Baco, s. Deidad más que conveniente inventada por los antiguos como excusa para emborracharse.
bandido, s. Persona que arrebata por la fuerza a A lo que A le ha arrebatado con la astucia a B.
baño, s. Especie de ceremonia mística que sustituye al culto religioso, sin que se haya determinado con qué eficacia espiritual.
barba, s. Pelo que suelen afeitarse aquellos que execran, con toda la razón, la absurda costumbre china de rasurarse la cabeza.
barbero, s. (Del lat. barbarus, «salvaje», y de barba, «barba»). Salvaje cuya laceración de nuestras mejillas pasa inadvertida ante el tormento superior de su conversación.
bardo, s. Persona que compone rimas. Es uno de los numerosos alias con los que el poeta pretende ocultar su identidad y librarse del oprobio.
barómetro, s. Ingenioso instrumento que indica qué tiempo hace ahora mismo.
bastante, adv. Todo lo que hay en el mundo, si nos basta.
bastón, s. Práctico artículo para amonestar al amable difamador y al rival desconsiderado.
basura, s. Materia carente de valor, como las religiones, las filosofías, las literaturas, las artes y las ciencias de las tribus que infestan las regiones al sur del Polo Norte.
batalla, s. Método de desatar con los dientes un nudo político que no se podía deshacer con la lengua.
bautismo, s. Rito sagrado de tal eficacia que el que se encuentra en el cielo sin haberlo cumplido será infeliz por siempre. Se realiza con agua de dos maneras: por inmersión, o zambullida, y por aspersión, o rociado.
bautizar, v. tr. Imponer un nombre con toda la ceremonia a una criatura indefensa.
bebé, s. Criatura deforme, de edad, sexo y condición indefinibles, que destaca, sobre todo, por la violencia de las simpatías o antipatías que despierta en los demás, sin que ella, por su parte, muestre ningún sentimiento ni emoción.
beber (con exceso), v. tr. Empinar el codo, tragar, chupar, mamar, embriagarse o emborracharse. Si se trata de un individuo, beber en exceso está mal visto; en cambio, las naciones bebedoras están a la vanguardia de la civilización y son más poderosas.
benefactor, s. Que compra ingratitud al por mayor, sin, pese a ello, afectar al precio, que sigue estando al alcance de todos.
beneficencia, s. Donar cinco dólares para ayudar al propio abuelo internado en un asilo y publicarlo en el diario.
biografía, s. Homenaje literario que un hombre pequeño rinde a uno grande.
blanco, adj. y n. Negro.
bobo, s. Persona de gracia imperfecta, dada en exceso al vicio de tropezar consigo misma.
boda, s. Ceremonia en la que dos personas se comprometen a volverse una; una acepta no ser nada; y la nada se compromete a ser tolerable.
borracho, adj. Cargado, confuso, mamado, bebido, curda, ebrio, mareado, embriagado, pesado de cabeza, contento, achispado, paposo, como una cuba, ajumado, alumbrado, tajado, pasado, con una turca, alegre, feliz, etcétera.
brandy, s. Licor compuesto de una parte de rayos y truenos, una parte de remordimiento, dos partes de asesinato sangriento, una parte de muerte, infierno y tumba, dos partes de Satán aguado y cuatro del santo Moisés. Dosis: siempre lleno hasta arriba. Creo que fue Emerson quien dijo que es la bebida de los héroes. Yo no me atrevería a aconsejarlo a otros. Dicho sea de paso, está bastante bueno.
bruja, s. 1. Vieja fea y repulsiva que mantiene una perversa relación con el diablo. 2. Joven bella y atractiva cuya perversidad supera con creces la del diablo.
brujería, s. Antiguo prototipo y práctica precursora de la influencia política. Sin embargo, se la consideraba menos respetable que ésta y a veces se castigaba con la tortura y la muerte. Augustine Nicholas refiere la historia de un pobre campesino al que, acusado de brujería, torturaron para obligarle a confesar. Tras soportar unos cuantos golpes, el ingenuo desgraciado reconoció su culpa, pero con toda su inocencia preguntó a los torturadores si no sería acaso posible ser brujo sin saberlo.
budismo, s. Descabellada forma de error religioso en el que creen, con terquedad, unas tres cuartas partes de la raza humana.
bufón (de Corte), s. Demandante en los tribunales.
C
censor, s. Funcionario de algunos gobiernos, cuyo cometido consiste en suprimir las obras de genio.
caballo, s. Fundador y garante de la civilización.
cabeza, s. Porción del cuerpo humano a la que se cree responsable de todas las demás partes. En algunos países se tiene por costumbre arrancarla, y muchos han adquirido gran habilidad y dominio en ese arte.
cadáver, s. Persona que manifiesta el grado más elevado posible de indiferencia que puede aceptarse para corresponder a la solicitud ajena.
cadete, s. Joven caballero militar que, dentro de diez años, puede hacer temblar al mundo y rebanar los pescuezos de las naciones.
calamidad, s. Recordatorio común e inequívoco de que los asuntos de este mundo no dependen de nosotros. Hay dos tipos de calamidades: la desgracia propia y la fortuna ajena.
calvo, adj. Desprovisto de pelo por razones hereditarias o causas accidentales, nunca debido a la edad.
cama, s. Potro para torturar a los perversos; baluarte sin fortificar contra los remordimientos.
campo, s. Área de los alrededores de las ciudades habitada por la codorniz, la trucha, el ciervo y el hacendado armado.
candidato, s. Humilde caballero que renuncia a la distinción de la vida privada y busca con diligencia la honorable oscuridad de un cargo público.
caníbal, s. Gastrónomo de la vieja escuela que conserva el gusto por los sabores sencillos y sigue la dieta natural del período preporcino.
canonizar, v. tr. Convertir en santo a un pecador muerto.
cantidad, s. Buen sustituto de la calidad cuando se tiene hambre.
cañón, s. Instrumento utilizado para la rectificación de las fronteras nacionales.
capital, s. Sede del mal gobierno. Proporciona el fuego, la olla, la cena, la mesa, el tenedor y el cuchillo al anarquista; él, por su parte, sólo se encarga de maldecir los alimentos que va a tomar. Pena capital: pena acerca de cuya justicia y conveniencia albergan serias dudas muchas personas de gran valía, entre ellas, todos los asesinos.
caramelo, s. Dulce compuesto de polvos de talco, glucosa, levadura y muerte prematura.
carcaj, s. Funda portátil en la que el hombre de Estado de la Antigüedad y el abogado aborigen transportaban sus argumentos más ligeros y penetrantes.
caridad, s. Gentil cualidad del corazón que nos impulsa a justificar en los demás los pecados y vicios a los que nosotros somos adictos.
carne, s. Segunda persona de la Trinidad laica, la primera y la tercera son, respectivamente, el Mundo y el Diablo.
cartesiano, adj. Relativo a Descartes, famoso filósofo, autor de la célebre máxima Cogito ergo sum, con la cual se dio el gusto de suponer que demostraba la realidad de la existencia humana. La máxima, sin embargo, puede mejorarse en estos términos: Cogito cogito ergo cogito sum, es decir: «Pienso que pienso, luego pienso que existo», que viene a ser lo más cerca de la certeza que ha llegado a estar cualquier filósofo hasta hoy en día.
casa, s. Edificio hueco erigido para que lo habiten el hombre, la rata, el ratón, el escarabajo, la cucaracha, la mosca, el mosquito, la pulga, los bacilos y los microbios.
castigo, s. Arma que la Justicia casi ha olvidado cómo se utiliza.
catecismo, s. Serie de adivinanzas teológicas en las que las dudas eternas y universales se resuelven con respuestas locales y pasajeras.
categórico, adj. Equivocado a voz en grito.
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