“Ven aquí, muchacho”, dijo MacGil débilmente, con la voz ronca, apenas como un susurro.
Thor bajó su cabeza y corrió al lado del rey, arrodillándose ante él. El rey tendió una muñeca inerte; Thor tomó su mano y la besó.
Thor miró hacia arriba y vio a MacGil sonriendo débilmente. Thor se sorprendió al sentir las lágrimas calientes inundando sus mejillas.
“Mi señor, empezó a decir Thor, apresuradamente, sin poder contenerse, “créame, por favor. Yo no lo envenené. Supe la trama solamente por mi sueño. De un poder que no conozco. Solamente quise advertirle. Créame, por favor—”.
MacGil levantó una mano, y Thor guardó silencio.
“Me equivoqué contigo”, dijo MacGil. “Se necesitó que otro hombre me apuñalara para saber que no eras tú. Solamente intentabas salvarme. Perdóname. Fuiste leal. Tal vez eres el único miembro leal de mi corte”.
“Cómo quisiera haberme equivocado”, dijo Thor. “Cómo quisiera que estuviera a salvo. Que mis sueños fueran solo ilusiones, que nunca hubiera sido asesinado. Tal vez me equivoqué. Tal vez sobreviva”.
MacGil negó con la cabeza.
“Mi tiempo ha llegado”, le dijo a Thor.
Thor tragó saliva, esperando que no fuera cierto, pero presintiendo que sí lo era.
“¿Sabe quién cometió este acto atroz, mi señor?” Thor hizo la pregunta que le había estado carcomiendo en la mente desde que había tenido el sueño. No podía imaginar quién querría matar al rey, o por qué.
MacGil miró al techo, parpadeando con esfuerzo.
“Vi su cara. Es una cara que conozco bien. Pero por alguna razón, no puedo ubicarlo”.
Volteó a ver a Thor.
“Ahora ya no importa. Mi tiempo ha llegado. Ya sea que fuera por su mano o la de otro, el final sigue siendo el mismo. “Lo que importa ahora”, dijo él, y extendió la mano y agarró la muñeca de Thor con una fuerza que lo sorprendió, “es lo que pasará después de que me vaya. Nuestro reino no tendrá rey”.
MacGil miró a Thor con una intensidad que Thor no entendía. Thor no sabía precisamente lo que él decía—qué, si había algo, era lo que exigía. Thor quería preguntar, pero veía la dificultad que tenía MacGil para respirar, y no quería arriesgarse a interrumpirlo.
“Argon tenía razón acerca de ti”, dijo él, soltándolo lentamente de la muñeca. “Tu destino es más grande que el mío”.
Thor sintió un choque eléctrico en su cuerpo al escuchar las palabras del rey. ¿Su destino? ¿Más grande que el del rey? La sola idea de que el rey se molestara en hablar de Thor con Argon era más de lo que Thor podía comprender. Y el hecho de que dijera que el destino de Thor sería más grande que el de rey—¿qué significado podría tener? ¿Estaría delirando MacGil en sus últimos momentos?
“Yo te elijo...te traje a mi familia por un motivo. ¿Sabes cuál es el motivo?”.
Thor negó con la cabeza, queriendo saber, desesperadamente.
“¿No sabes por qué quise que estuvieras solamente tú, en mis últimos momentos?”
“O siento, mi señor”, dijo él, negando con la cabeza. “No lo sé”.
MacGil sonrió débilmente, mientras sus ojos se empezaban a cerrar.
“Hay una gran tierra, lejos de aquí. Más allá de las tierras salvajes. Más allá de la tierra de los dragones. Es la tierra de los druidas. De donde es tu madre. Tienes que ir allá, a buscar las respuestas”.
Los ojos de MacGil se abrieron de par en par al mirar a Thor con una intensidad que éste no podía entender.
“Nuestro reino depende de eso”, añadió. “Tú no eres como los demás. Tú eres especial. Hasta que entiendas quién eres, nuestro reino nunca tendrá descanso”.
Los ojos de MacGil se cerraron y su respiración se hizo más superficial, cada una venía con un jadeo. Su sujeción en la muñeca de Thor se volvió más débil y Thor sintió cómo brotaban sus propias lágrimas. Su mente giraba con cada cosa que el rey había dicho, mientras trataba de entenderlo. Casi no podía concentrarse. ¿Había escuchado bien?
MacGil empezó a susurrar algo, pero era tan bajo, que Thor casi no podía entenderlo. Thor se acercó más, poniendo su oreja en la boca de MacGil.
El rey levantó su cabeza una vez más, y con un esfuerzo final dijo:
“Busca justicia por mí”.
Entonces, repentinamente, MacGil se puso rígido. Se quedó ahí durante unos momentos, después su cabeza rodó hacia un lado mientras sus ojos se abrían de par en par, paralizados.
Estaba muerto.
“¡NO!” Thor gimió.
Su gemido debe haber sido lo suficientemente fuerte para alertar a los guardias, porque un instante después, oyó que la puerta se abría detrás de él y escuchó la conmoción de docenas de personas entrando apresuradamente a la habitación. En alguna parte de su conciencia entendió que había movimiento a su alrededor. Vagamente escuchó las campanas del castillo repicando, una y otra vez. Las campanas sonaban, al compás de la sangre que brotaba de sus sienes. Pero todo se hizo borroso, ya que momentos después, el cuarto giraba.
Thor se estaba desmayando, yendo hacia el suelo de piedra, en un gran colapso.
Una ráfaga de viento golpeó a Gareth en la cara y miró hacia arriba, parpadeando para contener las lágrimas en la pálida luz del primer amanecer. Estaba amaneciendo y sin embargo, en este remoto lugar, en el borde de los acantilados Kolvian, ya se habían reunido cientos de familiares del rey, amigos, y los súbditos reales cercanos, merodeando, esperando participar en el funeral. Detrás de ellos, detenidos por un ejército de soldados, Gareth podía ver llegar a las masas, miles de personas mirando los servicios a distancia. El dolor en sus caras era genuino. Su padre era amado, eso era seguro.
Gareth estaba con el resto de la familia inmediata, en un semicírculo alrededor del cadáver de su padre, que estaba suspendido en tablones sobre un agujero en la tierra, con las cuerdas alrededor, esperando que lo bajaran. Argon estaba parado frente a la multitud, usando unas túnicas escarlatas que reservaba solamente para los funerales, con expresión inescrutable, mientras miraba el cadáver del rey, y la capucha ocultaba su rostro. Gareth trató desesperadamente de analizar ese rostro, de descifrar cuánto sabía Argon. ¿Argon sabía que él había asesinado a su padre? Y si así fuera, ¿se lo diría a los demás—o dejaría que el destino lo decidiera?
Para mala suerte de Gareth, ese molesto muchacho, Thor, había sido limpiado de toda culpa, obviamente, él no pudo haber asesinado al rey estando en el calabozo. Eso sin mencionar que su mismo padre le había dicho a todos los demás que Thor era inocente. Lo cual empeoraba las cosas para Gareth. Ya se había formado una Comisión para investigar el asunto, para examinar todos los detalles de su asesinato. El corazón de Gareth se aceleró mientras estaba ahí parado con los demás, mirando el cadáver a punto de ser bajado a la tierra; quería bajar junto con él.
Sólo era cuestión de tiempo hasta que el rastro los llevara hacia Firth—y cuando fuera así, Gareth caería junto con él. Tendría que actuar rápidamente para desviar la atención, para echarle la culpa a alguien más. Gareth se preguntaba si los que lo rodeaban sospechaban de él. Probablemente solo estaba siendo paranoico , y al ver los rostros, nadie lo estaba mirando. Ahí estaban sus hermanos, Reece, Godfrey y Kendrick; su hermana Gwendolyn; y su madre, con su cara llena de dolor, parecía catatónica; sin duda, desde la muerte de su padre, ella había sido una persona diferente, casi no podía hablar. Le dijeron que cuando ella recibió la noticia, algo había pasado dentro de ella, una especie de parálisis. La mitad de su cara estaba paralizada, cuando abría la boca, las palabras salían lentamente.
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