Leal pareja
Mundo aquí
La última cena
Los fariseos, siempre los fariseos
Como en el Paraíso
Destino
Sonrisa
Insomnio
Ninguna bomba habla mi idioma
Cuatro paredes
Lo vivo
Historia
Unamuno
Vencejos
Llorar la vida
Y los últimos, primeros
El que no calla
Por Machado
Rumor
Sin límites
Para después
Tal vez esto también se llame Amor: ordenar palabras, darles un intenso voltaje para sostener la vida en voz alta o en la médula memoriosa del poema. Tal vez esto de tener el ojo abierto —ante la inmensa ceguera de los días— ayude a presentir presencias y ocupaciones de otra realidad poco examinada, más aún en estos tiempos, cuando avergüenza hablar de lo que atañe al espíritu. Tal vez lo único que se redacte sea el estupor del hombre o su vacío, pero siempre hay más que el metódico trabalenguas dictado por la muerte. Tal vez el Amor independice al hombre de arreos truculentos, nutriéndolo con otra ley fundamental que lo torna depositario del diario milagro de existir .
En un poema caben varias existencias, asiladas —con su porción de oxígeno— en cuerpo tan fecundante. No siempre la experiencia del poeta es la que fertiliza lo creado; no siempre lo escrito por el poeta es la voz de sus gozos y heridas. A veces se pergeñan los versos percibiendo al prójimo, para que distantes venas ajenas dejen fluir más savia ante sentimientos parecidos. Aquí —en esta gavilla de poemas escritos entre 2010 y 2021— hay mucho de mí, pero también de tantos congéneres. Ahora se publican un buen número de éstos, pues en 2014 aparecieron —en Ecuador— veinticinco poemitas, editados por Xavier Oquendo Troncoso bajo el sello El ángel editor. Luego, otros pocos se publicaron en antologías y plaquetas varias. Los restantes permanecían inéditos hasta ahora. Entiéndase esta edición como una aproximación del libro definitivo que alguna vez daré a imprenta: aquí tienen un centenar de textos de los más de doscientos que he ido cosechando en esta década pasada. Quise que aparecieran en la editorial que dirige Jeannette L. Clariond, no sólo porque expresó el deseo de acogerme entre sus autores selectos; también porque Vaso Roto está aquende y allende el castellano, como mi propio ser .
Decir, finalmente, que el poeta es un ser soledoso, un firme aprendiz de soledades, además de gestor de esperanzas izadas desde insondables abismos. El poeta está siempre abocado al destierro, aun cuando viva en su patria o que alguna otra tierra lo reclame como propio. Y es que el poeta, por lo general, resulta arisco y forastero, anotador de prodigios cotidianos y de avatares futuros: lo salva la sapiencia de la resurrección a través del Verbo, o el otear aquella Luz que quiebra las más hondas tinieblas .
El sol de los ciegos: he ahí la Poesía, brújula que orienta a ciegos perdidos y a quienes cuyos ojos todavía resbalan, sin ver lo que está por llegar .
Junio y en Tejares (2021) A. P. A.
a Jacqueline: ella es un ángel y siempre está conmigo .
Ese sol es el Misterio sobre el que fijan la mirada aquéllos que renovaron ya su corazón . A. P. A.
Vi cosas
que no se ven
y me revestí
de lo justo,
amando en carne
y en espíritu,
cual señales
de lo que aconteció
en mí.
Y más que
repetir palabras,
las lijé,
como un humilde
carpintero
en su taller.
Digamos
que habitamos una tierra ardiente
llamada Poesía,
que también es Voz
y es fruta viva
y es tallo
que a diario la gente descubre
creciendo ante sus ojos
o sonando cual amoroso violín
cuyas notas ruedan
por el mundo,
ya hechas Palabras
para ser sol en nuestras vidas.
Digamos
que en el principio era la Poesía
y que ésta nos nutre
y nos alcanza,
así pasen dos lustros
o dos Milenios.
(a Hugo Muleiro)
Lo más oscuro
es el ojo blanco
del ciego
y la miseria
que se abre paso
entre la gente
que a diario pisa
las calles
tronándoles el vientre.
Oscuro el corazón
si se muestra
cual granito
o el festejo
si el pan no abastece
muchas mesas.
Y oscuro
jugar a la vida
descolgados
de la rama
del Amor.
La orquídea
que te ofrezco hoy,
brotó el año pasado,
princesa.
Es flor cuidada
en el invernadero
de mi corazón.
Acéptala.
No importa que otros
la estimen cosa
de instantes.
También
la aurora lo es,
pero renace siempre,
como el amor
que te entregué
el siglo pasado,
princesa.
(Fama Volat)
En su búsqueda
los hay astutos
y también ingenuos,
tan semejantes
en sus afanes
por el asedio de fans,
de flashes y elogios,
de pasarelas en la corte…
A tiempo supe
descreer de toda ganga.
Ah, pero si volvieran
Píndaro y Virgilio,
y anotaran mi nombre
entre sus versos…
Quise ser
guardador de ejemplos
y,
aquí estoy,
a la intemperie,
pues así filtro
lo sagrado
al andar por sombras
de tanto misterio.
Otra cosa
es arder tramo a tramo,
ir entre los hombres
sin cal
y sin azufre.
Es difícil, pero
todo sucede.
Ningún
susurro de mujer
acompañó la deseante soledad
de mis días iniciales.
Ninguna costilla salía
de mi barro.
Entonces cayó una hoja
de exquisita fragancia
y en mi pecho
se hizo carne amantísima,
vibrante llama,
vena de transfusión para
siempre.
Luego empezó
la fecundación del hijo.
Te ensalivo,
mujer,
te amaso a mí.
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