Riley negó con la cabeza.
“Ahora Ryan se mudará de nuevo”, dijo. “No he tenido la oportunidad de decirles a las chicas todavía. O tal vez simplemente no tengo las agallas. Ambas estarán desoladas”.
Blaine se sintió un poco aliviado de que Ryan ya no formara parte de la ecuación. Había visto al apuesto ex esposo de Riley un par de veces, y la arrogancia del hombre era desagradable. Además de eso, tenía que admitir que tenía la esperanza de que Riley no estuviera en una relación sentimental con nadie.
Pero también se sentía culpable por reaccionar de esa manera.
El juego comenzó de nuevo. April y Crystal estaban jugando bien, y Blaine y Riley vitorearon de vez en cuando.
Pero Blaine igual pasó todo el rato pensando en la última vez que había visto a Riley. Fue poco después de su regreso a casa. Había tocado su puerta para decirle que él y Crystal se mudarían. Blaine le había dado a Riley una excusa poco convincente. Le había dicho que la casa adosada quedaba demasiado lejos de su restaurante.
También trató de hacer parecer que la mudanza no era gran cosa.
“Será como si nada hubiera cambiado”, le había dicho.
No era cierto, por supuesto, y Riley no se lo había tragado.
Había estado visiblemente disgustada.
Este parecía ser un buen momento para hablar del tema.
Con una voz vacilante, dijo: “Mira, Riley, lamento lo que pasó la última vez que nos vimos. Cuando te dije que nos mudaríamos. Yo no estaba en mi mejor momento”.
“No tienes que explicarme nada”, dijo Riley.
Pero Blaine se sentía muy diferente.
“Mira, creo que los dos sabemos por qué Crystal y yo nos mudamos”, dijo.
Riley se encogió de hombros.
“Sí”, dijo Riley. “Temías por la seguridad de tu hija. No te culpo, Blaine. Realmente no lo hago. Solo estabas siendo sensato”.
Blaine no sabía qué decir. Riley tenía razón, por supuesto. Había temido por la seguridad de Crystal, no por la suya. También temía por el bienestar mental de Crystal. La ex esposa de Blaine, Phoebe, era una alcohólica abusiva, y Crystal todavía estaba lidiando con las cicatrices emocionales de esa relación. No necesitaba más traumas en su vida.
Riley sabía todo de Phoebe. De hecho, ella había rescatado a Crystal de una de sus borracheras.
“Tal vez ella sí entiende”, él pensó.
Pero de verdad no sabía cómo se sentía realmente.
En ese momento, el equipo de sus hijas anotó otro gol. Blaine y Riley aplaudieron y vitorearon. Ellos vieron el partido en silencio durante unos minutos.
Luego Riley dijo: “Blaine, admito que me decepcionaste cuando te mudaste. Tal vez incluso me sentí un poco enojada. Yo no tenía razón. No era justo de mi parte. Lamento todo”.
Ella hizo una pausa, y luego continuó.
“Me sentí muy mal por lo que te pasó. Y culpable. Aún me siento culpable. Blaine, yo...”.
Por un momento, parecía estar luchando con sus pensamientos y sentimientos.
“No puedo evitar sentir que pongo en peligro a todo aquel que se cruza en mi camino. Odio esa parte de mi trabajo. Odio esa parte de mí”.
Blaine comenzó a refutarla.
“Riley, no debes...”.
Riley lo detuvo.
“Es cierto, y los dos lo sabemos. Si yo fuera mi vecina, también quisiera mudarme si tuviera un adolescente en casa”.
En ese momento, una jugada les salió mal al equipo de sus hijas. Blaine y Riley se quejaron junto con el resto de los aficionados.
Blaine estaba empezando a tranquilizarse. Riley sinceramente no parecía guardarle rencor por su mudanza.
¿Podrían volver a despertar el interés que una vez tuvieron el uno para el otro?
Blaine tuvo las agallas para decir: “Riley, me encantaría invitarte a ti y a tus hijas a cenar en mi restaurante. Puedes traer a Gabriela también. Ella y yo podríamos intercambiar recetas centroamericanas”.
Riley se quedó callada por un momento. Se veía como si ni siquiera lo hubiera oído.
Finalmente dijo: “No gracias, Blaine. Las cosas están demasiado complicadas en este momento. Gracias por la invitación”.
Blaine se sintió desilusionado. No solo lo estaba rechazando, sino que también parecía que no estaba dejando ninguna puerta abierta para el futuro.
Pero no había nada que pudiera hacer al respecto.
Vio el resto del juego con Riley en silencio.
*
Riley seguía pensando en Blaine durante la cena de esa noche. Se preguntó si tal vez había cometido un error. Tal vez debería haber aceptado su invitación. Le gustaba y lo echaba de menos.
Incluso había invitado a Gabriela, y eso había sido adorable de su parte. Como Blaine era restaurador, había apreciado la cocina de Gabriela en el pasado.
Y Gabriela había hecho una comida típica de Guatemala esa noche: pollo en salsa de cebolla. Las niñas estaban disfrutándola y charlando sobre su victoria de esa tarde.
“¿Por qué no viniste al juego, Gabriela?”, preguntó April.
“Lo hubieses disfrutado”, dijo Jilly.
“Sí, me gusta el fútbol”, dijo Gabriela. “Iré al próximo juego”.
Le pareció el momento ideal para mencionar algo.
“Tengo buenas noticias”, dijo. “Hablé con mi agente inmobiliaria hoy, y piensa que podría ganar bastante dinero de la venta de la cabaña de su abuelo. Estoy segura que ayudará con los planes universitarios de ambas”.
Eso alegró a las chicas y hablaron del tema por un tiempo. Pero pronto el estado de ánimo de Jilly pareció decaer.
Finalmente, Jilly le preguntó a Riley: “¿Quién era ese tipo que estaba contigo en el juego?”.
April dijo: “Ah, ese es Blaine. Solía ser nuestro vecino. Él es el padre de Crystal. Tú la conoces”.
Jilly siguió comiendo en silencio por unos momentos.
Luego dijo: “¿Dónde está Ryan? ¿Por qué no estaba en el juego?”.
Riley tragó grueso. Se dio cuenta hace rato que Ryan había venido a casa durante el día para recoger sus cosas. Era el momento de decirles la verdad.
“Hay algo que he tenido la intención de decirles”, comenzó.
Pero le costó encontrar las palabras adecuadas.
“Ryan... Dice que necesita un poco de espacio. Él...”.
No podía seguir hablando. Notó por los rostros de las chicas que no necesitaba hacerlo. Entendieron muy bien lo que quiso decirles.
Después de unos segundos de silencio, Jilly se puso a llorar, huyó de la sala y subió las escaleras. April se puso de pie rápidamente para ir a consolarla.
Riley se dio cuenta de que April estaba acostumbrada a esas actitudes de Ryan. Estas decepciones aún debían dolerle, pero podía lidiarlas mejor que Jilly.
Sentada en la mesa con Gabriela, Riley comenzó a sentirse culpable. ¿Era completamente incapaz de mantener una relación seria con un hombre?
Como si hubiera leído sus pensamientos, Gabriela dijo: “Deja de culparte. No es tu culpa. Ryan es un tonto”.
Riley sonrió con tristeza.
“Gracias, Gabriela”, dijo.
Era exactamente lo que necesitaba oír.
Luego Gabriela agregó: “Las niñas necesitan una figura paterna, pero definitivamente no alguien que va y viene como él”.
“Lo sé”, dijo Riley.
*
Más tarde esa noche, Riley fue a ver cómo estaban las chicas. Jilly estaba en el cuarto de April haciendo tarea.
April levantó la mirada y dijo: “Estamos bien, mamá”.
Riley sintió un gran alivio. Aunque se sentía mal por las chicas, estaba orgullosa de que April estuviera consolando a Jilly.
“Gracias, cariño”, dijo antes de cerrar la puerta.
Sabía que April hablaría con ella de Ryan cuando se sintiera lista. Pero a Jilly podría costarle más.
Cuando volvió a bajar, Riley se encontró pensando en lo que Gabriela le había dicho.
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