Me levanté del banquito con calma para no caerme (viste que a veces me mareo y todo me da vueltas), le hice una reverencia leve y simpática con mi gorra de paño gastado, y le di todas las indicaciones pertinentes para que llegase a destino, sin ningún problema.
– Pero ¿vivió usted allí?, ¿cómo conoce tanto aquella zona?
¡Qué casualidad!, preguntarle justo a usted –me dijo incrédula la señora, creyendo que hablábamos del lugar a donde ella quería ir en realidad–.
–¡Y sí!, viví algún tiempo allí, aunque después me echaron mija, pero no olvidé nunca el camino, ¿como los perros vió, que siempre saben cómo volver? –le aclaré. Cuando yo era joven rondaba por esos lados para ligar con mi novia. Parecía un auténtico boludo...
¡Estaba tan enamorado! Fíjese usted que cuando veía aparecer las primeras plataneras, ¡me moría de nervios! Y me repetía: “ya falta poco para ll e ga r , dale brillo a los zapato s y métet e la camisa den tro, ¡ponte presentable, muchacho!” Mirá vos, lo que son las cosas
¿eh?, una elegante señora para frente a mi casa, me pregunta por una calle y...me devuelve un pedazo de vida.
–¿Y si dejo el auto acá y me voy en colectivo, no será mejor?
¿Plataneras dijo?
–Eh sí, estee... en colectivo ehhh...
–¿Plataneras de bananas? C r eo que m e voy a pe r de r , mejo r me tomo un remise...
–Sí, de bananas, o de plátanos, allá se dice plátano…, en colec tivo, o en guagua, ya que estamos le doy unas clasecitas de canario auténtico ¿eh?, como yo...
–Ah pero ¿usted no es de acá?, perdóneme, mejor le pregunto a otra persona...
–¡Ay mi niña!, no se preocupe, conozco bien Buenos Aires, llevo mi l años aquí..., tiene usted un buen t r echo, pe r o no s e va a pe r de r , mire que es fácil, y el 252 la deja cerca. Camine hasta... No, mejor se toma acá a dos cuadras el 327... ¡Si habré soñado con cuando viajaba en la guagua para noviar con mi mujer!
–¡Ah, se casó con ella al final!
– Sí querida si, me casé... (Le aclaré de nuevo ¿viste? ) Pero hace muchos años que nos separamos, aunque nos carteamos todo el tiempo. Ella es m i am o r . L a que iba a buscar todos los domingos, con mi camisa adentro... a la que le llevé flores, bombones...
–Ah, qué lindo, ¿entonces el 327 acá a dos cuadras? ¿Y me bajo en...?
–... ¡E n Santa Cruz!, ¿dónde te vas a baja r , m i niña?, en la Plaza de España y después coge usted alguna guagua que vaya para el Su r ... una vez le r egalé un lib r o de poemas...
–...Bueno no se preocupe, ¿Santa Cruz?, ¿en la Patagonia? Espere, creo que usted no me entendió bien, yo quiero ir al sur de la provincia de Buenos...
–Por eso, para ir al Sur de la isla usted coge una guagua, que ahora deben ser más modernas que antes, no sé donde leí que eran a gas, ¿a gas?, y que tienen aire acondicionado..., se baja primero en la Plaza de España de Santa Cruz y ahí mismito pregunta por la parada para Adeje, Los Cristianos, Playa de La Américas, Los Gi gantes, Puerto Santiago... ¿a dónde quiere ir usted concretamente?
–Esteeee , deje, deje, no importa, ¿una qué cojo? ¿Una guagua?, ¿una guagua no es un bebé?, ¡ah, no!, eso es en Chile, bueno, no importa, en serio, ya me arreglo, ¡gracias igual, ha sido usted muy amable!... es que estoy muy apurada.
–¡Qué cosa estos porteños...siempre apurados!... ¡qué lindos los años que viví soñando!, y...fueron como cincuenta. No, ¡más! ¿Qué estoy diciendo? Fue casi toda la vida porque a ve r, ¡mmm! espere
Читать дальше