Arthur Golden - Memorias De Una Geisha

Здесь есть возможность читать онлайн «Arthur Golden - Memorias De Una Geisha» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Memorias De Una Geisha: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Memorias De Una Geisha»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En esta maravillosa novela escuchamos las confesiones de Sayuri, una de las más hermosas geishas del Japón de entreguerras, un país en el que aún resonaban los ecos feudales y donde las tradiciones ancestrales empezaban a convivir con los modos occidentales. De la mano de Sayuri entraremos un mundo secreto dominando por las pasiones y sostenido por las apariencias, donde sensualidad y belleza no pueden separarse de la degradación y el sometimiento: un mundo en el que las jóvenes aspirantes a geishas son duramente adiestradas en el arte de la seducción, en el que su virginidad se venderá al mejor postor y donde tendrán que convencerse de que, para ellas, el amor no es más que un espejismo. Apasionante y sorprendente, Memorias de una geisha ha batido récords de permanencia en las listas de superventas de todo el mundo y conquistado a lectores en más de veintiséis idiomas. Su publicación en Suma coincide con el estreno en España de la superproducción basada en esta novela.

Memorias De Una Geisha — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Memorias De Una Geisha», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Nobu no quiere saber de ti, Sayuri. No me estoy quedando con nada suyo.

En medio de mis confusos sentimientos, no entendía qué quería decir el Presidente.

– Cuando te vi en aquel teatro con el consejero, tenías una expresión en los ojos que me recordó a la que había visto hace muchos años en aquella niña que encontré en la orilla de Shirakawa -me respondió-. Parecías tan desesperada que te habrías ahogado si alguien no te hubiera salvado. Cuando Calabaza me dijo que lo que pretendías es que te viera Nobu, me decidí a contárselo yo mismo. Y cuando él reaccionó enfadándose de aquel modo… pensé que si no te podía perdonar por lo que habías hecho, estaba claro que no era tu verdadero destino.

Una tarde, cuando era una cría allá en Yoroido, un muchachito llamado Gisuke se subió a un árbol para tirarse al estanque. Trepó mucho más alto de lo que debía; y el agua no era lo bastante profunda. Pero cuando le dijimos que no saltara, le dio miedo bajar por si caía sobre las rocas que había bajo el árbol. Fui corriendo al pueblo a buscar a su padre, el Señor Yamashita, que subió despacio la cuesta. Yo me preguntaba si se estaría imaginando el peligro que corría su hijo. Llegó bajo el árbol, cuando el muchacho, ignorante de la presencia de su padre, perdió el equilibrio y cayó. El Señor Yamashita lo agarró con la misma facilidad que si alguien hubiera dejado caer un saco en sus brazos, y lo dejó de pie en el suelo. Todos gritamos de contentos y nos pusimos a saltar en la orilla del estanque, mientras que Gisuke se quedó inmóvil, parpadeando de sorpresa, y en sus pestañas se posaban unas lagrimitas.

Ahora sé lo que debió de sentir Gisuke. Yo estaba cayendo y me iba a estrellar contra las rocas, cuando el Presidente dio un paso y me recogió en sus brazos. Tuve tal sensación de alivio que ni siquiera me podía limpiar las lágrimas que se me escapaban por el rabillo del ojo. Se me enturbió la vista, y la figura del Presidente se desdibujó, pero vi que se aproximaba a mí, y un momento después me había tomado entre sus brazos como si fuera una cobija. Sus labios fueron directamente al pequeño triángulo de carne que mi kimono dejaba al descubierto en el cuello. Y cuando sentí su aliento en él, y la urgencia con la que por poco me devora, no pude remediar recordar una escena de muchos años antes, cuando entré en la cocina de la okiya y encontré a una de las criadas inclinada sobre el fregadero, tratando de ocultar la pera que se estaba llevando a la boca, cuyos jugos le corrían por el cuello. «Me apetecía tanto», me dijo, y me rogó que no se lo dijera a Mamita.

Capítulo treinta y cinco

Hoy, después de casi cuarenta años, recuerdo la noche que pasé con el Presidente como el momento en el que se callaron en mí todas las voces de dolor. Desde el día en que me había marchado de Yoroido no pensaba sino en que cada vuelta de la rueda de la vida traería un nuevo obstáculo a mi paso; y, claro está, eran los obstáculos y las preocupaciones lo que le había proporcionado a mi vida su intensidad. Cuando avanzamos contracorriente cada punto de apoyo adquiere una importancia característica.

Pero mi vida se hizo mucho más dulce y agradable a partir del momento en el que el Presidente se convirtió en mi danna. Me fui sintiendo como un árbol cuyas raíces hubieran encontrado al fin la tierra húmeda y fértil bajo la árida superficie. Nunca había tenido motivos, como ahora, para sentirme más afortunada que otros. Y he de decir que tuve que pasar un largo periodo en aquel estado de felicidad antes de que empezara a serme posible mirar atrás y admitir lo infeliz que había sido en el pasado. Estoy segura de que de otro modo no habría podido hacer la narración de mi vida. Nadie es capaz de hablar honestamente de sus sufrimientos hasta que ha dejado de sentirlos.

La tarde en la que el Presidente y yo tomamos el té en la Ichiríki sucedió algo extraño. No sé cómo, cuando bebí sake de la más pequeña de las tres tazas que utilizamos, se me escapó una gota por la comisura de los labios. Yo llevaba un kimono negro de cinco cenefas con un dragón bordado en rojo y oro que llegaba a la altura del muslo. Recuerdo que vi cómo me caía la gota bajo el brazo y resbalaba por la seda negra del muslo hasta detenerse en los gruesos hilos de plata con los que habían sido bordados los dientes del dragón. Seguro que cualquier geisha habría pensado que derramar sake constituía un mal augurio; pero me pareció a mí que aquella gotita de humedad que se me había escapado como una lágrima era casi la narración de mi vida. Cayó por el espacio vacío, sin control alguno sobre su destino; se deslizó por un camino de seda; y fue a detenerse ante las fauces del dragón. Pensé en los pétalos que había arrojado al río Kamo desde el taller del Señor Arashino, confiando en que sabrían encontrar el camino hasta el Presidente. Me pareció que tal vez así había sucedido.

Con la ingenuidad esperanzada que tan grata me había sido desde la infancia, siempre había imaginado que mi vida sería perfecta si llegaba a ser la amante del Presidente. Era un pensamiento infantil que yo había acariciado incluso de adulta. Pero debería haber sido menos ingenua. ¿Cuántas veces tenía que aprender la dolorosa lección, la de que aunque queramos arrancarnos la saeta que nos hirió, ésta nos deja en el pecho una herida que nunca se cura? Al expulsar de mi vida a Nobu, no solamente perdía su amistad, sino que me exilaba de Gion.

El motivo es tan sencillo que yo debería haber sido capaz de prever lo que sucedería. Cuando un hombre obtiene lo que su amigo desea, se enfrenta a una difícil decisión: o bien debe ocultarlo -si puede- donde su amigo no lo vea, o la relación con su amigo se verá perjudicada. Entre Calabaza y yo había surgido justamente este problema: nuestra amistad nunca había vuelto a ser igual tras mi adopción. Así, aunque las negociaciones del Presidente con Mamita para convertirse en mi danna duraron varios meses, finalmente llegaron al acuerdo de que yo dejaría de trabajar como geisha. No era yo la primera geisha que abandonaba Gion; además de las que huían, estaban las que se casaban y las que abrían sus propias casas de té y sus okiyas. Yo, sin embargo, me encontraba atrapada en un extraño ámbito intermedio. El Presidente quería apartarme de Gion para alejarme de Nobu, pero en modo alguno tenía la intención de casarse conmigo, puesto que ya estaba casado. La mejor solución, y esto era lo que el Presidente había propuesto, habría consistido en instalarme en mi propia casa de té, donde Nobu jamás habría intentado visitarme. Pero Mamita no estaba dispuesta a permitirme abandonar la okiya, ya que ella no recibiría renta alguna de mi relación con el Presidente si yo dejara de pertenecer a la familia Nitta. Por este motivo el Presidente aceptó finalmente pagar a la okiya una cantidad considerable de dinero mensual para que Mamita me permitiera abandonar mi carrera. Yo seguí viviendo en la okiya, como lo había hecho durante tantos años; pero ya no iba a la escuelita por las mañanas ni recorría Gion para hacer visitas de cortesía en ocasiones especiales, ni, por supuesto, acompañaba a ningún cliente por las tardes.

Dado que sólo había empezado a pensar en hacerme geisha para ganarme el afecto del Presidente, no debería haber tenido sensación alguna de pérdida al apartarme de Gion. Sin embargo, a lo largo de los años había ido haciendo muchas amistades, tanto con otras geishas como con muchos de los hombres que había conocido. No es que por haber dejado de acompañar a los clientes se me hubiera prohibido ver a otras mujeres. Lo que sucedía era que las que se ganaban la vida en Gion tenían poco tiempo para conversaciones. A veces sentía envidia cuando veía a dos geishas que, caminando presurosas para llegar a su próxima cita, se reían de algo que había sucedido en la anterior. No envidiaba las inseguridades de su existencia, pero sí aquella sensación de promesa que yo recordaba tan bien, la expectativa de que la noche guardase algún travieso placer.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Memorias De Una Geisha»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Memorias De Una Geisha» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Memorias De Una Geisha»

Обсуждение, отзывы о книге «Memorias De Una Geisha» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x