De manera inédita, en “ Las indias cacicas novohispanas: testimonios de poder en el siglo XVIII”, Cruz Lira describe cómo funcionaban las lógicas de poder en que se desenvolvían las mujeres nobles, las indígenas empoderadas que se “atrevieron” a vivir en matrimonios mixtos; es decir, mujeres que se casaron con extranjeros y que tuvieron que asumir retos tanto sociales como legales; verdaderas cuitas al desafiar el dogma de la raíz única cultural, ya que a pesar del aplaudido mestizaje de la actualidad, la segregación simbólica, racial y de clase, predominaba fuertemente durante el periodo del México virreinal.
Por su parte, Spinoso Arcocha, en “ Relatos y narrativas chicanas de La Llorona”, explora el viaje a suelo estadounidense de una leyenda mexicana considerada memoria heredada y tradición móvil; estudia su presencia, recepción y reconfiguración en la literatura chicana, la pintura y el muralismo, con el fin de mostrar el valor simbólico que el personaje de La Llorona ejerce en el imaginario colectivo transnacional.
El capítulo “ Amuletos indefinidos”, de las investigadoras y artivistas Carolina Maldonado Franco y Adriana Corredor Contento, brinda una reflexión a partir de su propia práctica artística y performativa: dos jóvenes inmigrantes, cuyas raíces suspendidas y anhelos de viaje se ven interpelados por escenarios de violencia física real. Ante la amenaza de violación latente que amedrenta la seguridad de las mujeres que “viajan solas”, las autoras proponen un amuleto original para protegerse del male. De este modo, la tarea del objeto artístico adopta un poder ritual, a manera de objeto vernáculo, y su aplicación antropológica contemporánea se activa en escenarios de acoso sexual. Esta reflexión nutre la acción, y en la restitución de la experiencia se aprecia el cuidado solidario de ellas mismas y de los demás.
Finalmente, el capítulo de Nadia Setti, “ Tópicos y temporalidades migrantes”, nos invita a adentrarnos en literaturas insólitas provenientes de plumas feministas de Croacia, Albania, Túnez, Somalia y Argelia, muchas de ellas no traducidas todavía al español. En este texto no solamente descubriremos las escrituras migrantes de autoras poco conocidas en el mundo hispano, también leeremos las epopeyas errantes de escritoras refugiadas e inmigrantes que revelan diferentes pensamientos del antes y el después de la movilidad. Con base en Derrida, Setti presenta las poéticas de la memoria amnésica en donde no se piensa más que en el presente, y aquellas de la memoria hipermnésica, en donde se olvida el presente para quedarse en el pasado.
Raíces suspendidas: estéticas y narrativas migrantes desde una perspectiva de género es una invitación para saborear los pasajes/paisajes trazados gracias a los imaginarios migrantes. Este libro plasma aquello que la filósofa inglesa Sara Ahmed denominó un happy object : un objeto feliz que rebasa al objeto de consumo liberal para superar los testimonios de la desesperanza vinculados con las narraciones migrantes. Además, contribuye a alertarnos en contra de los proyectos de raíz única y de las visiones objetivantes, ya que actualiza la noble tarea social de la poesía, de la fotografía, del archivo, del mito, de la performance , del amuleto y, añadiremos, del trazo.
Relato de sí misma, escritura del otro
ANNIE BENVENISTE
El relato de vida en antropología
En el ámbito de la antropología, el lugar asignado al relato de vida o relato biográfico varía según las escuelas. La escuela antropológica norteamericana empezó utilizando el enfoque biográfico en los años veinte del siglo pasado, para recoger el testimonio de los indios sobre su propia cultura. En 1926, la publicación de Crashing Thunder de Paul Radin, que narraba la cultura winnebago vista desde el interior, ejerció gran influencia. “Radin utiliza [...] la biografía no para relatar en forma cronológica una experiencia individual, sino para mostrar cómo reacciona un individuo frente a las normas culturales que le impone la sociedad en la que vive” ( Morin, 1980: 14).
Más tarde, en 1942, la publicación de Sun Chief de Leo Simmons tuvo también mucha resonancia. En este caso, el etnólogo recogió el diario biográfico de Don Talayaesva, un indio que escribió a instigación suya y en respuesta a sus preguntas. Esta narración está basada en el proceso de conocer una cultura a partir de la experiencia de uno de sus miembros, centrándose no en las estructuras sociales, sino en la interacción entre el individuo y las normas colectivas producidas por estas estructuras. En el prefacio de la traducción francesa de este libro, Lévi-Strauss acoge con satisfacción el método que consiste en restituir la cultura Hopi “desde el interior”, tal y como la vive el niño y, más tarde, el adulto ( Lévi-Strauss, 1959). Como éste lo subraya en la revista L’ Année Sociologique (1950), el particular interés de esta biografía va más allá de un simple conocimiento de la cultura Hopi, ya descrita por autores ajenos a dicha cultura. Este libro “constituye para el etnólogo y para el psicólogo un documento de un valor excepcional [...] ya que desde el primer intento logra lo que se empeña en realizar vanamente por lo general, el investigador de terreno, restituir una cultura indígena ‘desde el interior’ como un conjunto viviente que se rige por su armonía interna, no como un amontonamiento arbitrario de costumbres e instituciones” (1959: 330).
En estos ejemplos, el relato de vida, bajo pretexto de estudiar las culturas indias —antes del proceso de desaparición provocado por las olas de industrialización y urbanización— constituye un instrumento al servicio de la folclorización porque encierra a las culturas en un pasado ficticio al considerarlas como grupos aislados. La práctica de la urgencia mantiene la ilusión de que las tradiciones y las culturas “auténticas” se han conservado intactas desde la conquista. Hay que esperar el final de la Segunda Guerra Mundial para que la antropología norteamericana oriente su investigación hacia el estudio de espacios occidentalizados.
El libro de Oscar Lewis, The Children of Sánchez , nos narra la vida de una familia proletaria mexicana. Está basado en el método del relato de vida y rompe con la ideología de las sociedades sin historia, aquellas que viven encerradas en un tradicionalismo primitivo. Esta obra obtuvo gran éxito mundial y sirvió de modelo para los estudios biográficos en el medio urbano. Presentada en forma de relatos cruzados entre los diferentes integrantes de una misma familia, concede la palabra a personas desfavorecidas, habitualmente clasificadas en la categoría de los “sin voz”. En la introducción, el autor escribe: “Por primera vez, gracias a la grabadora, personas sin preparación, incultas e incluso analfabetas, pueden hablar de ellas mismas y narrar sus observaciones y experiencias de un modo desinhibido, espontáneo y natural” ( Lewis, 1961: 14).
Bajo el imperio del positivismo y del estructuralismo, la antropología francesa dio prioridad, durante largo tiempo, al estudio de las instituciones sociales, políticas y culturales sobre la representación “interior” que los individuos podían tener de las normas que los constituían. En palabras de Lévi-Strauss antes citadas, la recopilación y el análisis externo de prácticas y códigos culturales no restituye la lógica de los indígenas. En cambio, el método biográfico es, por excelencia, el que permite lograr esta restitución siempre que las narraciones singulares sean contextualizadas e inscritas en los sistemas sociales.
A finales de los sesenta, la antropología francesa se entusiasmó por los relatos de vida. Fue un periodo en que ciertos modos de vida rurales tradicionales estaban desapareciendo y necesitaban ser registrados a través de la recolección de testimonios. Este fenómeno era parte de un proyecto de rescate. El relato de vida, como variante del testimonio, puede ser comparado con las fuentes orales utilizadas en historia aplicada, en este caso, con la perspectiva antropológica que consiste en dar voz a quienes la historia no suele interrogar. La intención era abrirse a la diversidad de las culturas adentro de las fronteras nacionales, por lo que el estudio del mundo rural francés fue el relevo del exotismo consecutivo a la descolonización, con el objetivo de regresar a figuras internas de la alteridad.
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