Luego de algunas entrevistas, y tras cuatro años en Gillette, conseguí trabajo en SC Johnson, una gran empresa de consumo reconocida por destacarse en el trato con sus empleados. Los primeros dos meses fueron muy buenos; conocer gente, darme a conocer, descubrir los procesos y trabajar en algo más relacionado con la fábrica. De la misma forma que esas cosas me sedujeron los primeros meses, me aburrieron después, y enseguida sentí el mismo ruido en mi cabeza. “¿Qué pasa?”, me preguntaba, ¿acaso no quería cambiar de empresa?, ¿y ahora qué? No lo sabía…
Paralelamente a estos cuestionamientos, me casé, por lo que durante un tiempo cambié el foco de atención. Más tarde, sin embargo, decidí encarar el tema con mayor profundidad. A raíz de preguntas como ¿quién soy?, ¿qué me gusta?, ¿por qué?, ¿qué quiero hacer? y ¿qué cosas realmente disfruto y me hacen bien?, empecé a retroceder y a analizar cómo había tomado las decisiones que me habían llevado hasta ahí: ¿por qué estudié lo que estudié?, ¿por qué elegí esa facultad y no otra?, ¿por qué trabajo donde trabajo? Pensé bastante y asumí que, en muchas ocasiones, no había sido libre en el momento de elegir. Y no porque alguien me hubiera obligado a hacer algo que no quería, sino porque no había tenido elementos para decidir ni había estado preparado para hacerlo. No había tenido idea de la profesión que había elegido y tampoco me había permitido conocer otras cosas.
Así fue como decidí pedirles ayuda a mi mujer, a profesionales, a compañeros, a amigos y a personas que sabía que podían darme una mano. Lo que sí tenía claro era que la vida en grandes empresas no me estaba gustando y que yo no estaba hecho para eso. Durante todos esos años de trabajo, había descubierto que me agradaba mucho lo social, el trato con la gente, y que quería hacer algo un poco más comprometido con el mundo, con la sociedad, con el otro. Si la empresa vendía más o menos productos, no le cambiaba la vida a nadie; yo seguía teniendo mi sueldo a fin de mes, y ese sueldo me permitía hacer las cosas que me gustaban, jugar al fútbol y comer asados con amigos. Me reuní para hablar con gente de la política, de ONG, de empresas familiares y con expertos en recursos humanos y psicólogos, entre otros. Todos, de alguna manera, me fueron abriendo los ojos.
Hacía unos años que, en mis ratos libres, junto a mi mujer, ayudaba en una asociación que brindaba jornadas y talleres para novios y, casi sin darme cuenta, surgió la posibilidad de dedicarme a tiempo completo a la asociación. Era una jugada muy arriesgada: podía perder todo lo cosechado en siete años de trabajo en empresas, podía llegar a tener que ajustarme el cinturón con un ingreso menor, podía quedar como un tonto que después de muchos años cambiaba de rumbo tan drásticamente. Lo pensamos mucho y, finalmente, tomamos la decisión de hacer ese cambio. Fue muy difícil, pero una vez ejecutada la decisión, todo fue mucho mejor. Me conecté conmigo mismo, con mis gustos, mis pasiones y con las cosas que me hacen feliz.
Hoy trabajo asistiendo a parejas de novios y matrimonios, y también estoy creando junto con un equipo un centro de atención a la familia. A los diecisiete años, jamás hubiera pensado en una cosa así. Ser libres implica renovar lo que sabemos acerca de nosotros mismos, actualizarnos y estar siempre atentos a las cosas que nos gustan y nos hacen bien. A medida que vamos creciendo, vamos cambiando, y puede que nuestros intereses y necesidades evolucionen; por eso, creo que la vocación se desarrolla a lo largo de toda la vida.
Muchos creen que perdí años de mi vida y que los treinta no es una edad para hacer ese tipo de cambios. En mi caso, fue a los treinta. Pude reconocer que me gustaba otra cosa y me animé a salir a buscarlo. ¿Hubiera preferido que el cambio haya sido antes? No lo sé, los siete años en las empresas me dieron mucho; conocí amigos, a mi mujer, y me aportaron cosas que me van a servir siempre. Hoy estoy contento de haber dado este paso y no me importa si más adelante tengo que dar otro volantazo en mi profesión. La vida es muy generosa y siempre hay oportunidades que van y que vienen, pero lo importante es saber que debemos ser libres y elegir conociendo y conociéndonos.
A continuación te acercamos tiras de Tute y de Liniers que te ayudarán a reflexionar acerca de la vocación.*
1. Respondé: para vos, ¿qué es la vocación?
2. Te proponemos que les preguntes a cinco personas qué es la vocación.
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* A continuación te acercamos tiras de Tute y de Liniers que te ayudarán a reflexionar acerca de la vocación.* 1. Respondé: para vos, ¿qué es la vocación? 2. Te proponemos que les preguntes a cinco personas qué es la vocación. 1) 2) 3) 4) 5) * Agradecemos a Tute y a Liniers el permiso concedido para reproducir sus respectivas tiras.
Agradecemos a Tute y a Liniers el permiso concedido para reproducir sus respectivas tiras.
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