sitio donde se encuentran y hace que su pañuelo se agite. Y al unicornio se le ve más alegre.

Aliénor se pasó la lengua por el labio inferior.

– Pues ya no me gusta. Háblame de los otros sentidos. ¿Qué es lo que representa cada uno?

– El unicornio mirándose en el espejo es la vista, y la dama sujetándolo por el cuerno es el tacto. Eso está muy claro. Luego viene el oído, donde la dama toca el órgano. Y en este otro… -contemplé el cuadro-; este otro es el olfato, creo, porque hay un mono que huele una flor sentado en un banco.

– ¿Qué clase de flor? -Aliénor siempre se interesa por las flores.

– No estoy seguro. Una rosa, creo.

– Puedes verlo tú misma, preciosa -Nicolas se había apoyado en el quicio de la puerta y nos contemplaba. Parecía descansado y radiante, como si la bebida no le hubiera afectado. Imagino que en París vive en las tabernas. Se adelantó hacia el interior del taller-. Cuidas de un huerto, según he oído: debes de distinguir un clavel de una rosa cuando lo ves. No creo que mis cuadros sean tan malos como todo eso, ¿eh, preciosa?

– No la llames eso -dije-. Es la hija del lissier . Se la debe tratar con respeto.

Aliénor se había ruborizado, pero no sé si por las palabras de Nicolas o por las mías.

– ¿Qué te parecen mis cuadros, pre…, Aliénor? -insistió Nicolas-. Son hermosos, non ?

– Diseños -corregí-. Son diseños para tapices, no cuadros. Pareces olvidar que sólo se trata de guías para obras que harán otros: el padre y el hermano de Aliénor y los demás tejedores. No tú. Parecerán muy distintos como tapices.

– ¿Tan buenos? -preguntó Nicolas con una sonrisita.

– Mejores.

– No me parece que se puedan mejorar mucho, ¿tú qué opinas?

Aliénor torció el gesto: prefiere la modestia a la jactancia.

– ¿Qué sabes de los unicornios, preciosa? -Nicolas lo dijo con una mirada maliciosa que no me gustó nada-. ¿Quieres que te cuente cosas sobre ellos?

– Sé que son fuertes -respondió Aliénor-. Se dice en Job y en Deuteronomio. «Sus cuernos son como los cuernos del unicornio. Con ellos empuja a los pueblos hasta los extremos de la tierra.»

– Prefiero los Salmos. «Mi cuerno has ensalzado como el del unicornio.» ¿Sabes algo sobre el cuerno del unicornio? -Nicolas me hizo un guiño mientras decía esto último.

Aliénor parecía no escucharlo y, en cambio, arrugaba la nariz con desagrado. Luego lo olí yo, y un momento después, también Nicolas.

– Vaya, ¿qué es eso? -exclamó-. ¡Huele como un barril lleno de orines!

– Es Jacques le Boeuf -dije-. El tintorero de glasto.

– ¿Es así como huele el glasto? Nunca he tenido que acercarme. En París se les obliga a trabajar fuera de las murallas, en un lugar convenientemente apartado.

– Aquí también, pero Jacques viene a la ciudad. El olor se le queda pegado, pero no se puede impedir que una persona se ocupe de su trabajo. Hay que reconocer que tarda poco en resolver sus asuntos.

– ¿Dónde está la muchacha? -la voz atronadora de Jacques le Boeuf nos llegó desde el interior de la casa.

– Georges ha salido, Jacques -le oímos decir a Christine-. Vuelve otro día.

– No es a él a quien busco. Quiero ver a Aliénor, sólo un momento. ¿Está en el taller? -Jacques le Boeuf asomó la greñuda cabeza por la puerta. Su olor hace que los ojos se me llenen de lágrimas-. ¿Qué tal, Philippe, bribón? ¿Dónde está la chica de Georges? ¿Se esconde de mí?

Aliénor se había tirado al suelo para acurrucarse detrás de un telar.

– Ha salido -dijo Nicolas, al tiempo que torcía la cabeza y cruzaba los brazos sobre el pecho-. La he mandado a buscarme unas ostras.

– ¿Es eso cierto? -Jacques avanzó unos pasos, mostrándonos todo su corpachón. Es un tipo grande, semejante a un barril, de barba descuidada y manos manchadas de azul a causa del glasto-. ¿Y quién eres tú para decirle lo que tiene que hacer?

– Nicolas des Innocents. He pintado los nuevos tapices para Georges.

– El artista de París, ¿no es eso? -Jacques también se cruzó de brazos y se apoyó contra el quicio de la puerta-. Aquí no tenemos muy buena opinión de los tipos de Paris, ¿no es cierto, Philippe?

Me disponía a responder, pero Nicolas se me adelantó.

– Yo no me molestaría en esperarla. Le dije que buscara las mejores ostras, ¿entiendes? Sólo las que estén a la altura de un paladar parisiense. Cabe que tarde algún tiempo en encontrarlas, porque no tengo muy buena opinión del pescado que se vende en esta ciudad.

Miré con asombro a Nicolas, preguntándome por qué se atrevía a provocar a un individuo mucho más grande que él. ¿No quería conservar su cara bonita para las mujeres? Oí moverse a Aliénor detrás del telar y traté de no mirar hacia allí. Quizá estaba pensando en salir, para que Nicolas no sufriera las consecuencias de palabras tan imprudentes.

Jacques le Boeuf también pareció sorprendido. No respondió con los puños, sino que entornó los ojos.

– ¿Es esto lo que has hecho, entonces? -se acercó para colocarse a nuestro lado y mirar las pinturas extendidas sobre el suelo. Traté de evitar que su olor me produjera arcadas-. Más rojo que azul. Quizá no me merezca la pena que Georges trabaje en ellos -sonrió y se dispuso a pisar el dibujo de la dama con el unicornio en el regazo.

– ¡Jacques! ¿Qué haces?

La indignación de las palabras de Christine hizo que Jacques le Boeuf se inmovilizara, el pie alzado sobre la tela. Dio un paso atrás, al tiempo que la expresión avergonzada en su cara de gigante resultaba muy cómica.

Christine se le acercó decidida.

– Si es ésa tu idea de una broma, no tiene ninguna gracia. Ya te he dicho que Georges ha salido. Irá enseguida a hablar contigo sobre la lana azul para esos tapices…, si no los estropeas antes. Ya te estas marchando, ahora mismo; tenemos mucho que hacer -abrió la puerta que daba a la calle y se hizo a un lado.

Era como ver a un perro meter a una vaca en el establo. Jacques agachó la cabeza y se dirigió hacia la puerta arrastrando los pies. Sólo cuando ya había salido a la calle se atrevió a asomar la cabeza por una ventana y espetarnos:

– Decidle a la chica que he preguntado por ella.

Cuando estuvimos seguros de que se había ido y su fétido olor empezaba a desvanecerse, Nicolas se inclinó y sonrió a Aliénor tras el telar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La dama y el unicornio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La dama y el unicornio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La dama y el unicornio»

Обсуждение, отзывы о книге «La dama y el unicornio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x