Jugamos en esa sesión a vencer al monstruo del dibujo y ella lo venció. Pero no todas las sesiones eran así. A veces llegaba enojada, otras triste o simplemente no quería jugar ni decir nada. A pesar de todo, no se rendía.
Iban a tomar su testimonio para iniciar el proceso de demanda, pero Kendra no podía recordar desde cuándo el monstruo abusaba de ella. Su madre pensaba que solo había pasado en dos ocasiones, las únicas en las que había estado totalmente a solas con el abusador, pero todo era confuso.
Un día que tengo muy grabado en mi mente, Kendra llegó a su hora habitual de sesión. Apenas abrí la puerta, corrió gritando desde el pasillo de la sala de espera: “¡Adry, ya lo sé, ya me acordé!”. Y la verdad es que no me esperaba lo que me dijo después: “Ya me acordé desde cuándo el hombre malo me hacía cosas”.
Mi corazón latió fuerte, sentí ese nudo ya habitual en mi garganta cuando estaba con Kendra. Veía su cara de felicidad, sus mejillas rosadas y su sonrisa inocente. “Fue desde que cumplí cinco años, Adry, ya puedo decirlo para que lo metan a la cárcel y no le haga daño a otros niños”, me confesó.
Más tarde, me dijo que quería decirle todo lo que pensaba a esa persona. Le señalé que una forma de expresar lo que sentía era escribir una carta. De inmediato buscó un espacio del consultorio donde acomodarse y empezó a escribir en una hoja en blanco. Pasaron varios minutos hasta que terminó y me dijo que quería leérlmela.
Recuerdo que en ella mencionaba lo mucho que confiaba en ese hombre, que no sabía por qué le había hecho tanto mal, pero que algún día ella iba a estar bien y feliz. Después de finalizar su carta, Kendra me miró diciendo: “Sí pude hacerlo, Adry, le dije todo en la carta”.
Me dieron ganas de llorar, pero pensé que sería muy injusto hacerlo frente a la niña, cuando ella estaba siendo tan fuerte. Era mi labor contenerla y así ayudarla a superar esa amarga experiencia.
Respiré profundo mientras me decía a mí misma: “Esta niña ha podido enfrentar algo tan duro como un abuso sexual y es mi deber proporcionarle toda mi fortaleza para que sane y deje de sufrir”.
Paradójicamente, Kendra me hizo ser más fuerte, por eso siempre la recuerdo como mi pequeña niña poderosa.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.