Blake Pierce - Un Rastro de Asesinato

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Un Rastro de Asesinato: краткое содержание, описание и аннотация

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Una historia dinámica que atrapa desde el primer capítulo y no te deja ir. Midwest Libro Review, Diane Donovan (en torno a Una vez ido) Del autor de misterio, #1 en ventas, Blake Pierce viene una nueva obra maestra de suspenso psicológico. En UN RASTRO DE ASESINATO (Libro #2 en la serie de misterio Keri Locke), Keri Locke, Detective de Personas Desaparecidas en la División de Homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles, sigue acosada por el rapto de su propia hija. Alentada por la nueva pista encontrada, la primera en años, la sigue con todo lo que tiene, determinada a encontrar a su hija y traerla de regreso con vida. Pero Keri, al mismo tiempo, recibe una llamada telefónica de un esposo desesperado, un afamado cirujano plástico de Beverly Hills, quien denuncia la desaparición de su esposa desde hace dos días. Siendo una opulenta dama de sociedad, sin enemigos, y con pocas razones para abandonar su vida, él teme lo peor con respecto a su esposa. Keri toma el caso, siéndole asignada una nueva pareja a quien ella detesta, mientras Ray todavía se recupera en el hospital. Su investigación la lleva a lo profundo del mundo de élite de Beverly Hills, con sus ricos holgazanes, los encuentros con amas de casa solitarias, y aquellas vidas vacías, de compras compulsivas. Keri, en este mundo incomprensible para ella, se siente cada vez más confundida por las señales contradictorias: ¿Esta mujer, con un secreto pasado de acoso y seducción, se largó, o fue secuestrada?O, ¿es que algo más siniestro sucede?Un oscuro thriller psicológico con un suspenso que acelerará tus latidos, UN RASTRO DE ASESINATO es el libro #2 en una nueva serie que atrapa al lector – y un nuevo y adorable personaje – que te dejará leyendo hasta altas horas de la noche. ¡Una obra maestra de suspenso y misterio! El autor hizo un trabajo magnífico desarrollando personajes con un lado psicológico tan bien descrito que percibimos el interior de sus mentes, seguimos sus miedos y aplaudimos sus éxitos. La trama es muy inteligente y te mantendrá entretenido a lo largo del libro. Lleno de giros, este libro te mantendrá despierto hasta llegar a la última página. Libros and Movie Reviews, Roberto Mattos (en torno a Una Vez Ido) El libro #3 en la serie Keri Locke pronto estará disponible.

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—¿Por qué crees que no objeté cuando se ofreció a ir a San Diego? Los chicos de allá podían fácilmente hacer ese seguimiento, pero él insistió y me imaginé que eso le mantendría a él y a esa atrocidad marrón de auto fuera de mi camino por un rato. Además, prefiero gastar tiempo en compañía de un agotado, debilucho, encamado y triste saco como tú que un día cualquiera con Brody.

Todo el cotorreo había relajado a Keri hasta hacerla sentir tan confortable que se dio cuenta, demasiado tarde, que su último comentario la había enviado de vuelta a una situación incómoda. Ray guardó silencio por un momento, abrió entonces su boca para decir algo pero Keri se adelantó.

—Como sea, debo irme. Se suponía que estaría reunida con la amiga de Kendra ahora mismo. Más tarde vengo a ver cómo estás. Tómalo con calma, ¿okey?

Salió sin esperar respuesta. Mientras se apresuraba por el pasillo para tomar el ascensor, se repetía una palabra, una y otra vez.

Idiota. Idiota. Idiota.

CÁPITULO SEIS

Sintiéndose todavía ruborizada por lo embarazoso de la situación, Keri hizo el corto trayecto hasta la casa de Becky Sampson. Vislumbró su rostro ruborizado en el espejo retrovisor y apartó la mirada con rapidez, tratando de pensar en cualquier cosa que no fuera cómo habían quedado las cosas con Ray. Le pasó por la cabeza que al haberse ido con tanta precipitación, había olvidado contarle acerca de la llamada anónima que tenía que ver con Evie, y de su visita al almacén abandonado.

En este caso, Keri. Mantén tu mente en este caso.

Consideró entonces llamar al Detective Kevin Edgerton, el experto en tecnología que rastreaba la última localización conocida del GPS de Kendra, para ver si había tenido suerte.

A una parte de ella le molestaba hacer que Edgerton trabajara en ello, pues lo apartaba de la tarea de descifrar el código de la portátil de Alan Pachanga. De nuevo la frustración la recorría por dentro, mientras recordaba cómo en principio habían creído haber ingresado a toda una red de secuestradores, para solo golpear muro tras muro.

Keri estaba segura de que el código que necesitaba se hallaba en alguna parte de los archivos del abogado de Pachanga, Jackson Cave. Sin importar cómo fuese el caso, decidió hacer ese mismo día una visita a Cave.

Mientras se hacía esa promesa, llegó a la morada de Becky Sampson.

Momento de hacer a un lado a Cave, por ahora. Kendra Burlingame necesita mi ayuda. Mantente concentrada.

Salió del auto y admiró la urbanización, mientras caminaba hasta la puerta principal del complejo de apartamentos. Becky Sampson vivía en un edificio de tres pisos estilo Tudor. La calle entera, North Stanley Drive, estaba bordeada por complejos similares con falsos ornamentos.

Esa parte de Beverly Hills, justo al sur de Cedars-Sinaí y Burton Way, y la oeste de Robertson Boulevard, se hallaba técnicamente dentro de los límites de la ciudad. Pero estaba rodeada de distritos comerciales, y el limitar con la ciudad de Los Ángeleshacía que la renta fuese significativamente inferior a la de otras secciones de la urbe. Aún así, la dirección de correos decía Beverly Hills y eso tenía sus beneficios.

Keri oprimió el timbre del apartamento de Becky y la entrada se abrió para ella. Una vez dentro, se hizo obvio que el código postal era la principal ventaja del lugar. No lo era ciertamente el edificio. Al caminar por el pasillo hasta el ascensor, Keri notó lo descascarado de la pintura color rosa pálido de las paredes y la alfombra gruesa, llena de manchas. Todo hedía a moho.

El ascensor olía aún peor, como que había sufrido múltiples incidentes vomitorios a lo largo de los años y ya no era posible ocultar el hedor. El aparato se sacudió hacia arriba hasta llegar al tercer piso, y las puertas se abrieron con un traqueteo. Keri salió, decidida a bajar por las escaleras, aunque su hombro y sus costillas la odiaran por ello.

Tocó la puerta con el número 323, desabrochó la funda de su arma, apoyó su mano abierta en esta, y aguardó. El sonido de unos platos colocados sin gran ceremonia en un fregadero fue fácil de identificar, así como también, el golpe sordo de cosas que, regadas por el suelo, eran arrojadas al closet.

Ahora se está viendo en un espejo cercano a la puerta principal. Hay una sombra en la mirilla mientras me chequea y la puerta debe abrirse en tres, dos…

Keri oyó el giro de una llave y la puerta se abrió para presentar a una mujer delgada y agobiada. Sería de la misma edad de Kendra si habían ido juntas a una reunión, pero ella se veía mucho más vieja, más cerca de los cincuenta que de los cuarenta. Su cabello era de un castaño ratonil, teñido a todas luces, y sus ojos pardos estaban tan enrojecidos como estaban usualmente los de Keri. La palabra que de inmediato vino a su mente fue, nerviosa.

—¿Becky Sampson? —preguntó por protocolo, aunque la foto de la licencia de conducir que le habían enviado cuando iba de camino claramente coincidía. Su diestra continuó descansando sobre la cacha de la pistola.

—Sí. ¿Detective Locke? Pase.

Keri puso un pie dentro, manteniendo algo de distancia entre ella y Becky. Incluso las delgadísimas aspirantes de Beverly Hills podían hacer daño si bajabas la guardia. Trató de no fruncir la nariz ante el olor a rancio que dominaba el lugar.

—¿Se le ofrece algo?—preguntó Becky.

—Me encantaría una vaso de agua —contestó Keri, menos por querer uno que por poder examinar el apartamento de manera exhaustiva mientras su anfitriona estaba en la cocina.

Con las ventanas cerradas y las persianas echadas, el apartamento lucía sofocante. Todo parecía tener una capa de polvo, desde las mesillas al sofá, pasando por las estanterías de libros. Keri caminó hasta la sala de recibo y se dio cuenta que estaba equivocada.

Una parte de la mesa de café estaba brillante, como si fuera usada de manera constante. En el piso, en frente de ese punto, Keri descubrió varias motas de lo que se veía como polvo blanco. Se arrodilló, ignorando el aullante dolor de sus costillas, y echó un vistazo bajo la mesa. Podía ver un billete de un dólar enrollado a medias, cubierto con un residuo blanquecino. Escuchó el cierre del grifo de agua y se incorporó antes de que Becky entrara de nuevo en la habitación con dos vasos de agua.

Claramente sorprendida al ver a su invitada tan lejos de la puerta principal, Becky le lanzó una mirada de sospecha antes de echar un vistazo involuntario al claro sobre la mesa.

—¿Le importa si me siento?—preguntó Keri de manera casual—Tengo una costilla rota y me duele si permanezco de pie mucho tiempo.

—Seguro —dijo Becky, aparentemente aliviada—. ¿Cómo sucedió?

—Un secuestrador de niñas me dio una paliza.

Los ojos Becky se abrieron impactados.

—Oh, no se preocupe —Keri la tranquilizó—. Lo maté a tiros después de eso.

Confiando ahora en que Becky había bajado la guardia, fue directo al punto.

—Le dije por teléfono que necesitaba hablar con usted sobre Kendra Burlingame. Ella está desaparecida. ¿Alguna idea de dónde podría estar?

Aunque parecía imposible, los ojos de Becky se agrandaron aún más.

—¿Qué?

—No se ha sabido de ella desde ayer en la mañana. ¿Cuándo fue la última vez que habló con ella?

Becky intentó responder, pero comenzó a toser y a respirar con dificultad. Al cabo de unos instantes, se recuperó lo suficiente como para hablar.

—Fuimos de compras el sábado por la tarde. Ella estaba buscando un vestido nuevo para la gala benéfica de esta noche. ¿Está realmente segura de que ella está desaparecida?

—Estamos seguros. ¿Cómo se comportó el sábado? ¿Parecía ansiosa acerca de algo?

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