Para evitar esto, Zeus envió a Hermes a que compartiera con los hombres el sentido moral y la justicia “para que hubiera orden en las ciudades y ligaduras acordes de amistad” (321c). Además, Zeus exige que todos participen del sentido moral y de la justicia, no sólo unos cuantos. Hermes debe derramar moralidad y justicia sobre todos los ánthropos. Sólo así será posible que existan ciudades.
Las discrepancias entre la narración de Hesíodo y la de Platón son mínimas y, sin embargo, significativas. El inicio es idéntico, pero el final es nuevo en Protágoras. Mientras que en el relato original Zeus encadena a Prometeo por el hurto y obsequio a los mortales, enviando una plaga femenina, en el de Platón Zeus auxilia para que esta nueva raza pueda, incluso, aprender a vivir en comunidad. Sin moralidad ni justicia toda agrupación humana está destinada a la catástrofe, a la aniquilación. ¿De qué moralidad y de qué justicia se está hablando en el diálogo de Platón? De aquella moralidad basada en la virtud (areté), de las cualidades que le permiten al ser humano ser lo que tiene que ser ayudándolo en esta tarea. Tarea que concluye con la justicia en su sentido más natural, metafísico y antropológico.
Gracias a ello, Platón fue capaz de pensar más allá de los límites de su tiempo. La ilustración griega encontró en él a un pensador que se atrevió a reflexionar sobre el kósmos de una manera que no lo habían hecho filósofos ni políticos antes que él. Uno de los tantos beneficios que este nuevo pensamiento trajo fue la incorporación de la mujer a la esfera política. Platón aprovechó el fuego y la sabiduría dadas para iluminar con inteligencia y ciencia la ética de su Atenas. Fiel a la etimología de ánthropos que exploró en Cratilo fue y examinó lo que veía. Recordemos que los justos son luz que iluminan las tinieblas de cualquier caverna.
Doctor en Historia del Pensamiento por la Universidad Panamericana (UP), maestro en Filosofía por la unam y licenciado en Filosofía por la up. Actualmente es profesor investigador del Departamento de Humanidades de esta universidad. También colabora con sesiones para icami y, en Monterrey, para el cph.
Referencias
Annas, J. (1976), “Plato’s Republic and Feminism”, en Philosophy, Vol. 51, núm. 197, Cambridge, Cambridge University Press, pp. 307-312.
Brisson, L. (2012), “Women in Plato’s Republic”, en Études platoniciennes, Vol. 9, Open Edition Journals, pp. 129-136.
Buchan, M. (1999), Women in Plato’s Political Theory, Londres, Macmillan.
Eggers Lan, C. (2012), Introducción, en Platón, Timeo, Buenos Aires, Colihue.
——— (1998), Introducción, traducción y notas, en Platón, La República, Madrid, Gredos.
García Gual, C., Traducción, introducción y notas, en Platón, Protágoras, Madrid, Gredos, 1997.
Harry, C. y Polansky, R. (2016), “Plato on Women’s Natural Ability: Revisiting Republic V and Timaeus 41e3-44d2 and 86b1-92c3”, en Apeiron, Vol. 49, núm. 3, Berlín, De Gruyter, pp. 261-280.
Nietzsche, F. (1999), Más allá del bien y del mal. Preludio de una filosofía futura, Madrid, Alianza Editorial.
Shehadeh, L. R. (1998), “Plato’s Paradoxical View of Women”, en Feminist Issues, Vol. 8, núm. 2, Springer, pp. 67-74.
Vallejo Campos, A. (2018), Adonde nos lleve el logos, Madrid, Trotta.
Los errores de Psique: bosquejos de
deconstrucción de la violencia de género en la idealización del amor romántico
Diana Ibarra Soto[1]
¿Cómo empezar a deconstruir una dinámica de sumisión que ha operado durante siglos? ¿Cómo obtener relaciones de horizontalidad entre mujeres y hombres en un mundo que ha sido vertical desde el inicio? ¿Cómo romper la inercia que valida la violencia, la subordinación, el desinterés o la ceguera, todo ello justificándolo con el amor?
La problemática que encierra la estructura patriarcal es múltiple y compleja. Las mujeres hemos servido y vivido bajo esquemas masculinos que nos ha posicionado en lugares de dependencia, una que no se ve, que se reproduce sin darse cuenta; una que se mete en nuestras labores diarias, pero sobre todo en nuestra mente. Desmantelarla será cuestión de décadas, sino es que de siglos, y no hay esfuerzo que sobre en esta causa. En particular me interesa reflexionar sobre las estructuras de dominación en el amor romántico. No es que no crea en el amor, al contrario, sostengo que es el acto más trascendente que una persona puede realizar, pero en muchas ocasiones los sistemas culturales en los que se ha develado provocan que se aleje de su objetivo y en vez de provocar experiencias eudaimónicas a quienes la profesan, su búsqueda o ejercicio acarrea desafortunados incidentes.
Como lo dice Ulrich Beck: “El amor se hace más necesario que nunca antes y al mismo tiempo imposible” (Beck y Beck-Gernsheim, 2001: 16). Seguimos cifrando la vida humana alrededor del amor, o al menos de un ideal de amor, pero la pregunta que subyace es: ¿realmente estamos conscientes de las dinámicas que encierran las relaciones amorosas, y lo que implican? Seguimos reproduciendo según un habitus bourdiano de conminaciones tácitas en los cuerpos que llevan implícitas concepciones de victimismo o sumisión sin que nos demos cuenta y nos alejen del objetivo. Y ¿qué hay de los roles de género y los estereotipos?, pues esta danza atonal es parecida a las zapatillas rojas de Andersen que danzan sin fin.
Es por ello que en un afán de deconstrucción, he buscado rastrear una de las primeras[2] fuentes culturales de concepción del amor romántico; reparé en el conocido mito de Psique y Eros, escrita por el latino Apuleyo[3] en la celebre obra El asno de oro o Las metamorfosis.[4] La influencia de esta historia es enorme, se ha hablado, escrito, esculpido sobre ella a lo largo de los siglos. Personajes como Canova, Freud, Lacan y Keats nos vienen a la mente en referencia a esta obra, así como de una buena cantidad de cuentos infantiles.[5]
Lo que pretendo hacer en este primer intento de análisis es rastrear los elementos que circundan esta historia de amor y esbozar hasta dónde podrían llegar sus alcances en las dinámicas socioculturales del amor romántico. Haciendo un ejercicio anacrónico, aplicaré la perspectiva de género para identificar dinámicas de dominación sexogenéricas contenidas en el mito, cruzándolas con comportamientos contemporáneos, entendiendo y reconociendo que hay una enorme diversidad de circunstancias en la que estos comportamientos están más o menos frecuentes. Como afirma Eva Illouz, el estudio del amor en la época actual debe estar encuadrado dentro de una cultura económica determinada, generalmente cruzada por la organización social del capitalismo avanzado (2009), por lo que estaré hablando de generalidades dentro del contexto urbano de una clase media latinoamericana.
El mito
La historia de Psique y Eros es parte del relato de entretenimiento que la anciana colaboradora de unos criminales le cuenta a una doncella secuestrada para evitarle pensar en su infortunio, quizá también como consuelo premonitorio de un reverso de sus circunstancias actuales (Papaioannou, 1998). Contenida en El asno de oro, cuenta la historia de Psique, una joven mortal que alcanza la divinidad gracias al ejercicio del amor.
Su inigualable belleza provoca los celos de Venus, quien le pide a su hijo Eros que la una en matrimonio a la criatura más horrible que pueda encontrar. Eros se detiene, y Psique hermosa, por largo tiempo se queda sin pareja sólo para ser entregada, en un funesto ritual, a los designios de un oráculo. Sus padres la creen muerta, pero ella ha sido tomada por Eros como esposa. Es tiempo después que sus hermanas envidiosas de su condición de bonanza urden un plan para exponerla, pues Psique desconoce el rostro e identidad de su marido. Las hermanas siembran la duda y provocan que Psique rompa el pacto de secrecía que la heroína guardaba con su marido. Como castigo, Eros abandona a Psique, la cual tendrá que pasar un buen número de pruebas para recuperar su amor.
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