Me contacté con Krmpotic a través de un conocido en común con quien trabajé varios años como mensajero en moto y compartí militancia sindical. Luego de que a través de la gestión de mi conocido, Krmpotic aceptara realizar la entrevista lo llamé y quedamos un viernes a la tarde del mes de octubre del año 2013 en la puerta de la Facultad de Derecho de la UBA, en Figueroa Alcorta y Pueyrredón. Me encontré con un hombre muy alto y flaco, llevaba una barba prolija y tenía puestos unos jeans color bordó; también usaba un anillo con una piedra oscura y grande que me llamó la atención. Hicimos la entrevista en el inmenso y elegante salón de profesores; el piso y todo el mobiliario eran de madera; los sillones individuales estaban tapizados en cuero de color verde inglés. Nos ubicamos cerca de uno de los ventanales que dan al parquizado de la avenida. La charla duró poco más de tres horas. Cuando Krmpotic habla, su labio inferior queda colgado por unos instantes entre frase y frase, como prendido de una tanza invisible que lo tironea hacia abajo. También gesticula bastante con sus manos y puede pasar de la calma a la vehemencia en inflexiones rítmicas, no torpes. Sin solemnidades, demostró ser no solo un hombre de acción sino también uno que ha reflexionado mucho acerca de lo que ha vivido. Me sorprendió la lucidez en la siempre problemática autocrítica. Incluso se permitió bromear sobre la trágica falta de timing político que, entre otras cosas, primó en la experiencia orpiana. Me impactó también de qué manera esa autocrítica no derrama hacia el arrepentimiento, la agachada ni la auto conmiseración. Terminó la entrevista y yo todavía no sabía dónde iba a publicarla. Unos días después el editor de Ni a Palos del diario Tiempo Argentino me respondía el mail donde aprobaba el sumario en que se la había ofrecido. Esa primera entrevista se publicó el 1° de diciembre del 2013 y fue la nota de tapa del suplemento. Tenía cerca de quince mil caracteres de un texto que en su desgrabación bruta pasaba los setenta mil. En agosto del año 2014 y a instancias de Juan Terranova publicamos la entrevista completa en el libro digital Entrevista a Adrián Krmpotic , por Ediciones Elcec ; y decidimos agregar como documento anexo el alegato escrito y pronunciado por Krmpotic en su juicio.
Cuatro años después, en mayo de 2018 consulté a Krmpotic sobre la posibilidad de volver a juntarnos para ampliar la entrevista original a los fines de publicarla como libro en papel, cosa a la que accedió sin problemas. Mi idea era que desarrolle algunas cuestiones que, a mi criterio, todavía tenían tela para seguir conversando: la historia de la fuga de su padre como oficial de la marina croata de un campo de prisioneros británico sobre el final de la segunda guerra; una serie de hechos como el robo a un camión blindado y las exigencias de dinero que le hicieron al empresario supermercadista Alfredo Coto; el episodio Bergés con detalles del tiroteo (yo tenía el dato que habían disparado sobre los genitales del torturador y quería que cuente eso); entre otras. Esa segunda charla, cinco años después, también duró casi cuatro horas; la hicimos en su estudio jurídico, una oficina mal iluminada en la zona de tribunales. Una vez concretada y desgrabada tuve que decidir qué hacer con todo ese material. Sabía que tenía algo potente. En algún momento pensé en hacer una biografía política, me parecía un desafío en cuanto a la escritura y creo que las peripecias de la ORP bien valen un libro. Pero dándole vueltas al tema llegué a la conclusión que lo que tenía que escucharse era la voz de Krmpotic, no la mía. Una vez llegado a esto el camino se allanó, aunque surgió un problema nuevo, al principio tuve la vocación de juntar, de intercalar ambas entrevistas hasta darles consistencia y lograr un solo texto. La tarea me resultó imposible, hacerlo implicaba estropear el trabajo, había que tomar cientos de decisiones a cada oración e ir pegando frases de un texto en el otro hasta darle coherencia. No se podía; me costó salir de esa inmovilidad. La cuestión no fluía. De dos textos buenos estaba, en el hipotético caso que pudiera terminar el proyecto, logrando construir uno solo muy desmejorado. Así fue que hablando nuevamente con Juan Terranova me convencí de la inviabilidad de la idea en la que yo naufragaba, y él me propuso publicar por Ediciones Paco las dos entrevistas completas y fechadas, junto a esta introducción. Sobre el final ofrecemos, como en la edición digital de la parte I, el alegato pronunciado en el juicio. Me gustaría tan solo dejar enunciado que ese alegato es una pieza de literatura política valiosísima, en la tradición de José Hernández y Rodolfo Walsh. Podría agregarse a esa serie una profusa lista de textos y autores que ameritaría, esa tarea en sí misma, un ensayo crítico autónomo. Decidí que el libro se llame Krmpotic a secas, sin el “Entrevista a Adrián...” de la versión digital, para que desde el título, y durante toda la lectura, ya cobre la máxima potencia posible su voz, esa voz parsimoniosa, opaca y lejana, borrada de las currículas de la inmensa mayoría de las corrientes de izquierda, progresistas y nacional-populares de la actualidad. Y de esa manera presentar como libro lo que es, ni más ni menos, una conversación política.
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