—Odio esta situación —murmura mientras bajamos a la planta inferior.
El alivio me embarga. Él también lo siente, gracias a Dios.
—Yo también.
Nos quedamos de pie en la entrada abrazándonos durante unos instantes, su frente pegada a la mía, y sus brazos alrededor de mi cintura. Pienso en todos los abrazos que nos hemos dados en estos últimos dos años. Todas las bromas privadas y los mensajes fortuitos y el hecho de que nunca me he ido a la cama sin que W me llame para desearme buenas noches.
—Mark y yo hemos decidido que vídeos pensamos que son los mejores —dice. Su cálido aliento me roza la nariz—. Va a editarlos para unirlos todos esta semana y luego te mando el archivo por email.
Me tenso ligeramente, y espero que no lo note.
—Me muero de ganas de saber qué opina ese agente de nuestro canal.
—Y yo—digo con falsa alegría. Luego intento distraerme respirando ese aroma tan familiar a limón de su loción de afeitado.
Tras un último beso, observo con ojos desolados cómo sale de mi casa hasta su coche. Es el mismo todoterreno viejo que tenía en el instituto, y mientras se aleja, pienso con anhelo en todos los morreos y besos que nos hemos dado en ese coche.
Arriba, me dejo caer en la cama y vuelvo a tuitear sobre mi pena.
Vaughn Bennett@VeryVaughn
Escuchando Ford en repetición = la mejor cura para un corazón roto.
Estoy mintiendo en ambas cosas, porque no estoy escuchando Ford, y tampoco hay ninguna cura para un corazón roto. Ni siquiera para uno de mentira.
***
—Tienes que publicar el dibujo esta noche —me anuncia Claudia cuando Paisley me tiende el teléfono.
Claudia no me está llamando a mi número… todavía. Estoy segura de que eso cambiará en cuanto mi relación con Oakley sea portada de las revistas.
Han pasado dos semanas desde mi «ruptura», así que llevo esperando esa petición desde que el primer pago llegó a la cuenta bancaria de Paisley, pero eso no significa que lo haya estado deseando.
Como todavía no me permiten que deje mi trabajo, he hecho cuatro turnos en Sharkey’s y me he dejado ver toda deprimida debido a la ruptura frente a mis compañeros. Aunque no es que eso sea muy difícil. Ni tampoco el aceptar el cheque de veinte mil dólares; el primero de muchos. Se decidió que los cheques irían a nombre de mi hermana por si acaso, porque si se filtraba que Diamond Talent Management me estaba enviando cheques, los buitres empezarían a rondarme de inmediato. Si se hacían a nombre de Paisley, la agencia puede defender que los pagos forman parte de su salario.
Las mentiras que están creando me parecen complicadas e innecesarias, pero yo nunca he hecho nada así antes, mientras que para Claudia parece ser algo de su día a día.
—¿Por qué esta noche? —gruño, en su mayor parte por llevarle la contraria. Como es técnicamente mi jefa, en realidad no debería estar gruñéndole, pero esta relación es la más rara que haya tenido nunca en la vida. Una parte de mí espera que me despidan.
—Porque tenemos que avanzar con esto. Publica el dibujo. Oak lo verá en un par de horas. En cuanto le dé a favorito a tu tuit, prepárate para que te lleguen una bandada de mensajes. Responde solo unos cuantos.
—A lo mejor deberías decirme tú cuáles he de responder
—murmuro con sarcasmo.
—Ah, no. Todo esto debe de ser natural —objeta Claudia, ignorando mi sequedad—. Pero vas a recibir muchísimos. No vas a poder contestarlos todos. Mañana por la mañana, ¡serás toda una estrella de las redes sociales! Solo recuerda que no les vas a gustar a todos. Los fans son posesivos con Oak, así que ignora los mensajes crueles y céntrate solo en los que te den ánimos. ¡No te olvides de que todos desearían ser tú, sin importar lo que publiquen!
Tras darme ese mensaje de ánimo tan cuestionable, me cuelga. Saco el dibujo que por fin pude terminar hace un par de días. Me pregunto qué le parecerá a Oakley. No es malo, pero no me encanta, y no porque su cara no me haya salido exactamente como quería. He trabajado en sus ojos durante bastante tiempo, pero fue difícil capturar su vivacidad en blanco y negro. Tiene ojos bonitos, pienso mientras paso un dedo por encima de ellos.
No, no es por mis errores técnicos, pero algo le falta. Algo de Oakley Ford que he sido incapaz de plasmar en el papel.
Frunzo los labios con indecisión. No me gusta que uno de mis dibujos vaya a ser motivo de escrutinio de millones de personas en las redes sociales. Pero es para lo que he firmado.
Cojo el teléfono, le hago una foto rápida y luego la publico en Twitter.
Vaughn Bennett@VeryVaughn
Las rupturas son más fáciles de llevar cuando te imaginas esta cara junto a la tuya.
Tan solo tres horas después de que Oakley le diera a favoritos a mi dibujo, la primera respuesta llega a mis notificaciones. Menos de un minuto después, recibo un mensaje de Carrie.
¿Has visto que Oakley Ford le ha dado a favoritos a tu foto?
Me hago la sueca y le contesto: ¿¿En serio??
¡Sí! Entra a Twitter. ¡Tu muro está que arde! ¡Deberías mandarle un mensaje!
No voy a mandarle ningún mensaje solo porque le haya gustado una foto.
¡Nunca se sabe! ¡Mándale un mensaje directo como una pro, nena!
Y luego ya no puedo responderle más, porque a cada segundo —o quizá es a cada milisegundo— me llega una nueva notificación.
@pledo5514 @1doodlebug1 @caaryneo @paulyn_N acaban de seguirte.
¿Acaba de darle @OakleyFord a favoritos a la foto de una chica @VeryVaughn?
@OakleyFord sígueme. Por fa. Te quiero. @VeryVaughn
@luv_oakley_hands @VeryVaughn Este dibujo está muuuuy chulo. Quiero 1 en mi taquilla.
@VeryVaughn Dios, qué dibujo más normalucho. Vuelve al colegio, zorra.
@OakleyFord_stanNo1 @VeryVaughn Qué verdad. He mirado su perfil. No es siquiera fan de él, mucho menos una fanática. Fuera.
@VeryVaughn ni siquiera eres guapa. @OakleyFord tú estás como un queso.
@selleuni5 @OakleyFordHeart @unicornio @wammalamma @magg1e_han50n y 244 más acaban de seguirte.
Oh, guau. He conseguido más de doscientos seguidores en cuestión de diez segundos. Qué locura.
Paisley asoma la cabeza por la puerta de mi cuarto.
—Claudia ha llamado. Dice que deberías empezar a responder. Al parecer te están llegando cientos de mensajes.
—Lo sé. —Levanto el teléfono, un poco abrumada—. Son básicamente sobre lo normalucha y poco mona que soy y que él se merece algo mucho mejor que yo.
Mi hermana me dedica una sonrisa sarcástica.
—Es internet. La gente está todo el día diciendo estupideces en internet. ¿Necesitas ayuda con eso?
Niego con la cabeza. He firmado un contrato y ya es hora de que cumpla con mi parte, así que me paso la siguiente hora respondiendo tuits al azar con los «Ay, Dios» y con signos de exclamación suficientes, mientras ignoro los comentarios que me llaman fea. Los que me insultan tienen algo en común, no son buenos con la ortografía, y eso me hace sentir un poco de satisfacción por dentro.
El último mensaje que recibo antes de irme a la cama es de W.
¿Qué cojones, V…? Llámame.
—¿Por qué no he visto este dibujo antes de que se publicara? —pregunto a Jim.
Son más de las diez, la casa vuelve a estar muerta y estoy mirando fijamente un boceto de mi cara en el teléfono de Ty. Él está en el salón intentando ocultarme su risa.
—¿No te gusta? —dice Jim, con la sorpresa patente en su voz, a través del teléfono—. Yo creo que es bueno. En realidad, es mejor de lo que creía. A tus fans les está encantando.
Amplío la imagen a la altura de mi boca. ¿Así es cómo me ve? ¿Enfadado y taciturno? Parezco un niño pequeño al que le acaban de quitar su juguete favorito. Pero va a sonar todavía más infantil si me quejo de ello a Jim, así que le pongo otra excusa.
Читать дальше