Gramática de la postadolescencia
Nos rompíamos las manos para contar lo que nos quemaba. Nos dejábamos llevar por nuestros primeros sentimientos, reales, vívidos, duros, pese a no ser nada desde la perspectiva de los adultos. Dibujábamos versos y apuntalábamos cuentos malos. Y nos leían los íntimos cercanos, los amantes interesados. Ya no solo era sentir la carne. Nos hacíamos místicos para buscar iguales, pero ahí quedaba. En papeles guardados. Todo esto, antes.
Pero cuando la cosa toma forma, mensaje, contenido, hondura y llega —y tanto que llega. O da el salto. Sácalo, que lo lean, que te lean. No, no eres tú, no es tu intimidad, es la que todos tenemos y hemos tenido. Me gusta que no resbale; que se pegue, que repiquetee en la cabeza lo que escribe, que lo quieras repetir como un estribillo, como una buena canción de rap. La prosa o lo que escriba Lluch —porque seré profesor de Lengua, pero esto no ha entrado en las aulas, y se entiende mejor que un poema vetusto— te coge del cuello y te pide que te sientes, que lo sientas y que no te engañes. Te pide serte tú, que te quieras con lo que eres, con lo que sientes, que no te avergüences de ti, ni de lo que has sido, ni de lo que has sentido… ni por tantas de esas cosas que son primicia en la adolescencia, pero argumentos de autoridad en la vida de después.
De todo lo escrito en este libro, me quedo con lo que no ha sacado. Aquí, esto es la punta del iceberg, la miel en los labios, el beso fugaz, la rabia condensada, el fotograma perfecto, el eslogan pegadizo, la canción que no te quitas de la cabeza. Pero si te paras a leerlo con atención, descubrirás lo no escrito: el hueco de la rabia, el flashback punzante, la historia que nunca te contaría ni aunque fueras su mejor amigo.
Uno de los ejercicios que se pueden hacer con este libro es abrir aleatoriamente diferentes páginas y jugar a ver qué bofetada te duele menos o con cuál te identificas mejor. De hecho, a la manera del típico prólogo pedante, había estado seleccionando frases y las había escrito aquí, en cursiva, para reflejar lo que te quiero contar sobre Aunque hoy sea lunes, para hacer breves comentarios, pero me era imposible elaborar un top 10 de fragmentos que te descolocan.
Y es que el libro, en definitiva, es eso. Te conmueve dentro, te trastoca, te hiere. Y te hace dudar de si lo que has leído es el plagio de tus sentimientos o tus sentimientos son los que acaban de leer lo que nunca habían sido capaces de entender. No te engañes; esta es la materia de la que nos hacemos.
Vicent Valls
0
Introducción
Escribo para hacer real y tangible lo que vaga en mi mente. Escribo para ser y existir en el mundo como algo más que un individuo que anda. Escribo cuando las paredes de mi cuerpo me aprietan de fuera hacia dentro y me exprimen y me ahogan. Y cuando al contrario sucede y mi estómago y mis venas presionan mi piel y la rompen. Entonces escribo y respiro, dejo entrar el aire y salir las letras por las puntas de mis dedos. Escribo cuando lloro porque sí y cuando río porque también. Cuando no sé muy bien cómo mis manos explican lo que mis neuronas no entienden. Escribo porque es la forma que tengo de encontrarle belleza a lo que ocurre en este paseo que es la vida y porque, al final, cuanto más te recreas en lo bello de un instante, más hermoso este se vuelve.
Porque si escribo no pasa de largo.
Se queda.
1
Aunque hoy sea lunes
Los domingos son más grises desde que no estás. También desde que llega noviembre e inunda mi habitación de un frío que quema. Estaba bien darse calor. Es más triste mirar por la ventana y leer y ver una serie, mientras espero que pase el tiempo, porque «el tiempo lo cura todo». Creo que ya ni me molesto en levantarme, me ahogo en mil fracasos. Todo cuando recuerdo tu pelo y tu boca, y cuando noto tu mano en mis caderas. Sobre todo cuando vuelvo a tu manera de mirarme, con ese verde penetrante a un jodido centímetro de mis ojos rasgados, nariz con nariz, y con mi mano cogida y apretada por tus dedos. Entonces mi cama te echa de menos.
Ahora llueve y me mojo y me siento viva. Notar las gotas frías sobre las mejillas y saber que esta vez no es lágrima. Sentir el pelo mojado pegado en el cuello que besabas tan apasionadamente y obligarme a apartar ese recuerdo de mi cabeza en ese mismo instante.
Y correr.
Correr pisando charcos a otros lugares para esquivar nuestras calles, hasta que un día llego y me planto en nuestra tienda favorita y me empeño en verla de otra forma y en no pensarte en cada cosa que me gusta y que sé que a ti también.
Es como tirar alcohol a la herida; sabes que duele, escuece, pero se curará. Así que me dejo levantar por otros mientras me doy cuenta de lo débil que soy por no poder hacerlo sola, pero sonrío y me entrego porque amigos hay pocos y no están para mis malas caras. Entonces cuelgo de hilos finos durante horas hasta que consigo hacerme invisible y apartarme a un rincón y volver a pensar. Masoca de mí. Luego llegan ellos y se meten en mi cama y en mi pecho y me dejo hacer; mientras, nado entre recuerdos. Lo confieso.
Y bailo. Imagino que cada gota de sudor es esencia tuya que elimino por mis poros. Sigo bailando y me doy cuenta de que nada me hizo sentir tanto como tú y la música. Tú ya no estás, pero la música sigue. Sigue hasta en los domingos fríos y grises de noviembre. Suena a pesar de todo. Todos los días; y me hace un poco más libre. Suena y la escucho y la siento. Sigo expulsando tu tacto. Suena hasta que esté seca..., seca de ti. Y después, también.
2
Pronóstico,
o conocimiento anticipado de lo que sucederá en un futuro a través de ciertos indicios
Hoy es el día 27 sin ti.
Me pregunto qué estarás haciendo ahora. A cuánta gente habrás conocido o si ya tendrás amigos. No sé si por fin habrás leído a Cortázar y si te habrá gustado tanto como a mí el capítulo 7.
Supongo que sigues madrugando porque sí y que acabas de tomarte el segundo café del día. Te imagino mirando por la ventana, respirando el aire nuevo y ensanchando los pulmones, y la sonrisa.
Yo, por mi parte, he visto llover ya más de siete veces y al sol morirse de vergüenza en este cielo siempre gris. Confieso que a veces te busco sin éxito cuando doblo las esquinas de las calles y también de mi cuerpo. Pero no creas que lo digo con pena, ni rabia ni anhelo: bienvenidas las nubes que me arropan y bienvenida mi yo sin ti en cada rincón de los bares, los mares, mi pelo y mi pecho.
Hoy es el día 27 sin ti y es mucho mejor que los veintiséis anteriores. Ahora por fin en mi pequeño apartamento tengo el espacio justo para que no me sobre espacio. Es el día 27 y ya no hay huecos, ni ausencia.
Me seguiré preguntando si todavía me piensas el día 28 y el 29 y el 30. Pero espero que no lo hagas llegados el 110, igual que espero que tú no los cuentes. Que para ti el tiempo pase, sin más. Sin sobresaltos.
Disfruta. Yo ya casi te olvido.
3
Manual de instrucciones
Deja de utilizar tu cuerpo
para intentar agradar al resto.
Para intentar lograr y satisfacer.
Para que parezca el de alguien
que no eres tú,
o acabarás sin serlo.
Mira tus piernas y quiérelas
porque son las que te llevan lejos
y te traen de vuelta a casa.
Nota tu pecho y siente todo
lo que lleva dentro.
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