La justificación del libro aún no la he explicado. Ya he dicho que soy médico y, como tal, poco avezado –por formación– en la lectura de trabajos básicos. Por suerte para mí, ya hace algunos años, un buen amigo me aconsejó dejar un tiempo el hospital en el que trabajaba e irme a otro país como aprendiz de laboratorio. Me vi muy perdido y merecí, más de una vez, unas buenas orejas de burro; pero la misma ignorancia me estimuló y, con algún que otro traspiés, volví a la bioquímica y a la biología celular. No soy ningún experto, ni de lejos, pero desde entonces puedo hablar el mismo lenguaje que los científicos que trabajan en campos básicos, lo que ya es mucho: nos permite entendernos.
Hay una frontera entre la medicina y las ciencias básicas y me planteé descubrirla. Otros médicos de mi generación pensaron lo mismo. Los límites resultan atractivos, misteriosos. Pensé en montar un laboratorio de diabetes experimental. Haríamos investigación de traspaso, de campo intermedio.
La aventura ha resultado positiva. Y me permite vivir el debate sobre las células madre más de cerca que si hubiera permanecido cómodamente sólo en el ámbito clínico. Y de paso, también me he implicado en la investigación: hemos trabajado en la neoformación de tejido pancreático a partir de poblaciones de células con capacidades similares a las de las denominadas células madre, es decir, con una tasa aumentada de multiplicación o replicación y con capacidad de convertirse, mediante determinados estímulos, en células productoras de insulina.
Quisiera que esta experiencia me resultara útil para hablar del tema. La medicina y la ciencia sólo se aprenden haciendo un esfuerzo para contestar a aquellas preguntas que el enfermo y los experimentos nos plantean; es en el ejercicio de responderlas cuando avanzamos en nuestro saber. Lo sabemos e intentaremos practicarlo en este ensayo.
Este libro está organizado en cinco capítulos. Al final re-comiendo una pequeña bibliografía que puede ayudar al lector que quiera profundizar en el tema. Estos capítulos no son espacios cerrados, sino que algunos temas tienen un pie en un capítulo y el otro en otro capítulo. No obstante, creo que esta construcción facilitará su lectura. Los dos últimos, Buena y mala prensa de las células madre y Qué atrevidos somos los ignorantes son más circunstanciales, en el sentido de que están escritos como respuesta al ambiente que en la prensa, la radio y la televisión se ha generado sobre el tema y que ha acabado siendo de debate político. Estimo que estos capítulos tenían que incluirse, aunque reproducen otras polémicas públicas que ha habido a lo largo de la historia en relación con muchas conquistas científicas. En este caso, no por sabido deja de tener interés. Cada país, y en relación con su tejido social, vive estos revuelos de muy diversa manera. Quien más quien menos, unos y otros mencionan la religión y la ética para fortalecer sus argumentos. No me atreveré a entrar en estos temas, de los que soy un perfecto ignorante. Si en algún momento no puedo evitarlos, los trataré desde una perspectiva humanística, que es la que por mi talante me resulta más cercana.
Este libro no quiere dar respuestas, no es mi pretensión. Lo escribo como si conversara con los amigos sobre el tema. Hablo y, al mismo tiempo, escucho. Me interesa más la reflexión y el debate que la tesis. Alguien puede reprocharme que arriesgo poco. Es posible que tenga algo de razón, no se lo discutiré. Sin embargo, de lo que no tengo ninguna duda es de que al tra-tar un tema como éste, uno corre el riesgo de que se cumpla el viejo dicho: «fue a por lana y salió trasquilado».
Canejan, Baish Aran, 2005
DEDICATÓRIA
Dedico este libro a las personas con diabetes. Todo libro es fruto de una obsesión, y éste también lo es. He procurado ser honesto en la medida de mis conocimientos. En algunos momentos, algún párrafo les puede desanimar o les puede dar una impresión menos optimista que la que debían de imaginar. Creo que si lo releen con atención verán que todo el libro emana el optimismo de aquellos que creen que las nieblas sólo pueden disiparse con el conocimiento. Dudo que pudiera escribirlo de otra manera.
Siento un gran respeto por los científicos. Envidio a aquellos que alcanzan grandes conocimientos, no por los honores que les puedan otorgar, sino por el placer de poseer dichos conocimientos. El mismo respeto pediría a todos mis amigos diabéticos. Hay hombres y mujeres buenos que sufren la enfermedad de los otros y que tienen la obsesión de encontrar el porqué. Al dar con él, descubren que el placer de haber encontrado ese poco de verdad les compensará de todos los esfuerzos.
Y gracias por su lectura.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.