Jerome Salinger - El guardián entre el centeno

Здесь есть возможность читать онлайн «Jerome Salinger - El guardián entre el centeno» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Классическая проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El guardián entre el centeno: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El guardián entre el centeno»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

J. D. Salinger es un autor perteneciente a la lamada `generación perdida` o movimiento literario que surgiría en torno a los años 20 en Norteamérica, y que se caracterizó por la expresión en las obras de sus autores representativos, de un sentimiento de desesperanza y pesimismo vitales, que se va a ver plasmado exactamente en este libro.
El autor, que suele tomar como referentes de su obra a los más jóvenes, en concreto a los que pasan por esa edad tan crítica de la adolescencia y de tránsito a la edad adulta, refleja con gran precisión la confusión y búsqueda de la identidad que, casi con total seguridad, habrá pasado más de un lector que se adentre en las páginas de esta especie de libro-diario, en el que el protagonista va a narrar su, para él, deprimente e insulsa vida cotidiana.
Y es que Holden, como así se llama el joven, es el típico niño-bien, perteneciente a una familia acomodada en la que todo se le da y se le consiente, pero en la que no van a estar presentes unos padres en su educación y estabilidad emocional, demasiados ocupados por el trabajo o por los compromisos sociales a los que tienen que acudir. No tiene ilusión por nada, no sabe lo que quiere, nada le llena y todo le parece aburrido… y además, le expulsan del instituto en el que estudia, del que escapará sin rumbo ni objetivos.
El autor va a hacer que el protagonista descubra, en su huida a ninguna parte, lo más bajo del ser humano, la violencia, la codicia, el vicio… levándole a una cada vez más marcada madurez… parece que así, a base de malas experiencias, como se suele decir, se aprende a crecer y ser una persona adulta y coherente: la huida es la búsqueda de la propia identidad del joven. El regreso al buen camino va a ser, como en la parábola del `hijo pródigo`, la vuelta a casa, pudiendo empezar de cero una nueva vida.
Puede chocarle al lector el `pasotismo` o descaro con el que Holden cuenta sus experiencias, pero no hay que olvidar que se trata de un lenguaje producto de la confusión y rabia de cualquier joven, ya esté enclavada la acción en la Nueva York de los años 40, como es este caso, o la de hoy día… son sentimientos y situaciones que se han dado y se darán siempre… es ley de vida.
A propósito del título, éste hace referencia a que al joven lo único que le gustaría ser es un `guardián entre el centeno`, y `evitar que los niños caigan en el precipicio (…), vigilarles todo el tiempo…` es el deseo del protagonista de que nadie más pueda pasar por lo mismo que él, en el fondo es una persona muy sensible y,de provocar al principio cierto rechazo, el lector acaba apiadándose de él.

El guardián entre el centeno — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El guardián entre el centeno», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Capítulo 19

Por si no viven en Nueva York, les diré que el Wicker Bar está en un hotel muy elegante, el Seton. Antes me gustaba mucho, pero poco a poco fui dejando de ir. Es uno de esos sitios que se consideran muy finos y donde se ven farsantes a patadas. Había dos chicas francesas, Tina y Janine, que actuaban tres veces por noche. Una de ellas tocaba el piano -lo asesinaba-, y la otra cantaba, siempre unas canciones o muy verdes o en francés. La tal Janine se ponía delante del micrófono y antes de empezar la actuación, decía como susurrando: «Y ahoja les pjesentamos nuestja vejsión de Vulé vú fjansé. Es la histojia de una fjansesita que llega a una gjan siudad como Nueva Yojk y se enamoja de un muchachito de Bjooklyn. Espejo que les guste.»

Cuando acababa de susurrar y de demostrar lo graciosa que era, cantaba medio en francés medio en inglés una canción tontísima que volvía locos a todos los imbéciles del bar. Si te pasabas allí un buen rato oyendo aplaudir a ese hatajo de idiotas, acababas odiando a todo el mundo. De verdad. El barman era también insoportable, un snob de muchísimo cuidado. No hablaba a nadie a menos que fuera un tío muy importante o un artista famoso o algo así, y cuando lo hacía era horroroso. Se acercaba a quien fuera con una sonrisa amabilísima, como si fuera una persona estupenda, y le decía: «¿Qué tal por Connecticut?», o «¿Qué tal por Florida?». Era un sitio horrible, de verdad. Como les digo, poco a poco fui dejando de ir.

Cuando llegué aún era muy temprano. Estaba llenísimo. Me acerqué a la barra y pedí un par de whiskis con soda. Los pedí de pie para que vieran que era alto y no me tomaran por menor de edad. Luego me puse a mirar a todos los cretinos que había por allí. A mi lado tenía a un tío metiéndole un montón de cuentos a la chica con que estaba. Le decía por ejemplo que tenía unas manos muy aristocráticas. ¡Menudo imbécil! El otro extremo de la barra estaba lleno de maricas. No es que hicieran alarde de ello -no llevaban el pelo largo ni nada-, pero aun así se les notaba. Al final apareció mi amigo.

¡Bueno era el tal Luce! Se las traía. Cuando estaba en Whooton era mi consejero de estudios. Lo único que hacía era que por las noches, cuando se reunían unos cuantos chicos en su habitación, se ponía a hablarnos de cuestiones sexuales. Sabía un montón de todo eso, sobre todo de pervertidos. Siempre nos hablaba de esos tíos que se lían con ovejas, o de esos otros que van por ahí con unas bragas de mujer cosidas al forro del sombrero. Y de maricones y lesbianas. Sabía quien lo era y quien no en todo Estados Unidos. No tenías más que mencionar a una persona cualquiera, y Luce te decía en seguida si era invertida o no. A veces costaba trabajo creer que fueran maricas o lesbianas los que él decía que eran, actores de cine o cosas así. Algunos hasta estaban casados. Le preguntábamos, por ejemplo: «¿Dices que Joe Blow es marica? ¿Joe Blow? ¿Ese tío tan grande y tan bárbaro que hace siempre de gángster o de vaquero?» Y Luce contestaba: «En efecto.» Siempre decía «en efecto». Según él no importaba que un tío estuviera casado o no. Aseguraba que la mitad de los casados del mundo eran maricas y ni siquiera lo sabían. Decía que si habías nacido así, podías volverte maricón en cualquier momento, de la noche a la mañana. Nos metía un miedo horroroso. Yo llegué a convencerme de que el día menos pensado me pasaría a la acera de enfrente. Lo gracioso es que en el fondo siempre tuve la sensación de que el tal Luce era un poco amariconado. Todo el tiempo nos decía: «¡A ver cómo encajas ésta!», mientras nos daba una palmada en el trasero. Y cuando iba al baño dejaba la puerta abierta y seguía hablando contigo mientras te lavabas los dientes o lo que fuera. Todo eso es de marica. De verdad. Había conocido ya a varios y siempre hacían cosas así. Por eso tenía yo mis sospechas. Pero era muy inteligente, eso sí.

Jamás te saludaba al llegar. Aquella noche lo primero que hizo en cuanto se sentó fue decir que sólo podía quedarse un par de minutos. Que tenía una cita. Luego pidió un Martini. Le dijo al barman que se lo sirviera muy seco y sin aceituna.

– Oye, te he buscado un maricón. Está al final de la barra. No mires. Te lo he estado reservando.

– Muy gracioso -contestó-, ya veo que no has cambiado. ¿Cuándo vas a crecer?

Le aburría a muerte. De verdad. Pero él a mí me divertía mucho.

– ¿Cómo va tu vida sexual? -le dije. Le ponía negro que le preguntaran cosas así.

– Tranquilo -me dijo-. Cálmate, por favor.

– Ya estoy tranquilo -le contesté-. Oye, ¿qué tal por Columbia? ¿Cómo te va? ¿Te gusta?

– En efecto, me gusta. Si no me gustara no estudiaría allí.

A veces se ponía insoportable.

– ¿En qué vas a especializarte? -le pregunté-. ¿En pervertidos?

Tenía ganas de broma.

– ¿Qué quieres? ¿Hacerte el gracioso?

– Te lo decía en broma -le dije-. Luce, tú que eres la mar de intelectual, necesito un consejo. Me he metido en un lío terrible…

Me soltó un bufido:

– Escucha Caulfield. Si quieres que nos sentemos a charlar tranquilamente y a tomar una copa…

– Está bien. Está bien. No te excites.

Se le veía que no tenía ninguna gana de hablar de nada serio conmigo. Eso es lo malo de los intelectuales. Sólo quieren hablar de cosas serias cuando a ellos les apetece.

– De verdad, ¿qué tal tu vida sexual? ¿Sigues saliendo con la chica que veías cuando estabas en Whooton? La que tenía esas enormes…

– ¡No, por Dios! -me dijo.

– ¿Por qué? ¿Qué ha sido de ella?

– No tengo ni la más ligera idea. Pero ya que lo preguntas, probablemente por estas fechas será la puta más grande de todo New Hampshire.

– No está bien que digas eso. Si fue lo bastante decente como para dejarte que la metieras mano, al menos podías hablar de ella de otra manera.

– ¡Dios mío! -dijo Luce-. Dime si va a ser una de tus conversaciones típicas. Prefiero saberlo cuanto antes.

– No -le contesté-, pero sigo creyendo que no está bien. Si fue contigo lo bastante…

– ¿Hemos de seguir necesariamente esa línea de pensamiento?

Me callé. Temí que se levantara y se largara de pronto si seguía por ese camino. Pedí otra copa. Tenía ganas de coger una buena curda.

– ¿Con quién sales ahora? -le pregunté-. ¿No quieres decírmelo?

– Con nadie que tú conozcas.

– ¿Quién es? A lo mejor sí la conozco.

– Vive en el Village. Es escultora. Ahora ya lo sabes.

– ¿Sí? ¿De verdad? ¿Cuántos años tiene?

– Nunca se lo he preguntado.

– Pero, ¿como cuántos más o menos?

– Debe andar por los cuarenta -dijo Luce.

– ¿Por los cuarenta? ¿En serio? ¿Y te gusta? -le pregunté-. ¿Te gustan tan mayores? -se lo dije porque de verdad sabía muchísimo sobre sexo y cosas de esas. Era uno de los pocos tíos que he conocido que de verdad sabían lo que se decían. Había dejado de ser virgen a los catorce años, en Nantucket. Y no era cuento.

– Me gustan las mujeres maduras, si es eso a lo que te refieres.

– ¿De verdad? ¿Por qué? Dime, ¿es que hacen el amor mejor o qué?

– Oye, antes de proseguir vamos a poner las cosas en claro. Esta noche me niego a responder a tus preguntas habituales. ¿Cuándo demonios vas a crecer de una vez?

Durante un buen rato no dije nada. Luego Luce pidió otro Martini y le insistió al camarero en que se lo hiciera aún más seco.

– Oye, ¿cuánto tiempo hace que sales con esa escultora? -le pregunté. El tema me interesaba de verdad-. ¿La conocías ya cuando estabas en Whooton?

– ¿Cómo iba a conocerla? Acaba de llegar a este país hace pocos meses.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El guardián entre el centeno»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El guardián entre el centeno» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El guardián entre el centeno»

Обсуждение, отзывы о книге «El guardián entre el centeno» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x