Índice de contenido
Presentación de Agustín Serrano de Haro
Introducción: Una vida filosófica en el corazón de Europa
Cronología de la vida de Jan Patočka
Obras de Jan Patočka traducidas al español
1. Sobre dos maneras de filosofar
2. Interioridad y espíritu
3. Interioridad inobjetiva y objetivable
4. Mundo y objetividad
5. Interioridad, tiempo, mundo
6. Notas preparatorias a “Mundo y objetividad”
Este libro pertenece a la colección
POST-VISIÓN
Director de Colección
Jorge Luis Roggero
Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Patocka, Jan
Interioridad y mundo : manuscritos fenomenológicos de la Segunda Guerra / Jan Patocka ; contribuciones de Jorge Nicolás Lucero ; prólogo de Agustín Serrano de Haro. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : SB, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
Traducción de: Jorge Nicolás Lucero.
ISBN 978-987-8384-04-7
1. Fenomenología. 2. Ensayo Filosófico. 3. Filosofía Contemporánea. I. Lucero, Jorge Nicolás, colab. II. Serrano de Haro, Agustín, prolog. III. Lucero, Jorge Nicolás, trad. IV. Título.
CDD 142.7
© Sb editorial, 2020
Piedras 113, 4º 8 - C1070AAC - Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel.: (+54) (11) 2153-0851 - www.editorialsb.com • ventas@editorialsb.com.ar
ISBN 978-987-8384-04-7
1ª edición, octubre de 2020
La publicación y traducción de este libro ha contado con el apoyo del Ministerio de Cultura de la República Checa.
Agustín Serrano de Haro
Instituto de Filosofía, CSIC
Es cosa sabida que la vocación filosófica de Jan Patočka no solo se abrió paso por entre dificultades y obstáculos de diverso orden, sino que tuvo además que sobrevivir a la hostilidad política más bien incesante de los sucesivos dominadores de su país, Checoslovaquia. Las reiteradas exclusiones de la docencia universitaria, la limitación y luego prohibición de las publicaciones, la restricción y luego prohibición de los intercambios intelectuales con colegas extranjeros, las represalias sobre seres queridos, nada de todo ello consiguió abortar la búsqueda filosófica de altísima exigencia en que también consistió su vida. Pero este compromiso tenaz con la filosofía, que acabó resultando heroico, se asocia casi automáticamente con los años del totalitarismo estalinista sobre el país satélite (1948, tras la toma del poder por el partido comunista checo-1953) y, sobre todo, más tarde, con las largas décadas del comunismo “normalizado” o postotalitario (1954-1977 fecha de la muerte del filósofo), con solo el breve paréntesis de la efímera “primavera” de 1967-68. Teníamos escasas y dispersas noticias de que también en los años de la Segunda Guerra Mundial el pensador resistió a la terrible ocupación nazi de Checoslovaquia mientras persistía en el empeño solitario por clarificarse su perspectiva filosófica. Obligado a buscar una alternativa profesional a raíz del cierre de las universidades de habla checa, publicando bajo censura oficial textos sobre la idea de razón y de la Ilustración alemana, movilizado más adelante para la realización de trabajos forzados, este cuidadísimo volumen Interioridad y mundo. Manuscritos fenomenológicos de la Segunda Guerra acoge su investigación filosófica más personal de estos años. Y la admiración del lector puede muy bien repartirse entre el indudable interés teórico de estos ensayos fenomenológicos de la primera madurez del filósofo y la novedad de que nuestro mundo hispanoparlante sí llega al encuentro con Jan Patočka, esta vez, con una llamativa puntualidad y señalado esmero.
En la expresión “interioridad y mundo” resuena de entrada, quizá de un modo algo menos convencional, el asunto perpetuo de la filosofía; esa antigua aspiración humana a comprender el lugar del ser humano en el cosmos, para lo cual ella precisa, sin embargo, de evidencias suficientes acerca de cuál sea la verdadera estructura y consistencia del todo mismo de lo que existe. Pero Patočka es el último de los fenomenólogos que se formaron directamente con Husserl, ya en la década de los treinta, y esto quiere decir que él es el único discípulo que tuvo a la meditación radicalizada sobre el mundo de la vida como su vía principal de acceso a la filosofía fenomenológica. En este planteamiento final, el de La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental de 1936, el todo de lo que existe más bien se ha escindido consigo mismo, como si hubiera generado dos formas heterógeneas de totalidad que ningún sentido análogo del ser consigue ya unir, reunir, coser: el universo de la exactitud físico-matemática y el epifenómeno accidental del mundo sensible en que los humanos viven. El joven Patočka, que también en ese año de 1936 firma su tesis de habilitación El mundo natural como problema filosófico, comparte con Husserl que el origen oculto de la inmanejable duplicación de los todos universales se halla en la subjetividad. Ésta vive, percibe, juzga, hace ciencia, y luego ciencia exacta y luego física matemática, para pasar al cabo a interpretar su propia vida entera a través de esos resultados objetivados de la ciencia que la subjetividad moderna ha construido. Pero esta formulación rápida y un tanto cortante omite todavía la clave peculiar que es la pregunta por “el mundo natural”, o, en las palabras del maestro, por el mundo cotidiano de la vida, la que impulsa a la fenomenología patočkiana inicial y a la husseliana final a cuestionar el objetivismo científico sin invocar un subjetivismo racionalista del pensamiento que fuera su contraimagen, el imperio de la otra sustancia. Pues bien, los cinco ensayos de Interioridad y mundo, que formaban un libro en proceso de elaboración, con partes ampliamente redactadas, presentan el camino por el que Patočka siguió tratando de avanzar en la cuestión perpetua de la filosofía a la luz que sobre ella podía arrojar la fenomenología, también la no husserliana. Como indica con exactitud su traductor y editor Jorge Nicolás Lucero, son el puente entre la concepción patockiana de partida del “mundo natural” y la fenomenología asubjetiva de su madurez; una suerte de eslabón que estuvo a punto de perderse, en el sentido más literal, y que hoy aparece como muy revelador de su trayectoria y enigmático en su alcance.
Filosofía de la interioridad y comprensión del mundo, tal como aquí tratan de abrirse paso, no solo remiten una a la otra y se esbozan en cierto paralelismo o correlación, como cabe esperar de un fenomenólogo en ejercicio, sino que ambas promueven una meditación en torno a lo inobjetivo, en el sentido de lo no objetivable, que resulta una contribución verdaderamente original del fenomenólogo Patočka. La interioridad designa, por lo pronto, la vida del viviente humano en primera persona; vida que aquí tiende ya a desprenderse de las adjetivaciones más típica y recurrentemente husserlianas: “de conciencia”, “subjetiva”, “trascendental”, sin sentirse tentada, empero, por la designación como “ser-ahí” o “ahí del ser”. Ciertamente que esta vida nuestra es extraversión por principio, dirección intencional y afectiva hacia lo otro, interés por las cosas que importan en los contextos situacionales del mundo. Mas la inquietud que la recorre y que, en un sesgo heideggeriano fundamental, es inquietud por sí misma es un impulso que hace de la vida individual un arco siempre tensado que ni el arquero mismo, por así decir, alcanza a objetivar. No solo la introspección de las psicologías positivistas, ni siquiera una reflexión depurada que se atenga, como exigía Husserl, al presente vivo y que capte lo que en él se da en adecuación podría aprehender este como motor íntimo (que no es expresión del texto) cuya ejecutoria inmanente coincide con la historia de mi existenica, con el drama de mi vida (que sí es alusión del texto). De hecho, Patočka previene de pensar como un fundamento el acontecer operante que “da forma a nuestro interior inobjetivo”. Y que tampoco termina de coincidir del todo con alguna versión del concepto de espíritu, en el que el pensador checo busca inspiración y orientación a través de una rica exploración histórico-filosófica. Pero la complejidad singular del planteamiento solo se aprecia bien cuando se observa que también por el lado del mundo al que la vida se vierte, por el lado del correlato de la tensión, entra en juego lo inobjetivo, lo originariamente no objetivable.
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