Aunque siempre se ha admirado su poesía, también ha despertado incomprensión o simplificaciones, o interpretaciones disímiles como esta que aventuro. Se le ha reclamado su mundo de hadas y el darle la espalda a un país victimario de sí mismo. Jamás se ha movido para defenderse. Jamás ha juzgado a quienes lo juzgan; tampoco ha juzgado al otro. Precisamente contra esta palabrería ha escrito su obra. Escapar de la urgencia del tiempo, de un tiempo atroz y envilecido, para darle forma a lo que tan gravemente ha destruido en nosotros: un tiempo humano en donde oír al hombre, una voz honda y bella, como un espejo que no miente, una palabra forjada en la verdad de una cultura que dramáticamente nos abandona, una voz que nace en el enfrentamiento consigo mismo. Quessep es mucho de lo que nos falta. Si es ajeno al tiempo que como tempestad vivimos, es culpa del tiempo, que a tanto le ha dado la espalda. Hoy, el único crimen de un poeta es la banalidad.
“Sólo lo finito tiene forma”, por eso toda forma hiere y, salvada del tiempo, suaviza nuestra destrucción. Todo lo que humaniza la fogosidad del tiempo contra nosotros, humaniza también al hombre, extraviado hoy en inaplazables apetitos. Cuando John Cage dio un concierto cerrando su piano para hacernos oír el silencio, creo que actuó de la misma manera: suspendiendo el tiempo para oírse, oírnos y para que nosotros nos oigamos a nosotros mismos. Se madura desde adentro. Si así no sucede, jamás sabremos a dónde ir. A qué filo, a qué acantilado. Quessep ha recorrido el complejo laberinto que nos vive, y ha aprendido el difícil arte de habitarlo, sitiados como estamos por la belleza y por el horror del tiempo.
Santiago Mutis Durán
Bogotá, julio 2009
De El ser no es una fábula (1968)
Mientras cae el otoño
Nosotros esperamos
envueltos por las hojas doradas.
El mundo no acaba en el atardecer,
y solamente los sueños
tienen su límite en las cosas.
El tiempo nos conduce
por su laberinto de horas en blanco
mientras cae el otoño
al patio de nuestra casa.
Envueltos por la niebla incesante
seguimos esperando:
La nostalgia es vivir sin recordar
de qué palabra fuimos inventados.
Materia sin sonido de amor
Vamos perdiendo cielo. Nos acosa
la alta noche. Soñamos y perdemos.
Los dados falsos, las huecas imágenes
en la tierra. ¿Algún día no fue nuestro
el mar, su ciclo de labios y pájaros,
su complicado amor, el son eterno
de su discordia? Turbias soledades.
Miramos esta luz y vuelan hojas
o nunca ya sin nombre de no ser
la transparencia, tocamos el tiempo
ya tan nosotros, ya tan nada, tan
palabra caída en loca hermosura.
Vamos perdiéndonos, precipitándonos
de esperanza. Materia sin sonido
de amor, materia aislada de los sueños
y el bosque de hadas en la húmeda noche.
Todo el resto es camino. ¿Dios? Silencio.
Palabras perdidas
La calle se desprende
por lo más hondo del cielo.
En su penumbra
hay palabras perdidas
que no encuentran
su pequeño sitio en el tiempo.
La calle inventa
un nuevo color,
y los hombres buscan
alguna fábula en su memoria.
Nosotros caminamos
a la ausencia
como fantasmas
en la viva sombra.
Lo que ignoramos
Aquí no hay un celeste. Nunca. Llegas
empujado por días, por palabras,
por el viento que sube del otoño
dándote niebla, lluvia entre los pasos.
Sólo tu negación. El tiempo. Siempre
se te podrá cantar: la vida no es
el volumen de ser en lo que sueñas.
La vida es esto que madura en sombra.
¿Quién se vuelve destino, piedra, fecha?
¿Quién va de nunca a olvidado mañana?
Lo que ignoramos, ay, lo que sabemos
entre voces perdidas en el polvo.
Cruda esperanza que incendia la piel.
Los días y las cosas sin nosotros.
Nos persiguen olvidos
Todo en ti es duro cielo. Me rodeas
casi entre la caída, cuando van
las nubes y las calles en un mismo
declive. Contra el filo de una música
tanto tiempo buscada y encontrada
en la muerte, con deseo, soplas hondo
por la raíz oscura, entonces surge
tu transparencia. El agua es menos río.
Pero en esta premura que nos hace
vivir ya destinados a la sombra
o a la orilla en silencio, nunca invade
tu fábula a mi lengua, nunca tus
nacimientos a tanta soledad.
Nos persiguen olvidos, esperamos
la desnudez: paraíso y derrota.
El cuerpo es duro sueño entre las manos.
Cuando dijo su nombre
Cuando oí su relato del exilio
supe que la impiedad no tiene nombre,
y el recio sol caía como un hierro
sobre nosotros, y entendí la muerte.
Cuando dijo, inocente, el hombre es sólo
cero a la izquierda, cero a la esperanza,
movió mi carne un blanco laberinto
de amor, y creció el tiempo de la culpa.
Ciegas palabras en la tarde dieron
su lucha contra el mar, y el sol rodaba
como una purulenta rosa oscura.
Cuando oí su relato del exilio
vino la gran desolación, el luto,
que movía los pasos en la sombra,
y la trampa del sueño, interminable.
Él pronunció su nombre, ya una larga
soledad comenzaba a separarnos.
La soledad es tuya
Tienes fábula al fondo, no te afirmas
sino en olvido y músicas pasadas.
Se ganan días si el amor invade
la hermosura del ser. ¿Se pierde alma
en el otoño? Caen las hojas en
tus huesos, la ventana es ya leyenda.
No te perdona el tiempo, al borde casi
de la cascada toca a contrasueño
la piedra, el sol, lo que hace la belleza
celeste, la colina de la alondra.
¿Quién te conoce si eres de penumbra
sin fe? La soledad es tuya, cede
la tarde, y canta el mar de cobre y tierra.
El ser no es una fábula
El ser no es una fábula, este sol
que nos mueve en silencio incendia todo.
¿No somos inocentes? Cada sueño
tiene su duro encanto; aquí la lluvia
perdió sus hadas y su blanca sombra,
aquí, a la orilla en que Dios está solo
como destino, en la noche del viento.
Vuelan tardes y frutos, ruedan cuerpos
por la luz en declive, por el agua.
Apenas recordamos la caída
donde la muerte se llenó de pájaros
y alguien gritó que el cielo es imposible.
Pero nosotros no queremos dar
el salto, nos negamos a la dicha.
El ser no es una fábula, se vive
como se cuenta, al fin de las palabras.
Tu pura nada
Todo te pertenece en esperanza:
El canto de los pájaros, el nombre
de tu destino (oh pozo sin orillas,
piedra y silencio). ¿Dónde la memoria
de lo soñado, la secreta forma
de ser entre la muerte y las palabras?
Todo te pertenece, casi olvido,
blanca corriente que va de tus manos
al resplandor de la tarde o al mar
donde se dice tormenta, imposible.
Eres la soledad, tu pura nada,
tu ausencia de unos pasos en la tierra.
Nunca los sueños, nunca el paraíso:
Todo te pertenece, en sombra y agua.
Con dura transparencia
Cada esperanza tiene su memoria,
su sol de hierro, su llanto de exilio;
cada esperanza cruza por la muerte
como a través de un túnel desolado;
cada esperanza lucha por nosotros,
nos declara inocentes, nos asombra
de soledad, y en medio de la lluvia
desanuda su ciego laberinto;
cada esperanza llega hasta el poema
que recuerda los trenes y los pájaros;
cada esperanza es un tiempo que dura
soñando, por la tierra inhabitable;
cada esperanza llama por su nombre
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