Sergio Sinay
Introducción
Si quieres conocer el pasado mira el presente que es su resultado.
Si quieres conocer el futuro mira el presente, que es su causa.
Proverbio japonés
Como dijo Sergio Sinay en una de sus iluminadas reflexiones, pensar el presente “no es recomendable para espíritus atrapados por el delivery existencial, por el llame ya”. No es apto para los adeptos al ahora o nunca. Hay que salir de la jaula de Cronos y explorar la inmensidad de Kairós.
Cronos es cuantitativo y Kairós, cualitativo, representa ese momento adecuado u oportuno llamado “tiempo de Dios”. Pero el diario trajín nos aparta de ese tempo divino y nos asocia al tirano Cronos.
La vida es cronológica: nacimiento, desarrollo, muerte. Pero a veces la cronología (del griego χρονο chronos, ‘tiempo’ y λογα logos, ‘estudio’) es una línea que merece ser interrumpida para empezar a medir el tiempo desde otra perspectiva.
El “Papa bueno”, Juan XXIII -el Papa N.° 261 de la Iglesia Católica entre 1958 y 1963-, nos brindó su “Decálogo de la serenidad” elogiando el “hoy”.
Recordémoslo:
1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente, aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
¡Qué sencillo y qué difícil! De este decálogo surge de inmediato otra inquietud: ¿Y mañana? Mañana Dios dirá… y por eso mismo: ¿Por qué no volver a empezar? Romper la cronología, nacer cada día, decidir recomenzar a contar desde cero.
¿Cuándo? Cuando el cómputo de los días, meses y años nos traza un recorrido que reclama detenerse, observar y cambiar el horizonte. Les propongo que esa línea divisora sea el concepto de “hoy”.
Etimológicamente, la voz latina hodie y como contracción de la expresión hoc die (“en este día”) se vincula a la noción de día, luz. De esa misma raíz derivan: dios, divino, adiós, divo, Diana, Júpiter, jovial, cotidiano, jornal, jornada, mediodía, meridiano. En todos los casos expresa luz, brillo.
¡Que tu Hoy sea luminoso, divino!
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