Una vez superados los nervios iniciales, resulta fácil hablar con Eilene. Incluso le cuento que en cuarto de primaria me presenté para interpretar a Blancanieves y que, en su lugar, me dieron el papel de un pájaro, con una sola frase: «Pío, pío». Pero no importó, el mero hecho de subir todos juntos al escenario para que la magia sucediera bastó para contagiarme del gusanillo de la interpretación. Cada vez que hago una pausa, consciente de que estoy hablando demasiado, me aborda con otra hábil pregunta.
Cuando Eilene se interesa por los papeles que me gustaría interpretar, respondo:
—De todo tipo. Quiero ser como Awkwafina, que fue una estafadora en una película de atracos femenina, la mejor amiga extravagante en una comedia romántica y una chica que descubre su identidad chinoestadounidense en una galardonada comedia dramática familiar. Sobre todo, esta última. The Farewell es una de mis películas favoritas.
Fui a verla sola y no estaba preparada para la forma en que esa película me rompió el corazón para volver a recomponerlo. Ni siquiera llevé pañuelos, lo cual fue un error por mi parte porque el tráiler ya me había hecho llorar. Por fortuna, dos simpáticas señoras mayores blancas de la fila de delante me dieron varios pañuelos antes de que empapara demasiado mis mangas.
Eilene sonríe.
—The Farewell también es una de mis favoritas. Esa película es una de las razones por las que creo que puedo ser directora y hacer las películas que yo quiera.
Awkwafina es buena en todo lo que hace, pero en The Farewell, como Billi, una joven estadounidense de origen chino que regresa a China con su familia para visitar a su abuela moribunda, está francamente brillante. Estoy segura de que una de las principales razones por las que la interpretación de Awkwafina fue tan buena fue por Lulu Wang, la cineasta chinoamericana que escribió, dirigió y luchó contra un Hollywood blanco para defender su visión de la película. Eilene dice que ese es el tipo de película que quiere hacer, y yo quiero participar en ella.
Entonces, formula la única pregunta que me hace titubear:
—¿De dónde es tu familia? ¿De la China continental? ¿De Taiwán o de algún otro lugar?
Trago el agua mineral demasiado rápido y empiezo a toser. Ella espera con paciencia mientras me seco los labios con la servilleta de tela.
—De la China continental.
La tensión me recorre la columna vertebral mientras espero a que Eilene pregunte de qué provincias y ciudades.
Me lanza una mirada penetrante y cambia de tema:
—¿Sabes por qué te han elegido para interpretar a Sonia?
Niego con la cabeza. Eso es justo lo que me he estado preguntando yo desde que me llamó mi agente, hace casi dos semanas.
—Pensé que se lo darían a Vivienne.
Es evidente que Jake Tyler quería que Vivienne interpretara a Sonia, y no creo que ella lo rechazara.
En la boca de Eilene se dibuja una sonrisa burlona.
—Las salas de espera de los castings tienen fama de tener las paredes finas.
—Si Jake quería a Vivienne, ¿por qué me he llevado yo el papel de Sonia?
—Para responder a esa pregunta, primero tengo que explicarte por qué me incluyeron en este proyecto. Los productores previeron una reacción negativa cuando contrataron a un guionista y a un director blancos para una nueva versión de M. Butterfly o, mejor dicho, se les indicó que previeran una reacción negativa por parte del público. —Esta vez, los extremos de su sonrisa resultan afilados—. Me trajeron para que tuviera… —Hace una pausa, como si estuviera buscando una frase políticamente correcta para describirlo.
—Una participación simbólica —termino la frase por ella—. Te trajeron para darle autenticidad a la película.
Hago un gesto en el aire con los dedos que imita unas comillas cuando digo la palabra «autenticidad».
Arquea las cejas.
—Ah, lo entiendes. Quizá también comprendas que quería una actriz estadounidense de origen chino para el papel.
Recuerdo que Jake le preguntó a Eilene: «¿Qué importa eso?» después de la audición de Vivienne, y ella respondió: «¿No estoy aquí por eso? ¿Para decirte lo que importa?». Todo encaja. Vivienne es estadounidense de origen vietnamita, y lo más probable es que Eilene le dijera a Jake que es importante que una actriz estadounidense de origen chino interprete a un personaje de los mismos orígenes. Y, por supuesto, Jake no entendió el porqué. Tal vez pensara que todos los asiáticos somos iguales.
—¿Fui la única actriz chinoestadounidense que consiguió una segunda prueba?
—No, de hecho —contesta Eilene—, de las otras dos actrices que se presentaban para el papel, una era vietnamita y la otra era china, como tú. Pero tú eras a quien yo quería. —Se inclina hacia delante y me mira fijamente—. Entiendes el personaje de Sonia.
Me remuevo incómoda en el lujoso sofá de cuero. De ninguna manera puedo confesar lo que de verdad pienso del personaje de Sonia.
—Ah, claro.
—Y, al entender a Sonia —continúa, sin apartar los ojos de los míos—, comprendes por qué necesita cambiar.
El camarero llega con una incesante procesión de platos pequeños. La comida que tenemos ante nosotras es magnífica, pero no puedo concentrarme en la impresionante variedad gastronómica porque todavía estoy asimilando lo que acaba de decir Eilene.
Cuando el camarero se marcha, le pregunto:
—Así que… ¿qué esperas que haga exactamente?
En lugar de responder, Eilene utiliza sus palillos chinos para deslizar en mi plato un trozo de pescado rojo brillante adornado de forma muy bonita.
—Las actrices asiáticas no lo tenemos fácil, a veces tenemos que comprometernos a ciertas cosas para conseguir papeles. —Hace una mueca amarga—. Quizá pensar que te estás vendiendo te haga sentir mejor.
Se sirve a sí misma.
—Y, aun así, una vez una actriz de Hollywood, de cualquier origen, no solo asiático, alcanza cierta edad, los papeles escasean.
—Todavía debe de haber roles para alguien como tú, alguien con tu talento. —Hago una mueca de asombro, porque eso es muy ingenuo y, en realidad, sé que no es así.
Eilene rechaza mi comentario con un gesto de la mano:
—De todos modos, ya era hora de pasar página. —Me hace una seña para que coma—. Siempre he querido dirigir, pero el problema es que nadie quería arriesgarse conmigo. Entonces llegó esta película, y necesitaban a un codirector chino para… lograr autenticidad…, como has dicho con tanta exactitud. —Deja los palillos sin probar bocado—. El problema es que Butterfly es una completa estupidez.
El sashimi es suave como la mantequilla y lo agradezco, , de lo contrario, me habría atragantado mientras comía al oír las palabras de Eilene.
—¿Estupidez? —repito en voz baja.
—Vamos, no finjas que no lo es —añade con una sonrisa—. Aunque entiendo por qué vacilas a la hora de decir lo que piensas. Yo también fui una actriz joven como tú. En esta industria no es fácil mantenerse fiel a una misma, en especial si eres una mujer asiática, pero es lo que hay que hacer para llegar a ser una gran actriz, de verdad.
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