De la misma manera, empezamos a reconocer los dones únicos en cada uno de nuestros tres hijos. Linda, nuestra hija, es un ejemplo típico de una persona con el don de compasión. David es una mezcla interesante de los dones de sus padres: tiene el don de administración, el de enseñanza y el de exhortación. Dan tiene el don de percepción modificado por el don de compasión. Fue una experiencia divertida ver cómo la personalidad de nuestros hijos se desarrollaba y florecía cuando les permitimos ser lo que Dios quería que fueran. Nos ayudó a comprender mejor cómo disciplinarlos y motivarlos.
También llegamos a ser más sensibles a los dones de nuestros amigos y colegas. Pudimos entender mejor el motivo por el cual algunas de nuestras acciones causaban en los demás cierta reacción negativa en vez de una respuesta positiva, y también por qué algunas veces nos sentíamos intimidados por ciertas personas. Los conflictos personales con los demás disminuyeron, y en muchos casos hasta desaparecieron.
Pronto empezamos a usar los conocimientos que habíamos adquirido en todas nuestras relaciones interpersonales. Entendimos por qué los sermones de nuestro pastor tendían con mucha frecuencia a basarse en un tema determinado. Comprendimos por qué cierta persona a quien se le había dado un puesto de liderazgo en la iglesia, no podía con su cargo. Entendimos por qué nuestro hijo mayor cultivaba un grupo grande de amistades mientras que nuestro hijo mejor era feliz teniendo sólo uno o dos amigos íntimos. Percibimos por qué nuestra hija siempre se hacía amiga y protegía a los rechazados y marginados. ¡Todo empezaba a tener sentido!
INVESTIGACIÓN ADICIONAL
Nuestra perspectiva fue enriquecida aun más cuando recibimos una serie de casetes desarrollados por el Reverendo Don Pickerill, presidente de Life Bible College en California, que hablaba sobre los dones bíblicos. Mientras más examinábamos las Escrituras, más nos emocionábamos. Los personajes bíblicos empezaron a cobrar vida. Empezamos a ver cómo su ministerio, sus motivos y sus métodos encajaban en el propósito y el plan de Dios para su vida.
Al mismo tiempo, el Espíritu Santo empezó a confirmar que este era un tema acerca del cual Él quería que yo enseñara. (Me había dado cuenta de que mi don secundario es el de la enseñanza.) Entonces, tomando lo que otros habían descubierto y agregando lo que nosotros habíamos aprendido de las Escrituras y de la experiencia propia, comenzamos a enseñar sobre los dones en los grupos de mujeres, los estudios bíblicos y en cualquier lugar en que el Señor abriera las puertas de la oportunidad.
Y por supuesto, mientras más enseñábamos sobre este tema, más aprendíamos. La respuesta de los grupos era muy positiva. ¡Más discernimiento! Más indicaciones que estas enseñanzas eran indispensables y que cambiaban la vida de las personas. Yo, por mi parte, recopilaba datos de cada grupo al que enseñaba y desarrollé un método de evaluación (mi don de administración puesto en acción), que permitía que las personas identificaran sus dones.
Varias mujeres de nuestra zona comenzaron a enseñar sobre el tema y decidimos reunirnos cada mes para compartir nuestras ideas y lo que habíamos aprendido. Les comenté a Margaret Ann Hardwick, Judy Walker, Bobbie Elmore y Barbara Walsh que estaba preparando un libro sobre el tema y les pedí a todas ellas que me dieran sus sugerencias. Pasamos juntas momentos muy agradables, mientras investigábamos, revisábamos y agregábamos datos.
Quiero agradecer de manera especial a aquellos que ayudaron posteriormente con la recopilación de la investigación: Collen McGowan, Lydia Mathre y Carol Miller. Quiero agradecer grandemente a Helen Bishop, quien me ayudó al pasar infinidad de horas frente a la computadora. También quiero agradecer a Elizabeth Sherrill por la delicadeza y la meticulosidad de su revisión.
EXPOSICIÓN GENERAL DE LA ENSEÑANZA
Durante los últimos doce años, Don y yo hemos enseñado nuestro seminario sobre los dones motivacionales alrededor del país, desde Washington hasta la Florida, y desde California hasta Nueva York. También lo hemos enseñado en Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Inglaterra, Escocia, Alemania, Panamá, India, Singapur, Hong Kong, Corea, Japón, América Central y las Filipinas.
Hemos tenido el privilegio de trabajar con intérpretes excelentes. En Panamá, cualquiera hubiera pensado que Karen Hines (esposa del evangelista Mike Hines) había enseñado sobre el tema durante años. En Alemania, Waltraud Keil (un maestro en la Escuela de Idiomas Berlitz) adquirió hasta nuestros gestos y nuestro tono de voz. En Japón el joven pastor Kai se relacionó con nosotros de una forma que sólo pudo haber sido obra del Espíritu Santo.
En Corea, Archer Torrey, teólogo y además nieto del escritor teológico R. A. Torrey, nos sirvió de intérprete en Jesus Abbey. Cuando le preguntamos por qué su traducción generalmente era más larga que el original, nos explicó que estaba recibiendo revelaciones tan claras del Espíritu Santo que las estaba agregando a lo que nosotros decíamos.
También nos han sucedido cosas graciosas, como aquella vez que Don dijo: “El que tiene el don de percepción ayunará y orará a menudo.” Nuestro amigo misionero, Ron Sisco, inmediatamente interrumpió para corregir al intérprete cuando este dijo: “El que tiene el don de percepción a menudo orará apresuradamente.” (En inglés, la palabra fast se puede traducir “ayunar” o bien “apresuradamente”.)
Hemos descubierto que estas enseñanzas atraen y se aplican no solamente a las personas de cada país y cada cultura, sino también a las personas de cada tipo de iglesia, denominación y organización. Asimismo, recibimos respuestas entusiastas de jóvenes, grupos universitarios, adultos y ancianos. Todos ellos dicen lo mismo: “¡Este seminario ha cambiado mi vida!”
1
UNA PERSPECTIVA GENERAL DE LOS DONES
1
Si usted tiene una canasta de manzanas, naranjas y bananos, ¿qué tiene en realidad? ¿Una canasta de manzanas? No. ¡Tiene una canasta de frutas! Lo mismo sucede con las tres categorías de dones que se mencionan en el Nuevo Testamento. Los tres grupos están compuestos de dones; sin embargo, al igual que las frutas en la canasta, cada grupo es único y distinto de los demás.
Uno de estos grupos de dones dados por Dios contiene la clave para entender muchas cosas sobre nosotros mismos: por qué pensamos y obramos de cierta forma, qué nos lleva a relacionarnos con otras personas y con las circunstancias que nos rodean de la manera en que lo hacemos, y qué hace que seamos los individuos especiales que somos. Este grupo de dones será el enfoque de este libro. La Biblia habla de estos dones en 1 Pedro:
Cada uno, según el don que ha recibido (un talento espiritual en particular, un legado divino), minístrelo a los demás, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios, [mayordomos fieles de las muy diversas capacidades y dones que Dios ha dado a los creyentes mediante su favor desmerecido.]
I Pedro 4:10, TAB
En este pasaje indudablemente encontramos una clara declaración de que Dios ha dado un don a cada cristiano. Aquí también encontramos un mandato para que utilicemos estos dones para el beneficio de otras personas. Podemos tener la plena seguridad de que Dios no nos mandará a utilizar algo que no poseemos. Sin embargo, ¿cómo obtenemos estos dones?
La palabra griega para “don” en este versículo es carisma, la cual mi diccionario griego define como “algo que Dios da gratuitamente... un presente espiritual... un regalo gratuito.” De modo que esto no es algo que podamos ganarnos; de hecho, la Biblia no dice que tratemos de merecer nuestro don, sino de utilizarlo. Este tipo de don es algo que ya poseemos, algo que Dios nos dio a cada uno de nosotros cuando Él nos creó.
Читать дальше