Registro de la Propiedad Intelectual Nº 2020-A-3799
ISBN edición impresa: 978-956-6048-27-5
ISBN edición digital: 978-956-6048-28-2
Imagen de portada: Rafael Guendelman Hales, Encapuchado en Nabi Saleh (2012). Cortesía del artista.
Diseño de portada: Paula Lobiano
Corrección y diagramación: Antonio Leiva
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Para Antonina Sirin.
Y hay un tercer género siempre-siendo, el del no-
lugar que da lugar que no admite corrupción y
da ocasión a todo lo que nace, siendo captable de
un modo insensible por un razonamiento
singular. Es así difícilmente creíble, pues al
mirarlo soñamos y decimos que necesariamente
todo lo ente que es en algún dónde es en algún
lugar, y que lo que se sustrae como lugar, es
decir, lo que no está ni en la tierra ni en el cielo,
es nada.
PLATÓN
No, no hay en el bosque pastores
ni tampoco rebaños
El invierno progresa
a porfía la primavera.
Esclavo crea al hombre
quien todo lo somete.
Mas a la menor rebelión
imperará la rebelión.
GIBRÁN JALIL GIBRÁN
En todo caso, el Grial buscado con
obstinación, la vida que inútilmente se
consuma en la llama no era reducible a
ninguno de los términos opuestos, ni a
la idiotez de la vida privada ni al
incierto prestigio de la vida pública y,
antes bien, cuestionaba la posibilidad
misma de distinguirlas.
GIORGIO AGAMBEN
Índice
Paisaje
I. Cuesco
II. Medios sin fin
Violencia divina
Mitología de la revuelta
Uso de los cuerpos
Martirio
III. Intifada
Intifada (palestina)
Reyes de Taifa
Instante de peligro
Ashab yurid isqat an-nizam
Conocimiento fulmíneo
IV. Cosmopolitismo salvaje
De Königsberg a Tahrir
La Vida que inútilmente se consume en la llama
Agradecimientos
Paisaje
1
Aún hay demasiado asunto que pensar sobre las revueltas árabes acontecidas desde finales del año 2010. No solo las múltiples formas que adquirió en sus diferentes estallidos, sino de manera más precisa el sinnúmero de preguntas básicas con que interpelaron al presente: ¿qué fueron esas revueltas, qué cambiaron en efecto y cómo conectaron su ímpetu con levantamientos de otros lares? ¿Quiénes decidieron ir a ellas? ¿Por qué? ¿Hacen falta determinadas «condiciones» para arrojarse contra el cañón de un tanque o contra la mirilla de un fusil o las «condiciones» no son nunca suficientes para desencadenar un levantamiento?
Según los discursos dominantes y la habladuría cotidiana del mesón académico, las revueltas «fallaron», no transformaron nada o casi nada: ¿fallaron dichas revueltas? ¿Qué significa que un proceso tenga «éxito» o «fracase», según la nomenclatura habitual tan de moda hoy en día? ¿Y por qué un proceso de esta índole debería examinarse bajo el prisma de lo que realizó o no realizó? ¿Por qué la «realización» –y qué noción de «realización» suponemos– determina lo que entendemos por «hacer»? En este contexto, las revueltas –según se escucha en diversos discursos aparentemente opuestos– ¿fueron el impulso de simples yuppies que querían más y mejores reformas neoliberales o de terroristas digitados por la CIA que pretendían destruir lo que supuestamente quedaba de antiimperialismo?
En medio del pesimismo de las izquierdas latinoamericanas que se consuelan con la posibilidad de algún gobierno llamado «progresista» que interrumpa, en parte, las nuevas formas de fascismo prevalentes, estudiar estos procesos puede abrir muchas cuestiones decisivas para pensar más allá de nuestra docilizada situación. Entre la versión CNN que consideraba las revueltas como levantamientos de jóvenes promercado que remaban a favor de una democracia neoliberal y la versión de la «izquierda» tradicional que los consideraba simple infiltración del imperialismo, hay un punto ciego, una potencia no atendida, una voz no escuchada.
El presente ensayo se plantea como una contribución a pensar dicha voz. No para «hablar en su nombre», según el paradigma cartográfico característico de la representación, sino para mostrar su imposibilidad y atender la secreta trama topológica en la que se juega la revuelta. Sin duda se trata de escuchar su potencia, pero ¿cómo hacerlo?, ¿cómo soslayar la trama universitaria u orientalista que, sin embargo, las revueltas impugnaron? ¿Cómo leer –si acaso admiten legibilidad– estos procesos abiertos en el lugar sin lugar que excede las estructuras de todo marco cartográfico?
Un asunto cierto es que, al menos, mi experiencia intelectual se transfiguró enteramente con estas revueltas. Entendí que había algo «menos» que «poder» en la afirmación de la «potencia», que desde las izquierdas teníamos sofisticadas teorías de la alienación mediática (muy importantes todas ellas), pero carecíamos enteramente de una topología de la imaginación popular; que ofrecíamos profundas reflexiones acerca del funcionamiento del poder en el capitalismo contemporáneo, pero en gran medida carecíamos de una teoría de la sublevación.
Hasta ahora, cierta intelectualidad parecía haber preguntado cuáles son las condiciones del poder en la actualidad. Pero esa pregunta no fue del todo acompañada del problema que debía plantearse inmediatamente: ¿qué significa sublevarse en los tiempos del fin de todo relato revolucionario?
La plaza Tahrir de El Cairo levantó un registro «imaginal» por el que irrumpió políticamente. Los «expertos» y los servicios de inteligencia occidentales estaban demasiado obsesionados en el auge del islamismo y en la defensa irrestricta de una «democracia» como para atender la posibilidad de una revuelta. El desamparo teórico y político en el que vivimos promete en Tahrir comenzar otras formas de insurrección.
En virtud de su, la revuelta se desplegó hacia diferentes lugares que, después de un largo «invierno» contrarrevolucionario en el que los diversos procesos de «restauración» del Ancien Régime en los países árabes asolados por las contiendas revolucionarias que colmaron los titulares de la prensa y los discursos «expertos» acerca del «islamismo», las revueltas volvieron a tocar la puerta de la historia: durante el año 2019 experimentamos su reactivación. Mientras escribo, el pueblo palestino no deja de sublevarse contra la colonización sionista y su reciente «Acuerdo del siglo» instigado con EE.UU., organizando una «gran marcha del retorno» y diversas formas de protesta; por varias semanas, Argelia levantó sus calles en rebelión contra el régimen de Abdelaziz Bouteflika; los egipcios volvieron a Tahrir para impugnar al brutal gobierno del general Sisi, y los iraquíes –que durante la Primavera árabe aún yacían paralizados por la invasión estadounidense del año 2003– abrazan protestas en sus diversos orbes contra el gobierno y su corrupción generalizada. En Líbano, la voz popular terminó con el primer ministro renunciado y, por su parte, los yemeníes «huthíes» organizados desde los acontecimientos populares abiertos por la Primavera árabe, asestaron un golpe bajo al capital mundial atentando con drones-bombas a dos locaciones de la petrolera mundial saudí, Aramco.
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