Bunyan nos dice que hay tres características que distinguen a los creyentes como Cristiano de la gente mundana de la feria de Vanidad. Primero, los peregrinos cristianos parecen extraños para los ciudadanos de la ciudad mundana. Segundo, los cristianos hablan un idioma diferente, el «idioma de Canaán»2, el idioma de la tierra prometida. Ese no es el idioma local de la feria de Vanidad. Tercero, los cristianos tienen diferentes valores a los de la gente de la feria de Vanidad, y no muestran interés en el materialismo ni la búsqueda de placeres que se acostumbran en la feria de Vanidad. ¿Por qué los cristianos son diferentes de la gente mundana de la feria de Vanidad? La diferencia en la vestimenta habla del hecho de que los cristianos usan un manto de rectitud, el cual Jesús da a todos los creyentes y el cual la gente de la feria de Vanidad no tiene. El manto de rectitud, que fue comprado por la sangre de Jesús, hace que la gente inicua de la feria de Vanidad se amargue y se enoje.
El idioma que habla el cristiano es el idioma de Dios, no obstante, el problema de comunicación no es causado simplemente por una diferencia de idiomas. Los cristianos ni siquiera hablan de los mismos asuntos que los ciudadanos de la feria de Vanidad. Ellos hablan acerca de intereses espirituales, acerca de asuntos cercanos al corazón de Dios. La gente de la feria de Vanidad habla solamente cosas mundanas, desde un punto de vista mundano.
Los valores de Cristiano y otros creyentes son completamente ajenos a los valores de la gente de este mundo, cuyo dios es Satanás y quienes únicamente están interesados en la gratificación y elevación de ellos mismos. ¡Si tan solo los cristianos del siglo xxi fueran tan distintos del mundo como los peregrinos de El progreso del peregrino!
Rumbo a Canaán
Hebreos 11 nos dice que Abraham, Sara y los otros héroes de la fe fueron «extranjeros y peregrinos sobre la tierra».3 ¿Qué es un peregrino?
Es importante tener una definición precisa en mente. Un peregrino no es una persona que deja su hogar y vaga sin dirección; un peregrino no es un vagabundo. Un peregrino es una persona que viaja con un destino claro en mente. Un peregrino tiene una visión por conseguir, una meta por alcanzar, un destino planeado. Un peregrino está determinado a alcanzar su destino sin importar las dificultades, los obstáculos o el sufrimiento. Debido a su visión, debido a esta meta, debido a su determinación, un peregrino sostiene todo lo demás en la vida (posesiones, ambiciones terrenales e incluso gente) con las manos abiertas.
Hay pocas cosas más desgarradoras que observar a un peregrino espiritual convertirse en un mundano vagabundo. Hay pocas cosas más trágicas que ver a alguien que prometió mucho como cristiano, alguien que salió con Dios de Ur rumbo a Canaán, perderse a lo largo del camino. He conocido personas que comenzaron como peregrinos y se convirtieron en vagabundos, y mi corazón se rompe por ellos.
En este tiempo crucial de la historia humana, Dios está buscando peregrinos auténticos y sinceros que caminarán en medio de este mundo de Vanidad sin ser corrompidos por él. Sin importar nuestra edad o nuestra posición en la vida, Dios nos llama para ser sus peregrinos en este mundo turbulento y cargado de pecado. Eso es lo que Dios nos enseña a través del peregrino llamado Abraham.
Génesis 12 nos cuenta cómo Abram (es decir, Abraham) y su esposa Sarai, partieron de Harán, con rumbo a Canaán. La Biblia no desperdicia palabras. Es importante notar los detalles de este relato:
Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron (vv. 4, 5).
Cuando Abraham dejó Harán, se llevó consigo una gran cantidad de riquezas acumuladas. En este momento, Abraham tenía 75 años. Para un hombre que viviría hasta los 175, esto era la mediana edad. Las posesiones que Abraham había adquirido durante su estancia en Harán no lo detuvieron de ser un genuino seguidor de Dios. La riqueza es una trampa para muchos creyentes. Pero en las manos de un sabio y generoso discípulo del Señor, la riqueza es una fuente de bendición y ministerio. En mis casi cincuenta años de ministerio, he conocido una cantidad de gente que ha sido bendecida por Dios en lo material, pero que nunca ha hecho de las riquezas un ídolo. Usaban su riqueza para servir a Dios y a otros. Abraham era ese tipo de discípulo.
Abraham, Sara, Taré y Lot habían viajado una distancia de setecientas millas, viajando hacia el norte por el noreste, para llegar desde Ur hasta Harán. Después de vivir en Harán por cinco años aproximadamente, el padre de Abraham, Taré, murió. Después de sepultar a su padre, Abraham reanudó su peregrinaje hacia Canaán, una distancia de otras setecientas millas aproximadamente, viajando al sur por el sureste.
Quiero mirar este relato del Antiguo Testamento a la luz de un pasaje del Nuevo Testamento, Hechos 7. Ahí, Esteban, el primer mártir cristiano, se pone de pie frente al Sanedrín, el Consejo de gobierno en Jerusalén. Este es el mismo Consejo de gobierno que condenó a Jesús a muerte y que después también persiguió a Pedro y a Juan. Esteban conoce los corazones asesinos de los miembros del Sanedrín; no obstante, testifica sin temor alguno lo que Dios está haciendo a través de Jesucristo y su iglesia. Esteban está mostrando cómo Dios trabaja entre la gente a pesar de los esfuerzos de esos gobernantes por oponerse a Dios. Esteban dice:
Varones hermanos y padres, oíd: El Dios de la gloria apareció a nuestro padre Abraham, estando en Mesopotamia, antes que morase en Harán, y le dijo: Sal de tu tierra y de tu parentela, y ven a la tierra que yo te mostraré. Entonces salió de la tierra de los caldeos y habitó en Harán; y de allí, muerto su padre, Dios le trasladó a esta tierra, en la cual vosotros habitáis ahora (vv. 2-4).
Esteban dice que Abraham se quedó en Harán. ¿Qué tipo de lugar era Harán? Era muy semejante a la ciudad de la feria de Vanidad, un lugar de tentaciones y seducción.
Note la frase de Esteban: «Muerto su padre». Esas tres palabras lo dicen todo. Nuevamente, la Biblia no desperdicia palabras. Esteban está hablando ante el Sanedrín, un grupo de poderosos hombres de Medio Oriente. Quiero que escuche esta historia tal como ellos la escucharon, a través de la perspectiva de la cultura de Medio Oriente. Volveré a contarle la historia de Abraham y su padre, Taré. Quiero dejar en claro que esta es la versión de Michael Youssef de la historia y no tiene la autoridad de las Escrituras. Simplemente estoy usando mi «imaginación bautizada» para contar nuevamente la historia.
Las correas del delantal de Taré
Imagine conmigo la escena que tiene lugar en Ur de los caldeos. Dios le dice a Abraham: «Quiero que abandones Ur. Quiero que dejes atrás tu vida actual y que vayas a la tierra que te mostraré».
De modo que Abraham fue a la tienda de su padre, Taré, abrió la entrada de la tienda, y dijo: «¡Papá!». Bueno, al ser esto el Medio Oriente, probablemente le dijo: «¡Abba!»
—¿Qué pasa, Abram?
—Tengo que dejar Ur. Tengo que irme lejos.
—¿Irte? ¿A dónde vas a ir, hijo?
—No sé a dónde, Abba. Solo sé que Dios lo llamó Canaán, y Él va a mostrarme a dónde ir.
—¿Dios? ¿Cuál dios? Hay muchos dioses. Tengo una repisa entera llena de dioses. Dioses de oro, dioses de plata, dioses de hojalata...
—No, Abba. Hay un único Dios, y Él me está llamando a esa tierra lejana llamada Canaán. Voy a dejar mi ciudad natal e ir a esa tierra. y Abba, voy a tener que dejarte.
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