De pronto se escuchó un golpe apagado y una vibración recorrió al zom; luego otro y otro más, y Benny comprendió que Nix estaba golpeando al monstruo con su espada, tratando de distraerlo o dislocarle los huesos.
—¡Nix! —gritó una voz—. ¡Atrás!
Los golpes cesaron, y un segundo después alguien le quitó de encima el cuerpo del zom y Benny supo que Tom estaba ahí. Había pasado un poderoso brazo alrededor del cuello del zom, y aunque la criatura peleaba y se revolvía, estaba ahora indefensa.
Una docena de personas llegaron corriendo al jardín por entre las casas. Chong y Morgie iban con ellos, y cuando vieron a Benny tirado en el césped y cubierto de sangre, se detuvieron de inmediato y quedaron clavados al suelo. Nix estaba más allá con su bokken entre las manos, jadeante y aterrada pero aparentemente indemne. Todos la miraron por un segundo, y después los ojos volvieron a dirigirse a Benny.
El chico comenzó a levantarse, pero de pronto Lilah apareció con una brillante daga en la mano. Antes de que Benny pudiera hablar, Lilah se montó encima de él y colocó la punta de la cuchilla bajo su mentón. Benny se paralizó.
—¡Lilah! —rugió Tom.
—¡Mira su hombro! Ha sido mordido —contestó ella.
—No… —chilló Benny con voz ronca.
—¡No! —secundó Nix.
Tom entregó a la señora Houser al capitán Strunk y otros dos hombres de la guardia del pueblo. Ellos la amordazaron y la ataron con practicada técnica, aunque sus rostros eran una mueca de miedo y repulsión. Tom se aproximó a un costado de Lilah y le tocó el brazo que sostenía la daga.
—No —dijo con más suavidad, mirando a Lilah y a Benny alternativamente—. Si ha sido mordido, entonces yo tengo que encargarme de él. Es mi familia.
—No he sido mordido —insistió Benny, pero nadie parecía prestarle atención.
Los ojos de Lilah eran del color de la miel, pero en ese momento Benny pensó que se veían tan fríos como el hielo. No había trazas de compasión o humanidad en su rostro. Todo lo que él podía ver era a la cazadora, la guerrera solitaria. La legendaria Chica Perdida que había matado tanto a humanos como a zoms en su senda de supervivencia en Ruina y Putrefacción.
El cuchillo se sentía como un hierro ardiente contra su piel.
Entonces Lilah lo retiró, y la chica dio unos pasos atrás.
—Asegúrate de hacerlo —le dijo a Tom—. O lo haré yo.
Benny se hundió en el césped, más agotado por los últimos segundos que por toda la pelea contra los zoms.
Nix pasó rozando a Lilah, con los ojos entrecerrados y furiosos, y se colocó entre los dos. Morgie se acercó hasta quedar hombro con hombro junto a Nix; luego de un leve titubeo, Chong hizo lo mismo. Sus cuerpos formaban una valla. Lilah los observó con mirada calculadora, como si los estuviera midiendo para decidir qué tan difícil —qué tan fácil— sería pasar a través de ellos para llegar hasta el probable zom.
Benny se incorporó temblando.
—No he sido mordido —gritó. Para probarlo, se sacó la camiseta y la lanzó al suelo, a los pies de Lilah. La ira empezaba a surgir en él, reemplazando centímetro a centímetro la sensación de terror—. ¿Ves?
—Ya veo —fue todo lo que Lilah dijo. Bajó su cuchillo y se dio media vuelta. Todos la vieron dirigirse al porche, subir los escalones y, sin pausa de por medio, clavar la punta de la cuchilla en la parte trasera del cráneo del señor Matthias. A diferencia de Benny, ella no falló en atravesar el punto exacto.
—Rayos —aventuró Morgie.
—Ajá —respondió Chong, pálido y alterado.
Tom se agachó y levantó la camiseta de Benny, examinó el agujero de la mordida en el hombro y se la devolvió.
—¿Seguro que estás bien?
Benny miró hacia el porche, donde el cadáver del señor Matthias yacía tendido muy cerca del de su hijo. Del cuerpo que alguna vez había sido un chico de su edad. Que alguna vez fuera su amigo. Otra víctima.
—Dije que no he sido mordido —finalizó Benny, sacudiendo su cabeza lentamente mientras se alejaba—, pero estoy a billones de años luz de estar bien.
DEL DIARIO DE NIX
Antes de la Primera Noche, la Oficina del Censo de Estados Unidos estimaba que había 6,922 millones de personas vivas en el planeta Tierra.
Tom dijo que los reportes noticiosos aseguraban que más de dos mil millones de ellas murieron durante los primeros dos días tras la Primera Noche.
Para cuando el servicio de “internet” se detuvo, las estimaciones de muertos a nivel global ascendían a los cuatro mil millones, y en aumento.
La gente del pueblo cree que después de la Primera Noche más de seis mil millones de personas fallecieron. La mayoría de la gente piensa que ya no hay más gente realmente viva en el mundo.
Sabemos que la población total de los nueve pueblos que sobreviven en el centro de California es de 28,261 habitantes, según el último censo de Año Nuevo.
9
Todos estaban sentados alrededor de la mesa de pícnic en el jardín de Benny, bebiendo té y comiendo enormes rebanadas de tarta de manzana con pasas y nueces. El sol era una esfera dorada en el impecable cielo azul y los pájaros trinaban entre las ramas. Sin embargo, tan exuberante belleza no aligeraba el ambiente de tristeza y horror que los envolvía como niebla.
Lilah estaba sentada aparte, con las piernas cruzadas sobre el césped. No había pronunciado una sola palabra desde su confrontación en el jardín de Zak. Nadie lo había hecho, excepto por algunos breves comentarios relacionados principalmente con la tarta de manzana de Tom. Benny mordisqueó su rebanada, pero no tenía apetito. Al igual que Nix, aunque ella picó furiosamente el postre hasta convertirlo en un montón de pasta beige sobre su plato. Chong y Morgie sí comieron las suyas, sólo que Chong parecía alimentarse en piloto automático, con los ojos fijos en el adusto pero bello perfil de Lilah.
Tom estaba sentado en un tocón. Se mostraba enojado e infeliz.
—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó finalmente Benny—. Con Danny y Zak… y…
Tom suspiró y se pasó las manos por el rostro.
—Fue el abuelo Houser. Parece que murió sentado en el sofá de la sala, leyendo su ejemplar de Bomba Local. Michelle probablemente pensó que se había quedado dormido. Quizá trato de despertarlo y él se reanimó y la mordió. Aparentemente ella salió corriendo de la casa para escapar. O quizá para buscar ayuda. Las gemelas dicen que ellas estuvieron fuera toda la mañana con su padre, así que tal vez Michelle fue a buscar a Zak o al señor Matthias para que la ayudaran. No estoy seguro de lo que pasó después. Hay mucha sangre en la cocina, así que puede ser que el abuelo los atacara en ese lugar cuando entraron. O quizá Michelle estaba más gravemente herida de lo que pensaba. Zak debe haber sido mordido en la cocina y corrió de vuelta a casa. También miré en su casa. Había mucha sangre en el comedor, así que Zak debe haberse desangrado ahí, y cuando se reanimó…
—… atacó a su padre —continuó Benny.
Tom asintió.
Benny consideró mencionar sus sospechas de que el señor Matthias había estado golpeando a Zak, pero ya no parecía tener algún propósito señalarlo. Aun así, un pensamiento horrible se estaba formando en su mente. ¿Y si Zak había sido mordido —por la señora Houser o por el abuelo Houser— y, sabiendo que estaba infectado, volvió a casa para asegurarse de que fuera ahí donde muriera y se reanimara? ¿Habría Zak hecho eso como una retorcida manera de vengarse del abuso?
Nix estiró la mano y le dio un apretón en la rodilla; y cuando Benny volteó a mirarla, vio una complejidad de emociones dando vueltas como torbellino en sus ojos verdes. Ella le dedicó una sonrisita triste, y él se preguntó, no por primera vez, si de algún modo ella podía leer sus pensamientos. O sentir lo que él sentía. ¿Cómo le llamaban a eso? ¿Empatía? Benny estaba bastante seguro de que ésa era la palabra.
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