No hace mucho –en octubre de 2002- la televisión programó dos domingos seguidos un interesante reportaje sobre el exilio dirigido por Alfonso Guerra. ¡Ya era hora! Eso es justo lo que eché de menos en su época de gobierno. Sin embargo, en esta serie el silencio sobre el PCE se mantuvo, y con el mutismo, la manipulación de la historia. En la serie aparecían algunos socialistas: debajo se señalaban sus nombres y su militancia, pero cuando lo hacían los comunistas no se referían a eUo. «Republicanos españoles», se indicaba nada más. En el documental se habló, sí, de la resistencia organizada dentro del campo de exterminio de Mauthausen, pero sin decir una palabra del partido que la dirigía. Incluso cuando hablaron de Francisco Boix y del proceso de Nuremberg, presentaron al fotógrafo como republicano español. ¡Claro que era republicano! Pero también era comunista. Manipulación y silencio. Nada de los miles de comunistas que lucharon en la Resistencia francesa de forma organizada, denominados ahora «valientes republicanos españoles». Cuando se habló de las guerrillas en España, se obvió el papel de los comunistas en ellas, sólo se mencionó al Partido cuando, tras la Segunda Guerra Mundial, entraron nuevos destacamentos por los Pirineos con la esperanza de que los aliados apoyaran su acción. Lo presentaron como un fracaso. A lo largo del documental hablaron de muchos hombres y de sus gestas pero, de forma diabólica, silenciaron que eran comunistas y que justamente actuaron así por el hecho de serlo. Nos borraron de la historia, que es en definitiva otra forma de matar.
He redactado estos hechos vividos por mí con la visión acertada o errónea que en cada momento tenía de los mismos, para dar a conocer una parte de esa etapa oculta de nuestra historia. Me han empujado a ello mis hijos y mis amigos. Agradezco su insistencia, creo que sin ella no hubiera terminado. Ha sido un trabajo laborioso y en solitario. Agradezco a mi hija y a mi nuera que suprimieran algunos galicismos del texto y, muy especialmente, las orientaciones y ayuda de mi hija a lo largo de siete años de tarea.
Los camaradas, mujeres u hombres, que cito a lo largo de mis años de militancia, son un ejemplo del trabajo realizado con entusiasmo, ya fuera en las actividades de mi agrupación, en el feminismo, o en los órganos de dirección. Ignoro qué fue de buena parte de ellos. De otros sé que discreparon por una razón u por otra y abandonaron la militancia, no siempre de forma correcta, incluso algunos de manera dañina para la lucha. Si bien no comparto su actuación, ello no anula los momentos de ilusión que pasamos trabajando juntos, y valoro su trabajo positivo cuando dieron fuerza al Partido y lo impulsaron. En mi recuerdo sólo perduran los momentos en los que compartimos las esperanzas en nuestra lucha. Otras personas me perjudicaron personalmente tanto en el feminismo, como en las tareas de la dirección, pero considero que, pese a ello, el conjunto de su trabajo fue necesario para el funcionamiento del Partido. También debo suponer que no siempre mis formas de actuar fueron del agrado de todos. Estas memorias son testimonio de lucha, no ajuste de cuentas.
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Desde que acabé de redactar estas memorias en octubre de 2002, han aparecido una serie de libros sobre la Guerra Civil, las matanzas, las cárceles, la represión y el exilio. Lo celebro. Más recientemente, tras unos días intensos de participación ciudadana, no sólo de las fuerzas progresistas organizadas en partidos o sindicatos, sino colectivos muy variados: pacifistas, ecologistas, feministas, así como un elevado número de jóvenes que han sacudido su pasividad, han logrado democrática y masivamente barrer a un gobierno que les ignoraba. Han sido días de ilusión y alegría. Es de esperar que el PSOE sepa dialogar y colaborar con todos ellos. No militan en sus filas, no están del todo de acuerdo con su política, pero le han votado respondiendo a su llamada al voto útil. Esperemos que, extrayendo las lecciones de nuestra historia reciente, el PSOE no vuelva a practicar el rodillo, ni a ningunear a quienes, sacrificando sus intereses de partido, han votado para hacer posible el cambio.
Octubre de 2004
MESÓN FUEN LA REINA. ALCALÁ DE LA SELVA (TERUEL) AGOSTO 1995
Sentada en un pedrusco me quedo quieta, inmóvil, fascinada ante este mundo multicolor y maravilloso. Agitándose en torno a mí hay decenas de bellas mariposas. Cada una es una obra de arte de la naturaleza y el conjunto constituye un cuadro cambiante, lleno de vida, un verdadero espectáculo. Círculos amarillos, rojos, negros, colores puros, luminosos, vivos y preciosos. Un Miró en miniatura posado sobre el fondo blanco de una margarita o en una amapola vecina otra mariposa más pequeñita, casi toda negra con manchas blancas: ésta es más bien un Tàpies. Ahora pasa delante de mí una con el naranja dominante y tonos verdes formando círculos, un minúsculo Robert Delaunay que se posa suavemente sobre el amarillo de un cardo. ¡Voy a fotografiarla! Ésta no se me escapa. Despacio, intentando no moverme mucho saco la cámara de la bolsa pero, adiós mariposa. En la piedra de al lado, una lagartija inmóvil. Sospecho que sólo dormita en apariencia: está a la espera de que algún insecto incauto se le acerque para zampárselo. Le importa un rábano la sinfonía de colores de estas flores silvestres que bordean el camino con el bullicio de las mariposas, que tanto me encandilan a mí .
No sé cuánto tiempo transcurre, ¡estoy tan a gusto! Ha sido un acierto venir aquí. Descanso total, no mirar el reloj, no tener que hacer nada, ninguna obligación, dormir lo que quiera, leer hasta que me canso, y patearme los contornos con pasión, ¡sí, pasión! Voy todos los días a pie a Alcalá de la Selva, el pueblo más cercano, a por la prensa, son tres kilómetros y medio de ida y otros tantos de vuelta y no me canso nada, seguiría muchos más, es un regalo para los sentidos. Voy bordeando trigales dorados sin cosechar. Se les ve bulbosos con sus granos maduros, listos para ser cortados, triturados y transformados en alimentos. Más allá son campos de avena, con otro matiz de amarillo, o bien cebada. La madre naturaleza ha dado a luz como cada año sus frutos. Todo eso bajo un sol de plomo, brilla y resplandece. A lo lejos tintinean los cencerros de las vacas que están desparramadas por la ladera de un monte, motitas negras y blancas sobre el verde. De vez en cuando, por los caminos se oye el chapoteo del agua, aquí hay manantiales y fuentes naturales por todas partes, el agua surge a borbotones de la tierra, se une, forma un hilo que reluce al sol, corre alegremente, va engrosándose; cuando salta alguna piedra forma una pequeña cascada cantarina que al final desemboca en el río Alcalá. Estamos al pie de la Sierra de Gúdar, y toda esta región es rica en agua. Así está de frondosa y bella .
Estoy en el Mesón Fuen de la Reina, de mi amiga Pilar Calvo, en la Virgen de la Vega, Teruel. Desde mi ventana, en el segundo piso, veo en primer plano los prados de un verde pálido, partidos en dos por una cinta siena, es el camino que lleva al pueblo. Al borde, Luis Miguel Galíndez, su hijo, ha plantado con mucho acierto una hilera de chopos, tiernos todavía, pimpollos con sólo dos o tres ramitas, pero orgullosamente tiesos, moviendo con alegría sus hojas al menor soplo de aire. Los prados están separados por muretes de piedras y arbustos, resultando, desde lo alto, unos dibujos geométricos en el tapiz verde de la hierba que me recuerdan a Kandinsky. Más allá hay choperas de diferentes tamaños formando una gama de verdes de diversos matices según su altura. A la izquierda no son muy frondosas todavía, parecen un ejército de soldados alineados con sus trajes verdes. Al fondo las montañas, masas verde oscuro, por los bellos pinares que las cubren. De vez en cuando emerge entre los pinos algún tejado, motitas rojas que le dan alegría al conjunto .
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