1 ...8 9 10 12 13 14 ...39 Nosdriov
Lo desconocido y el azar se muestran siempre como un peligro para Chichikov y su empresa. Nosdriov, lo mismo que Korobochka, no entraba en los planes de Chichikov (como tampoco lo hará la hija del gobernador) y su aparición tendrá para él unas consecuencias funestas [17]. La relativa seguridad que exhibe Chichikov cuando se mueve en una situación prevista se ve trastornada cuando entran en escena factores imprevistos. Tanto confiando el secreto de las almas muertas a un truhán como Nosdriov, como confiándoselo a una mente simple como la de Korobochka, Chichikov se la juega, pues se está sometiendo a lo desconocido. No obstante, un héroe que se pasa la obra planteándoles a los terratenientes una compra incomprensible (en cierto sentido, «lo desconocido»), se niega a jugar a las cartas con Nosdriov aludiendo precisamente a su temor a «lo desconocido». Y ¿cuál es la respuesta de Nosdriov a eso?
—¿Por qué a lo desconocido? –dijo Nosdriov–. ¡No hay nada de desconocido! Si la suerte está de tu parte, puedes ganar una fortuna del diablo. ¡Aquí está! ¡Qué suerte! –dijo él empezando a tirar para despertar su ardor–. ¡Qué suerte! ¡Qué suerte! Bueno: ¡Así se gana! ¡Aquí está el maldito nueve con el que perdí todo! Presentía que me iba a traicionar, sí ya, pero cerrando los ojos, pensé para mí: «¡Al diablo contigo! ¡Traicióname maldito!» (p. 169.)
Es como si en toda esa escena hubiera algo de exorcismo o como si la propia construcción de Chichikov, y toda la obra por ende, no fuera otra cosa que un conjurar el temor de Gogol a lo desconocido (неизвестность). Ello habría de conectarse con la cuestión de la historia en Almas muertas, a la que dedicaré más espacio al final de esta introducción. Entre el Nosdriov-Gogol y el Chichikov-historiador hay un soterrado ajuste de cuentas: Chichikov le comunica a Nosdriov su «búsqueda del pasado» y, en la escena culminante, éste (travestido de teórico) le hace la pregunta decisiva: «¿Para qué has comprado almas muertas?», «¿Por qué has indagado en el pasado?». Mirar al pasado es mirar a lo desconocido; pero, cuando Chichikov no quiere jugar a las cartas aduciendo miedo a lo desconocido, en realidad, truca su discurso pues lo que le perturba es la posibilidad de ser víctima de una trampa (que las cartas estuviesen marcadas; véase Fusso, 1993, pp. 23-27). El historiador, que en realidad es un tramposo, teme a su vez a la trampa y el despreciado Nosdriov volverá para hacerle la pregunta fatal. Esa pregunta será cúspide de la obra; el texto completo de Almas muertas parecerá querer responder a la cuestión análoga de ¿cómo dar cuenta de lo pasado cuando la historia ya no sirve?
El papel de Nosdriov, para Fusso, puede asociarse en muchos aspectos al del artista creativo [18]. En realidad, este personaje aparece como poco interesado por el beneficio personal y movido más bien por una suerte de inspiración, por una pura creatividad. Es más, acusa a Chichikov de ser un сочинитель (en ruso, a la vez, «embustero» y «autor» y «cuentista» en nuestra traducción, véase la n. 30 del texto) y éste le espetará que el сочинитель es él, «sólo que sin éxito». Ahora bien, ello abre una inquietante asociación entre narración y mentira, que quedará realzada cuando se muestre al indolente Nosdriov extenuado tras haberse dedicado cuatro días sin descanso a preparar una baraja de cartas marcadas (véase p. 283). El artista, encarnado en el tramposo, rompe las reglas prescritas del juego y se esfuerza por establecer un orden propio sujeto a su control, tratando de transformar el caos del mundo en un cosmos propio. «No es una coincidencia que Nosdriov pierda su vitalidad en este momento, pues al buscar controlar los caprichos de la suerte, está abandonando su propio reino de sorpresa e impredecibilidad creativa» (Fusso, 1993, p. 48).
Pese a su carácter mendaz, Nosdriov aparece como un personaje que no oculta nada (se le percibe tal cual es), algo que no puede decirse precisamente de Chichikov. Sus expresiones, paradójicamente, harán continua referencia a la verdad, al honor, a la palabra de honor. ¡Qué curioso que sea justo el más mendaz de todos quien destape el escándalo de las almas muertas! Pues su versión sobre las almas muertas es por completo cierta.
Nosdriov además será el único personaje con el que la habilidad de Chichikov para vender su «mercancía» no funcione. Tal vez ese «estar libre de culpa» (de la culpa de la «adquisición» de almas muertas) sea lo que le permita «tirar la primera y certera piedra» que frustrará algunas de las expectativas chichikovianas. Hasta cierto punto, puede decirse que Nosdriov y Chichikov representan las dos grandes fuerzas en liza dentro de la obra. Frente al cierto afeminamiento de Chichikov, Nosdriov es el representante de la promiscuidad heterosexual masculina, por lo demás deprimente y asociada a unas cualidades bastante poco recomendables [19].
Sobakievich
Este terrateniente aparece perfilado como un ser monstruoso que unas veces es descrito con ecos de la criatura de Frankenstein (véase p. 182) y otras aparece como un animal al que han enseñado unas ciertas normas para comportarse en sociedad, pero que a cada paso deja ver su verdadera naturaleza. En ese sentido, se lo llega a comparar con un oso amaestrado. Sin embargo, como muy agudamente percibe Nabokov, pese a su estolidez, Sobakievich es uno de los personajes más poéticos de la obra: «Las relaciones de Sobakievich con la comida están marcadas por una especie de poesía primitiva, y si se pudiera hablar de un ritmo gastronómico habría que decir que su metro prandial es el homérico» (1997, p. 86). Pero, además, este personaje muestra una pasión histórica inusitada por la Independencia griega, en la que se retroproyecta como un nuevo Byron ruso; de ese modo, Sobakievich se reenuncia a sí mismo como el general Bagration y se sitúa anacrónicamente entre los gigantescos héroes griegos que adornan las paredes de su salón, lugar donde la poesía gastronómica y la histórica experimentan un cierto solapamiento.
Gogol jugará en él parte de las bazas de sus opiniones sobre la dialéctica pasado-presente. Sobakievich aparece directamente retratado como «un alma muerta», pero a su vez hace revivir con su recuerdo a los campesinos muertos, de tal forma que se suscita una discusión entre él y Chichikov sobre la verdadera naturaleza de la existencia (véase p. 190). Su conocimiento y elogio de las que habían sido sus almas muertas (frente a las vivas) tal vez tenga que ver con su propia condición de «alma muerta». Ahora bien, mientras hace revivir el pasado de sus almas muertas, Sobakievich vive frente al pasado histórico que le interesa, con el que se siente identificado y en el que encuentra su propio sentido. Además del poeta que decía Nabokov, este personaje representaría al historiador, que mientras exhibe su «omnisciencia» histórica, «engaña» a Chichikov (al propio demonio), incluyéndole en su lista el nombre de una campesina. Sobakievich sabe que el valor de las almas muertas está en que Pavel Ivanovich las desea y por eso marca unos precios altísimos para ellas. De hecho, las valora casi como almas vivas. Este personaje sabe que el pasado vale más cuanto más interés hay en recuperarlo; sabe también que la «gestión» del pasado puede ser un buen negocio para los que viven en el presente.
Prototipo de alma muerta, Sobakievich presenta los mayores contrastes como personaje: tiene aspecto y maneras de animal (sobre todo en la mesa) y, sin embargo, demuestra una notable cultura y capacidad crítica; es verdad que aparece como un perfecto misántropo (sólo habla bien de los muertos –almas muertas– y sólo admira a los personajes históricos –almas no menos muertas–), pero hace gala de un considerable instinto para las relaciones sociales; es torpe de movimientos y parece petrificado y, no obstante, se muestra muy posibilista en la venta llegando al engaño.
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