Una noche estaban acostados en la cama de Lars Bakken viendo la película más reciente de Charlie Kaufman, Anomalisa . En la película, el personaje principal ha escrito un libro sobre el trato al cliente, y viaja fuera de la ciudad para dar una plática motivacional al respecto ante los empleados de un negocio de servicios. El hombre es de mediana edad, está casado y tiene un hijo, pero al entrar al hotel, se topa con dos admiradoras. Ambas trabajan en servicios al cliente por teléfono y han leído su perspicaz libro con entusiasmo. Invita a una de ellas, Lisa, a acompañarlo arriba a su habitación. Ella es muy retraída, a medias bonita y a medias inteligente, y él se enamora justamente de esta excesiva normalidad suya. Tras haberse acostado —sexo convencional que a sus ojos aparece como conmovedor con todos sus titubeos y torpezas— duermen juntos en la cama del hotel. Esa noche tiene una pesadilla atroz. Sueña que se despierta, baja a la recepción y que todos los que se encuentran en el hotel están enamorados de él. Gradualmente, las caras y las voces de todos se van volviendo iguales, hasta hacerse una sola persona. Hacia el final de la pesadilla, entra violentamente a la habitación donde Lisa duerme, la despierta sacudiéndola y grita “You have to be with me, I have realized that everybody is the same person, and you’re the only one who isn’t”.
Levantó la mirada hacia Lars Bakken. ¿Era así como él, Lars, la veía a ella? ¿Como la Única Persona? Cogieron.
Después se quedaron acostados uno junto al otro en la pequeña cama de él, dormitando. Justo antes de dormirse, Lars le apretó la mano. Cuando él, tras un momento, aflojó la presión, se preguntó si no debía abrazarlo para probar que no era de esas que aceptan la cercanía cuando se les ofrece, pero sin ser capaces ellas mismas de dar algo a cambio, o si el prolongar el contacto cuando él empezaba a soltarse, más bien parecería como un acto inoportuno o casi desesperado, como si ella no lograse soltar. Llegó a la conclusión de que debería apretar la mano, ya fuese que expresase calidez o desesperación, pues ambas posibilidades ocultaban cuán fácil le era soltarse y marcharse; sabía que el cuerpo es lo único que puede ser forzado a seguir nuevos patrones. Al aferrarse a la mano de Lars Bakken ella mentía con el cuerpo, con la esperanza de que la mentira algún día se extendiese al cerebro como una infección bacteriana en un clima cálido y húmedo.
Pronto Lars Bakken dormía, y así también se durmió ella, con la mano de él en la suya; en el sueño se puso en pie y salió del departamento. En el corredor pululaban hombres desconocidos, tornando sus rostros hacia ella; había narices puntiagudas y narices chatas, cabezas alargadas, y ojos, ojos, ojos. Ella los veía a todos; los amaba; no sabía nada sobre el amor. 
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.