—De nuevo, si lo hizo, nunca me dijo.
—¿Qué hay de un trabajo? —preguntó Kate— ¿Estaba Mercy trabajando en algún lado?
—No recientemente. Estuvo trabajando unas diez horas a la semana como tutora de unos niños de la escuela hace unos meses. En álgebra, creo. Pero lo cancelaron porque no había suficientes niños interesados en obtener ayuda.
—¿Ella lo disfrutó? —preguntó DeMarco.
—Supongo que sí.
—¿No hubo historias de horror del sitio donde ejercía la tutoría?
—Nada de eso me dijo.
—Pero te sientes segura de que Mercy te contaba todo acerca de su vida, ¿correcto? —preguntó DeMarco.
Anne pareció incomodarse un poco ante la pregunta. Kate se preguntó si era la primera vez que ella era confrontada de esa manera —cuestionando algo que ella había expresado como verdadero.
—Eso creo —dijo Anne—. Éramos… somos las mejores amigas. Y digo que somos porque ella está todavía viva. Yo lo sé. Porque si ella está muerta…
El comentario flotó en el aire por un momento. Kate pudo ver que la emoción en el semblante de Anne era real. Basándose en su expresión, podía afirmar que la chica empezaría a llorar pronto. Y si llegaba a eso, Kate estaba segura que sus padres les pedirían que se fueran. Eso significaba que no tenían mucho tiempo —y eso significaba que Kate iba a tener que presionar un poco si esperaba conseguir respuestas.
—Anne, queremos llegar al fondo de esto. Y, como tú, estamos trabajando bajo la presunción de que Mercy está todavía viva. Pero, si puedo ser honesta contigo, en los casos de personas desaparecidas el tiempo es el enemigo. Mientras más tiempo pasa, más pequeñas son las posibilidades de averiguar que pasó con ella. Así que, por favor... si hay algo que te haya costado decir a las autoridades locales de Deton, es importante que nos lo digas. Yo sé que en un pueblo así de pequeño, te preocupa lo que los demás pensarán y...
—Creo que es suficiente —dijo el Sr. Pettus. Se puso de pie y caminó hacia la puerta —No aprecio que esté insinuando que nuestra hija haya estado ocultando algo. Y puede mirarla y decir que ella comienza a molestarse.
—Sr. Pettus —dijo DeMarco—. Si Anne está...
—Hemos sido más que comprensivos dejando que hable con las autoridades, pero hasta aquí llegamos. Ahora, por favor… márchense.
Kate y DeMarco intercambiaron miradas de derrota mientras se incorporaban. Kate dio tres pasos hacia la puerta antes de ser detenida por la voz de Anne.
—No… esperen.
Los cuatro adultos se giraron hacia Anne. Las lágrimas rodaban por sus mejillas y había una cierta gravedad en sus ojos. Miró a sus padres por un instante y luego apartó con rapidez la vista, como si estuviera avergonzada.
—¿Qué pasa? —preguntó la Sra. Pettus a su hija.
—Mercy tiene un novio. Algo así. Pero no es Charlie. Es este otro chico... y ella nunca se lo dijo a nadie porque si sus padres se enteraran, se habrían vuelto como locos.
—¿Cómo así? —preguntó Kate.
—Es este chico que vive cerca de Deerfield. Es mayor que ella… tiene diecisiete.
—¿Y estaban saliendo en citas? —preguntó DeMarco.
—No creo que fueran citas. Solo se veían. Pero cuando se juntaron, creo… Bueno, creo que solo fue algo físico. A Mercy le gustaba porque era un chico mayor que estaba prestándole atención, ¿entienden?
—¿Y por qué no lo iban a aprobar sus padres? —preguntó Kate.
—Bueno, primero por la edad. Mercy tiene quince y este chico tiene casi dieciocho. Pero está también su reputación. Abandonó la secundaria, anda con gente poco recomendable.
—¿Sabes si la relación fue sexual? —preguntó Kate.
—Ella nunca me dijo. Pero creo que eso pudo haber sido porque siempre que bromeaba con ella al respecto, se quedaba callada.
—Anne —dijo el Sr. Pettus—, ¿por qué no le dijiste a la policía?
—Porque no quería que la gente pensara mal de Mercy. Ella es… ella es mi mejor amiga. Ella es gentil y amable… este tipo es basura. No comprendo por qué le gusta.
—¿Cuál es su nombre? —preguntó Kate.
—Jeremy Branch.
—Dices que dejó la escuela. ¿Sabes en qué trabaja?
—En nada no creo. Trabaja con árboles aquí y allá, cortando ramas y ayudando a los madereros. Pero de acuerdo a Mercy, simplemente se sienta junto a la casa de su hermano mayor y bebe la mayor parte del día. Y no estoy segura, pero creo que vende drogas.
Kate casi lo sentía por Anne. Las miradas en los rostros de sus padres dejaban en claro que tendrían una seria conversación con ella, una vez que Kate y DeMarco se marcharan. Sabiendo esto, Kate caminó hacia Anne y tomó asiento en el mismo lugar que el padre había ocupado solo un minuto antes.
—Sé que fue duro para ti —dijo Kate—. Pero hiciste lo correcto. Nos has dado una pista y ahora quizás lleguemos al fondo de todo. Gracias, Anne.
Dicho eso, hizo una inclinación de cabeza a los padres de Anne y salió. En el camino hacia el auto, DeMarco sacó su teléfono. —¿Sabes dónde está Deerfield? —preguntó.
—Como a veinte minutos, internándose en los bosques —dijo Kate—. Si pensabas que Deton era pequeño, no has visto nada.
—Llamaré al Sheriff Barnes y veré si puede conseguir la dirección.
Estaba haciendo exactamente eso al tiempo que se subían al auto. Kate se sintió de repente llena de energía. Tenían una pista, el apoyo de la policía local, y casi todo un día por delante. Al arrancar, no pudo dejar de sentirse esperanzada.
Aunque DeMarco había recibido una dirección muy precisa de parte de Barnes, Kate no pudo evitar preguntarse si Barnes no se había equivocado, o si algo se habia se había quedado sin ser transmitido en la comunicación. Vio la dirección cinco minutos después de pasar por los límites del pueblo de Deerfield, pintada de mala manera con letras negras en el costado de un sucio buzón. Pero, como casi todo lo demás en Deerfield, Virginia, más allá del buzón todo era bosque y campo abierto.
Como a medio metro del buzón, vio el trazado de lo que presumió era una vía de acceso. La maleza había crecido a lo largo del costado, ocultando la mayor parte de la entrada. Ingresó a la vía y se encontró con que era un estrecho camino de tierra que conducía a un espacio abierto, más ancho, varios metros más adelante. Supuso que lo que estaba mirando era un gran patio al frente que no había visto una cortadora de césped en mucho tiempo. Había tres autos, dos de los cuáles lucían como chatarra, estacionados en el patio. Se hallaban colocados a lo largo de una franja de tierra que venía siendo el final de la vía de acceso.
A unos metros de los autos, no muy lejos de los árboles que pertenecían al bosque que se extendía más allá, había un enorme tráiler. Era del tipo que estaba decorado como una casa en su parte externa y, que de haber estado bien cuidado se vería como un lugar más bien bonito. Pero el porche principal se veía ligeramente inclinado, y uno de los soportes se había caído por completo. Faltaba también el canalón en uno de los lados de la casa y, por supuesto, estaba el patio lleno de maleza.
Kate y DeMarco aparcaron junto a la chatarra y lentamente se aproximaron a la casa. El césped, que mayormente era maleza, llegaba hasta las rodillas de Kate.
—Me siento como en un safari —dijo DeMarco—. ¿Tienes un machete?
Kate rió suavemente, con los ojos puestos en la puerta principal. Entre los.estereotipos y la información de Anne Pettus sentía que sabía lo que encontrarían adentro: Jeremy Branch y su hermano mayor, sentados sin hacer nada. El lugar olería a tierra, basura, y puede que incluso a marihuana. Habría botellas de cerveza regadas por entre los muebles baratos, que estarían apuntando a un relativamente bonito aparato de televisión. Ella había visto este decorado en incontables ocasiones, cuando se trataba de jóvenes vividores pertenecientes a las zonas rurales.
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