Los temas tratados en esta colección de ensayos avanzaban en buena medida la importante monografía que Burke publicaría unos diez años más tarde (Lenguas y comunidades en la Europa moderna), aunque, evidentemente, no tenía entonces previsto realizarla. Después de haber colaborado en varios proyectos sobre historia social del lenguaje con el historiador de la medicina Roy Porter en los años ochenta, Hablar y callar parecía una buena manera de difundir los resultados principales y, de ese modo, como apuntaba él mismo en el prefacio, desbrozar el terreno para que «otras generaciones» lo cultivaran [30] Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
. Da la impresión de que en aquel momento, a principios de los años noventa, el interés de Burke por el estudio de la historia social de las lenguas retrocedía (temporalmente), en favor de otro que al parecer estimulaba más su curiosidad: las formas de comportamiento. En buena medida, ambos temas eran complementarios y también las teorías en las que podía apoyarse su estudio, como él mismo puso de manifiesto en el ensayo teórico sobre historia social del lenguaje: con toda facilidad pasaba allí de las ideas de Bajtin sobre la creatividad y adaptabilidad del habla respecto a la gramática como conjunto de reglas fijas, a la noción de habitus, el término que Bourdieu había impulsado en su Esquisse d’une théorie de la practique (1972) para referirse a los esquemas o patrones de percepción y conducta que permiten responder a las más diversas situaciones a través de improvisaciones reguladas. De forma similar, en «El arte de la conversación» Burke se movía entre la valoración de los manuales de conversación como fuente para el estudio de la lengua hablada en la Edad Moderna y su análisis como género literario cercano a los tratados de cortesía y buenos modales que proliferaron a partir del Renacimiento. Esta literatura había interesado también a Norbert Elias, otro de los teóricos más influyentes en la obra de Burke y cuya conocida obra, El proceso de civilización ([1936]; 1977), se dedicaba precisamente a estudiar el desarrollo de la civilidad o urbanidad de los europeos del periodo posterior a la Edad Media. A diferencia del sociólogo alemán, el historiador británico insistía en las variaciones geográficas y cronológicas de las normas de urbanidad, dejando claro que éstas no se desarrollaron únicamente en la Francia del siglo XVII, sino también en la Gran Bretaña ilustrada y, antes, en la Italia del Renacimiento. Desde este último contexto, Burke trazaba la recuperación de las ideas clásicas sobre la conversación, en particular desde Cicerón, modelo explícito de las obras italianas más importantes sobre el tema. El Cortesano de Baldassare Castiglione era, así, discutido como el primero de una larga serie de escritos sobre el arte de conversar y, de forma más general, de comportarse y actuar en el mundo cortesano. La enorme difusión de este libro en la Europa del siglo XVI suscitó tanto interés al historiador cultural, que la convirtió en su proyecto prioritario más inmediato.
El resultado del nuevo proyecto fue Los avatares de El Cortesano (1995), una monografía sobre la producción, difusión y recepción en Europa de uno de los libros más influyentes del Renacimiento italiano. El autor sigue la trayectoria del libro durante el siglo posterior a la primera edición de 1528, cuando las numerosas ediciones, traducciones y adaptaciones pusieron de manifiesto el entusiasmo que suscitó en Italia y muchos otros países europeos. En parte un estudio de historia intelectual, el estudio arrancaba de las interpretaciones de El Cortesano como expresión del sistema de valores e ideales del caballero de corte en la Italia del Renacimiento, aunque se cuidaba de entroncar la obra tanto con textos de la Antigüedad (de donde procedían las virtudes propuestas para moverse en sociedad), como con la literatura medieval del amor cortés, origen de la novedosa noción de cortesía que Elias consideraba central para la domesticación del noble guerrero. Más allá del contenido preciso del libro escrito por Castiglione, al historiador inglés le interesaba su difusión como manual práctico de comportamiento, como una guía de modales para presentarse y actuar de forma adecuada en la corte. Así lo indica el análisis de las transformaciones producidas en las ediciones posteriores no controladas por el autor, las traducciones o adaptaciones a otras lenguas, las imitaciones de otros autores y las formas de lectura activa detectadas en algunos casos. Para tratar este último punto, especialmente escurridizo, el historiador recogió información relativa a más de trescientos lectores, a través de inventarios de bibliotecas particulares de la época y rastreando individualmente los ejemplares conservados hasta la actualidad, en algunos casos subrayados y anotados por los lectores. De este modo, su trabajo se situaba de lleno en la historia del libro más reciente, al estilo de la que practicaban Robert Darnton y Roger Chartier. Sin renunciar a los métodos cuantitativos, de nuevo en forma de prosopografía, y manteniendo el interés por las mentalidades (pues las formas de lectura remitían a ciertos hábitos de pensamiento y supuestos implícitos) Burke se centraba en el análisis de la recepción y para ello se servía de nociones como «apropiación» (Paul Ricoeur), «discurso» (Michel Foucault) y «recontextualización» (Michel de Certeau), muy influyentes en los historiadores con los que dialogaba. Nuestro autor volvió a ponerlas a prueba en un estudio más general sobre la recepción del Renacimiento italiano en Europa, una obra publicada tres años después del estudio sobre El Cortesano. Antes de comentarla, conviene sin embargo discutir un trabajo previo de importancia en parte teórica, que ayudará a entender mejor los problemas y soluciones planteados en este periodo de experimentación fértil, pero también insegura sobre las bases y el futuro de la historia cultural.
Formas de historia cultural (1997) era una nueva compilación de ensayos en los que las reflexiones sobre la historia cultural se unieron a estudios breves sobre varios grupos de temas y problemas que habían preocupado al autor desde finales de los años setenta. El primero entronca con el interés por el potencial de la psicología histórica para tratar cuestiones generalmente desatendidas por los historiadores, como las formas de pensar, percibir y recordar. Inspirándose en el psicoanálisis y en la historia de las mentalidades, pero intentando ir más allá de las explicaciones universales y de la noción de representaciones colectivas homogéneas, en los capítulos sobre los sueños, los recuerdos, la risa y los gestos Burke incidía en las pautas culturales, categorías y representaciones colectivas, como la base sobre la que se modelaban las expresiones individuales concretas. Clave para estudiar la relación entre modelos culturales y comportamientos individuales eran las nociones de esquema (fórmula por la que se representa un acontecimiento o persona en términos de otro) y de estereotipo, que Burke consideró también en estudios separados sobre las figuras alegóricas y analogías empleadas en la historiografía de la primera Edad Moderna [31] Конец ознакомительного фрагмента. Текст предоставлен ООО «ЛитРес». Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес. Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.
. En otro capítulo dedicado a los relatos de viajes, el autor observaba la importancia de los estereotipos habituales del Otro en la expresión de las experiencias individuales y concluía reafirmando su posición intermedia entre la consideración positivista de esos relatos como descripciones de la realidad y la constructivista que los vería como una mera invención; para Burke, lo que el análisis de la relación entre el relato individual y las fórmulas de narración revelaba era la distancia que separa la cultura del observador y el intento que éste hace para traducir lo desconocido a términos familiares.
Читать дальше