El Atraco al Alfa
El Atraco al Alfa El Atraco al Alfa El alfa mantiene lo que es suyo... Nadie roba a Luke Torres. Su fortaleza es legendaria y su manada de leones es mortífera, lista para enfrentarse a cualquier amenaza. Cuando Luke conoce a Mel, ella lo deja impresionado con un beso abrasador, pero cuando se vuelven a encontrar, son captor y cautiva en un enfrentamiento mortal de gato contra gato. El ladrón está a la altura... Desde el momento en que Mel acepta el encargo, sabe que podría ser imposible. Pero para la principal ladrona del mundo sobrenatural, hace que lo imposible sea un reto irresistible. Especialmente cuando el pago por este trabajo la acercará a la venganza. Cuando el trabajo se va a la mierda, se encuentra en la boca del lobo y se enfrenta al hombre más seductor que jamás haya conocido. ¿Podrá terminar el trabajo antes de que algo más resulte mal?
Por Kate Rudolph Por Kate Rudolph Para conocer sobre los nuevos lanzamientos de Kate Rudolph, puedes registrarte en: Kate Rudolph’s Reader Club
1. Capítulo Uno 1
2. Capítulo Dos 2
3. Capítulo Tres
4. Capítulo Cuatro
5. Capítulo Cinco
6. Capítulo Seis
7. Capítulo Siete
8. Capítulo Ocho
9. Capítulo Nueve
10. Capítulo Diez
11. Capítulo Once
Acerca de Kate Rudolph
También de Kate Rudolph
El alfa mantiene lo que es suyo...
Nadie roba a Luke Torres. Su fortaleza es legendaria y su manada de leones es mortífera, lista para enfrentarse a cualquier amenaza. Cuando Luke conoce a Mel, ella lo deja impresionado con un beso abrasador, pero cuando se vuelven a encontrar, son captor y cautiva en un enfrentamiento mortal de gato contra gato.
El ladrón está a la altura...
Desde el momento en que Mel acepta el encargo, sabe que podría ser imposible. Pero para la principal ladrona del mundo sobrenatural, hace que lo imposible sea un reto irresistible. Especialmente cuando el pago por este trabajo la acercará a la venganza.
Cuando el trabajo se va a la mierda, se encuentra en la boca del lobo y se enfrenta al hombre más seductor que jamás haya conocido. ¿Podrá terminar el trabajo antes de que algo más resulte mal?
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The Alpha Heist © Kate Rudolph 2015.
Diseño de portada por Kate Rudolph.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta historia puede ser utilizada, reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, sin el permiso por escrito del titular de los derechos de autor, excepto en el caso de breves citas mencionadas en reseñas y artículos.
Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y eventos son producto de la imaginación de la autora o han sido utilizados de manera ficticia y no deben interpretarse como reales. Cualquier parecido con personas, vivas o muertas, situaciones actuales, lugares u organizaciones es meramente una coincidencia.
Publicado por Kate Rudolph.
www.katerudolph.net
Traducción del inglés por Elizabeth Garay
garayliz@gmail.com
Creado con Vellum
1
El trabajo se fue a la mierda instantes después de que Mel tomó la unidad flash de la bóveda. Y bóveda era un término muy sobrevalorado para esa lamentable excusa de caja fuerte. Todo esto debería haber sido mucho más complicado. Por lo que podía decir, la empresa estaba dirigida por un grupo de científicos que no tenían ni idea acerca de seguridad real.
Tanto mejor para ella.
Aún mejor, la ridícula seguridad lo convertía en un trabajo de un solo hombre, o mujer. Más dinero para ella y menos personas propensas a estropear algo. Tal como a ella le gustaba. Mientras corría por el último pasillo del edificio, no se permitió pensar acerca de cómo Krista y Bob podrían haberle puesto las cosas un poco más fáciles. Era perfectamente capaz de trabajar sola, y lo había hecho durante un tiempo.
Los ladridos de los perros precedieron a las pisadas de los guardias de seguridad. Sin problemas, Mel podía dejar atrás a los guardias. Los perros eran otro asunto. Esperaba que no la alcanzaran. Ella tenía colmillos más afilados y garras mucho más desagradables, pero la violencia contra los inocentes nunca había sido una opción. Lo haría si fuera necesario, pero los animales no se lo merecían.
¿Qué diablos había activado esa maldita alarma?
Atravesó de golpe las puertas dobles, apenas sintiendo el impacto antes de correr a toda velocidad por el estacionamiento, con la única luz proveniente de las débiles farolas. Mel se habría estado pateando ella misma si hubiera podido ahorrar energía. Su auto estaba a casi medio kilómetro de distancia. No había motivo alguno por el que debería haber tenido que correr esa distancia. Estaba segura de que ella no había disparado ninguna alarma.
Y, sin embargo, aquí estaba, corriendo como loca para huir de la escena.
Pero, bueno, lo haría. La otra única posibilidad era ser capturada por idiotas humanos y sus mascotas. O, matarlos a todos. Ninguna opción la atraía, así que sería correr endemoniadamente. Dejó atrás el estacionamiento y llegó a la hierba del pequeño bosque que bordeaba la oficina. Este campo se integraba a la perfección con la naturaleza para proporcionar un hábitat más saludable a los empleados. Mel aún no había visto que un edificio corporativo lograra integrarse con éxito con la naturaleza, y esta instalación de investigación no era diferente.
Los grillos chirriaron y las criaturas nocturnas se ocultaron cuando pasó junto a ellos. Igual lo habrían hecho si ella fuera una persona normal, pero su olor se sumaba a su confusión, lo que debió haberlos asustado aún más. La media luna estaba en lo alto, brindándole una moteada luz, más que suficiente para atravesar el bosque.
Aunque ella podía ver con claridad, los guardias de seguridad no. Seguía escuchándolos, pero había desacelerado su carrera. Así también los perros. Muy bien.
Después de correr unos pocos metros más, el silencio la envolvió. El bosque tenía el mismo aspecto, pero todo el sonido se desvaneció. Mel miró detrás de ella y vio el más tenue resplandor del aire. Levantó la mano lentamente y empujó hacia adelante. El aire se resistió.
Una protección.
Podría haber empujado más; esto no estaba destinado a mantenerla prisionera. Pero su curiosidad la superó. «Muéstrate, bruja». Dejó que la amenaza se mostrara en su voz. No era un gruñido.
Una mujer salió de entre las sombras. «¿Realmente así te vas a dirigir a mí, Mellie?». Parecía tener unos cuarenta años, aunque Mel nunca se había enterado de su edad exacta. Cualquiera con magia podía lanzar un hechizo y parecer tan viejo como quisiera. Las apariencias no significaban nada cuando una persona podía tener treinta o trescientos años. La mujer vestía pantalones negros y una blusa gris oscuro, mucho mejor para adaptarse tan tarde en la noche. Su única joya era un par de sencillos aretes de diamantes casi oscurecidos por el cabello castaño que le caía por los hombros.
Algunas cosas encajaban mejor ahora. «Hola, Tina. ¿Tú activaste la alarma?». Estaba sorprendida de su propio desprecio, hacía mucho que estaba acostumbrada a las payasadas de Tina.
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