Arturo Núñez del Prado D. - Así veo yo el tenis
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(23-10-18)
Más de una vez me tocó, luego de perder un partido, escuchar a mi entrenador. Su discurso giraba en torno a que yo no había puesto en práctica lo entrenado, durante el match. Sus palabras, también, iban dirigidas a los múltiples errores cometidos, que me llevaron a la derrota.
De eso, han pasado al menos 25 años, pero es algo que sigo viendo en la relación entrenador-jugador, en el tenis.
No digo que esté mal, pero claramente es una fórmula incompleta, ya que no se considera la opinión del deportista. Y no se trata solamente de decirle a un niño, o adolescente, que ahora es su turno para hablar sobre lo sucedido en la cancha, porque no va a saber qué decir, en la mayoría de los casos.
En ese momento es cuando, los profesores debemos emplear la herramienta que da el título a esta columna, para guiar la conversación: el arte de preguntar.
El problema es que no estamos acostumbrados a formular preguntas. No consultamos, muchas veces, porque damos por hecho que la respuesta del otro es obvia, y será la que suponemos.
Y no es así. El otro es un ser distinto, que siente y piensa diferente, así que siempre será mejor preguntar en vez de suponer.
Lo ideal es que las interrogantes planteadas a los alumnos no sean cerradas. O sea, que no den pie para una respuesta como solo un sí, o un no.
Por ejemplo, ante la pregunta ¿jugaste bien hoy?, el tenista puede responder afirmativa o negativamente, y ahí finaliza el diálogo.
En cambio, si formulo una pregunta de expansión, como ¿qué piensas del partido que jugaste hoy?, voy a obtener una respuesta con contenido, ya que obligo a la persona a explayarse, por lo que se producirá un diálogo enriquecedor.
Otro ejemplo: si consulto, ¿por qué no hiciste lo planificado en el partido?, es difícil que el jugador se abra, porque las preguntas que comienzan con por qué son intimidantes, ya que tienen una carga negativa y llevan un juicio implícito.
Ahora, si pregunto, ¿qué hizo que no pudieras jugar de acuerdo a lo planificado?, o ¿qué te impidió jugar de acuerdo a lo planificado?, resulta más probable que reciba una respuesta que aporte valiosos elementos, para una mejor performance del deportista durante el próximo partido.
Una buena pregunta, puede ser un disparador, un catalizador. Es como un pase-gol, que puede desencadenar una reflexión muy valiosa en la persona, para que tome conciencia o se dé cuenta de algo que no había percibido.
“En el colegio, siempre nos premiaron por tener la respuesta correcta, pero nunca por hacer una buena pregunta…”.
¡Cuánta verdad hay en esa afirmación!
Transmitir conocimientos está muy bien, pero muchas veces basta con la pregunta adecuada, para que el otro descubra la respuesta.
Una simple pregunta, planteada con humildad al jugador, como por ejemplo, ¿de qué manera piensas tú, que yo podría ayudarte más?, puede cambiarlo todo.
¿Cuántos de nosotros les hemos formulado esa pregunta a nuestros alumnos?
No les creas, Garín
(05-11-18)
Durante tus vacaciones, Christian, de seguro mucha gente te va a palmotear la espalda, por tu espectacular rendimiento de fin de temporada.
Te dirán, convencidos, que ahora tu derecho hace mucho daño, y que tu juego de pies ha mejorado una enormidad.
Afirmarán, con mucho entusiasmo, que has madurado mucho, y alabarán tu alto nivel de concentración y garra, para dar vuelta partidos que parecían perdidos.
No les creas, Garín. Por favor, no les creas.
Otros, te dirán que jamás dudaron de tu potencial, que explotaras era solo cosa de tiempo, que solo había que ordenar tu juego y darle un patrón, para que subieras como la espuma en el ranking ATP.
Más de alguno intentará aconsejarte, sobre qué hacer de aquí en adelante en cuánto al calendario, o qué detalles técnicos corregir para dar el salto al top 50.
No les creas. Por favor, no les creas, Christian.
¿Por qué?
Porque los halagos marean.
Y porque hoy los pronuncian casi los mismos que hasta hace muy poco te criticaban, cuándo los resultados no llegaban.
Son los que pusieron el grito al cielo cuándo decidiste dejarlo todo y radicarte en España, para entrenar en la Academia de Rafael Nadal. Son también los que fruncieron el ceño ante tus reiterados cambios de entrenador, cuando parecía que no encontrabas el rumbo.
Son casi los mismos que afirmaban que a tu carácter le faltaba aplomo, para jugar los puntos decisivos, o para las series de Copa Davis.
Decían que tu cuarto de hora ya había pasado, y que todo lo que prometías se había quedado solo en eso, en una promesa, en nada más que palabras.
¡No les creíste, e hiciste muy bien!
Seguiste en lo tuyo, en silencio, confiando en tus medios, de acuerdo a tus tiempos, enfocado en tu objetivo.
Fuiste fiel a ti mismo y eso vale mucho. Hoy, más que nunca.
Tomaste el que te pareció el mejor camino para ti, y el tiempo te dio la razón.
Sigue así. Esa es la clave.
Escuchándote a ti mismo nunca te perderás, porque ahí está la verdad.
¿Qué te puedo decir yo, Christian?
Siempre he pensado, que la preparación de tu revés es demasiado corta.
Pero tampoco me creas a mí. Por favor, no me creas.
El efecto Frana
(19-11-18)
No queda nada para que Javier Frana, actual comentarista de ESPN y ex jugador profesional, aterrice en Santiago para dictar un esperado curso de capacitación.
Su sapiencia se traduce en acertados comentarios. El argentino no se remite a hablar sobre lo evidente. Por el contrario, muchas veces hace visible lo invisible para la mayoría, con pedagogía y un vocabulario simple, que lo hace comprensible para el público general.
Los beneficios de la visita de Frana serán bastantes, unos obvios y otros, no tanto.
De partida, esta capacitación contribuirá a elevar los conocimientos de los entrenadores chilenos. Ninguno de los asistentes a ambas jornadas, debiera salir igual que como llegó. Muy por el contrario, lo más probable es que se lleve valiosas herramientas para potenciar su labor.
Pero también hay externalidades positivas.
Este evento debiera convocar mucha gente. De ser así, serán más y con mayor frecuencia los especialistas connotados que vengan al país, como ya lo hicieron hace algún tiempo Paul Dorochenko e Iván Molina, por citar algunos.
Me gustaría que esta iniciativa fuera exitosa, porque permitiría algo que rara vez se da en nuestro tenis: el encuentro de un gran número de entrenadores.
Una instancia como esta puede propiciar mayor diálogo, debate, colaboración, e intercambio de experiencias y conocimientos entre los profesores.
Están los que se certifican a través de la PTR, y quienes siguen los cursos ITF; los que trabajan con niños y los dedicados al alto rendimiento, como también los que solo imparten clases particulares.
Muchos se capacitan continuamente. Otros, lo hicieron hace mucho y hoy se valen de su experiencia. Algunos trabajan como independientes, y otros son empleados de alguna institución.
No son pocos los que llegaron a la docencia porque fueron jugadores, y otros por sus estudios de Educación Física.
Unos trabajan en Santiago y el resto, en regiones. Algunos disponen de todos los recursos para desempeñarse, mientras que otros cuentan solo con lo justo.
Están los que llevan años en esto, junto con los que recién comienzan.
Como se aprecia, el universo de los profesores de tenis, en Chile, es muy variado.
Nadie es más que nadie, todos son importantes y constituyen un real aporte desde donde les toca estar. Cada entrenador tiene su método, y una valiosa experiencia que transmitir.
Siempre me ha llamado la atención un detalle: pocos profesores, demasiado pocos, se dan el tiempo para mirar, alguna vez, un rato, la clase de un colega.
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