Carmen Posadas - Invitación a un asesinato

Здесь есть возможность читать онлайн «Carmen Posadas - Invitación a un asesinato» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Invitación a un asesinato: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Invitación a un asesinato»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Olivia Uriarte acaba de ser abandonada por su marido. Ha sido reemplazada por una mujer más joven y además está al borde de la ruina.
¿Qué puede hacer? Planear al milímetro su propio asesinato.
¿Cómo? Invitando a todos sus enemigos a un lujoso velero en el Mediterráneo.
Sin embargo… Será su hermana Ágata quien reconstruirá los últimos minutos de la vida de Olivia y buceará en los posibles motivos de cada invitado para asesinarla.
Esto, cambiará su propia vida y la de su hermana.

Invitación a un asesinato — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Invitación a un asesinato», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Supongo que eso no impide que le ofrezcas uno también a Ágata -intervino entonces Miranda, tan solícita como siempre. Y luego, al tiempo que se ponía de pie, añadió-: Venga Cary, aquí tienes los vasos, allí la jarra, sírveselo tú mismo. Yo vuelvo en seguida, que tengo que subir a casa por un cascanueces.

Si fuera amiga de las frases fáciles, ahora diría que aquel oportuno cascanueces me sirvió para acceder al interior de la hermética cabeza de Cary Faithful y descubrir qué secretos pensamientos escondía. Por lo general huyo de este tipo de metáforas pero creo que en esta ocasión la voy a dejar porque no se me ocurre mejor manera de explicar lo sucedido a continuación. Y es que gracias al asunto del cascanueces, desapareció Miranda camino de la casa y estuvo ausente por lo menos quince minutos. Tiempo suficiente para que Cary y yo habláramos de muchas más cosas de las que jamás habría imaginado.

– Ven, sentémonos un poco más allá, en ese banco de la derecha -comenzó diciendo él cuando la vio alejarse y luego, señalando a aquel muchacho desconocido para mí que los acompañaba, añadió-: Es por no despertar a Paul, el pobre estuvo trabajando hasta tardísimo anoche, ni te imaginas.

A mí me habría gustado preguntar quién era Paul y en qué consistía su cansoso trabajo pero me pareció más prudente no hacerlo. Miré, eso sí, hacia su figura dormida, su indudable juventud, la forma inocente en que su cabeza reposaba sobre un pequeño almohadoncillo, como si una mano solícita se hubiera ocupado de que estuviera lo más cómodo posible. Y algo debió adivinar Cary en mi cara porque lo que dijo a continuación y sin más preámbulo fue aquello de que Olivia estaba mucho mejor muerta. He aquí pues la razón por la que me encontraba yo tal como empieza este capítulo: observando a Cary con desconcierto y en la mano un vasito metálico lleno de un líquido amarillo en el que flotaba una lasca de pepino.

Si no fuera porque los ingredientes del Pimm's son bastante inofensivos (en realidad es sólo una especie de ponche de un tipo de ginebra con limonada, el pepino es opcional) tendería a pensar que su efecto sobre las personas era muy similar a un Sparkling Cyanide. Hablo de aquel mejunje que Olivia nos sirvió la noche antes de morir y que, según quien lo tomara, tenía la virtud de soltar la lengua (la de Olivia) o ralentizar la capacidad de reacción (la de todos los demás). En este caso, debo decir, la capacidad ralentizada fue la mía y la lengua desatada la de Cary, porque dijo sin más preámbulo:

– ¿Qué has venido a buscar, Ágata?

Yo no estaba preparada para una pregunta tan directa. Tanto con Kardam como con Sonia San Cristóbal, mi «interrogatorio», digamos, se había desarrollado del modo más cordial. Ahora en cambio, la expresión de Cary era de las que no invitan a cordiales divagaciones, precisamente.

– Piensas que no fue un accidente ¿verdad? -continuó diciendo-. A lo mejor crees que alguno de nosotros cumplió lo que ella misma había vaticinado y la mató. Tienes razón, posiblemente sucedió así, pero a mí no me mires, yo no sé nada.

Una vez caídas las máscaras, me pareció más apropiado dejarme de circunloquios y estrategias. ¿Quién decía aquello de que a los inteligentes y a los desconfiados hay que engañarlos siempre con la verdad, mostrarse con ellos lo más veraz posible para ganar su confianza y lograr que bajen la guardia? ¿No era Jacinto Benavente en Los intereses creados? Yo no consideraba demasiado inteligente a Cary pero sí muy desconfiado, por eso me decanté por hablarle de la manera más directa posible, sin esconderle nada.

– Yo tampoco sé qué pudo pasar, Cary. O mejor dicho, sí sé algunas cosas. Sé, por ejemplo, que Olivia era egoísta, manipuladora, que hizo daño a mucha gente, a todos nosotros en realidad. Por eso no me sorprendería que tuvieras razón y se tratara de una muerte… no natural, digamos. Una que, de ser así, nunca se descubrirá, me temo. Al fin y al cabo, la investigación ya está cerrada para la policía y lo cierto es que a ninguno de nosotros nos conviene que se reabra ¿No crees? Por eso, si quieres que te sea completamente sincera, no sé bien qué estoy buscando, supongo que en el fondo se resume sólo en esto: necesito comprender un poco más a mi hermana.

– No hay nada que comprender. ¿Tú crees que ella trató de entendernos a nosotros? ¿Que le importó un carajo lo que pudiéramos sentir o sufrir? ¿Sabes acaso lo que me dijo cuando intenté hablar con ella por última vez?

– ¿Cuándo lo intentaste? -pregunté yo entonces porque me interesaba mucho marcar los tiempos, saber en qué momento cada uno los presentes había hablado con Olivia antes de su muerte.

Él se encogió de hombros con un gesto mitad de amargura, mitad de desdén. Estuvo pensando unos segundos y al final se decantó por esta respuesta:

– Yo qué sé, no lo recuerdo.

– ¿Fue antes o después del almuerzo? -insistí.

– Después -dijo a regañadientes- pero no tengo ni idea de qué hora sería. Sólo recuerdo que, al subir a cubierta desde mi camarote, me crucé con la madre de Sonia San Cristóbal, que regresaba al suyo. Apuesto que también ella intentó sin éxito convencer a Olivia de algo, razonar, suplicarle. ¿Y sabes lo que me dijo tu hermana cuando llegó mi turno? «Demasiado tarde», ésas fueron sus palabras. «Demasiado tarde para mí, Cary, y por tanto también para ti.» Después me miró con una de esas sonrisas suyas y añadió la muy hija de puta: «No me guardes rencor por lo que voy a hacer. Todo lo oculto sale a la luz tarde o temprano, Cary, tu secreto nunca estará a salvo.» Habló entonces de una grabación en la que, según ella, yo mismo relataba cosas terribles sobre mi vida. Explicó lo que contenía dicha grabación y mencionó detalles explícitos. Habló de delitos que ni siquiera soy capaz de repetir aquí. Pero todo es falso, falso, ¡te lo aseguro! Así se lo dije y ella rió, se reía tanto que yo… aunque al final no hice nada. Me habría gustado, te lo aseguro, pero no pude.

Miré a Cary. Un fino surco húmedo escapaba desde detrás de sus Ray-Ban negras. Él se las quitó un momento para limpiarlas, lo que me permitió ver sus ojos y, ese acto me recordó de inmediato lo sucedido con sus gafas después de la muerte de Olivia, por lo que aventuré:

– Tus Ray-Ban -dije-. Aparecieron junto al cuerpo de Oli, sobre la plataforma de bañistas. Estoy segura de que hay una buena explicación para ello, pero lo cierto es que la policía las encontró allí.

Él levantó la cara, desafiante.

– Sí, y ésa la mejor prueba de que yo no la maté. No soy tan estúpido como para cometer un asesinato y luego dejarme las gafas en el lugar del crimen. Precisamente porque las uso con más frecuencia que otras personas es imposible que se me hayan «olvidado», ¿no crees? Tal vez alguien que no sufra fotofobia hubiera tardado mucho en notar su falta, pero yo me di cuenta de inmediato, en cuanto llegué a mi camarote.

– ¿Y por qué no volviste a buscarlas?

Cary dudó. Por primera vez me pareció que titubeaba, que se mostraba temeroso.

– Yo… -comenzó diciendo, pero se detuvo.

– ¿Tú qué? -insistí en un tono deliberadamente provocador tratando de concitar el mismo enojo, el mismo odio hacia Olivia que le había hecho tan lenguaraz-. Vamos, Cary, contesta a mi pregunta.

– Soy yo quien va a contestarla -dijo una voz suave a mi espalda.

Me volví para ver la cara de Miranda. Su expresión era sonriente, muy serena, igual que la de una responsable institutriz inglesa que se ve obligada a intervenir para justificar la última travesura de su joven pupilo.

– Fui yo a buscarlas, Ágata, yo quien habló con tu hermana y largo rato, además.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Invitación a un asesinato»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Invitación a un asesinato» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Invitación a un asesinato»

Обсуждение, отзывы о книге «Invitación a un asesinato» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x