Jack Benton - El Encargado De Los Juegos
Здесь есть возможность читать онлайн «Jack Benton - El Encargado De Los Juegos» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Encargado De Los Juegos
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Encargado De Los Juegos: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Encargado De Los Juegos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Encargado De Los Juegos — читать онлайн ознакомительный отрывок
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Encargado De Los Juegos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
—¿Usted era el oficial a cargo de la investigación? —dijo Slim devolviéndole el documento a través de la mesa y mirando al frente—. ¿Puedo preguntarle si había alguna señal de manipulación?
Ford sacudió la cabeza.
—Ninguna. El accidente de Dennis Sharp tenía todas las trazas de un hombre conduciendo demasiado aprisa en un camino que conocía muy bien, confiándose y cometiendo un error en unas condiciones bastante malas para conducir, un error que le costó la vida.
Slim se inclinó hacia delante.
—¿Y no había ninguna manipulación en el coche?
—Era un coche viejo. Sharp no era rico. Podían haber ido mal media docena de cosas en ese coche. ¿Pero señales evidentes de manipulación? —Ford sacudió la cabeza—. La investigación no encontró ninguna.
—Oí que Sharp había sido absuelto recientemente de un ataque sexual a Ellie Ozgood, la hija de un terrateniente local.
—Absuelto, no. Nunca llegó a juicio. La chica retiró los cargos.
—He oído rumores de que tenían una relación.
—¿Qué tiene eso que ver con una herencia?
—Bueno —dijo Slim—, si hubiera un hijo de su relación, significaría un buen pellizco.
Ford sacudió la cabeza.
—Creo que debería buscar en otro lugar para un pariente más cercano.
Slim asintió mirando el sobre.
—¿Qué más tiene?
—Croad me dijo que sería persistente. ¿Todos los abogados de herencias son como usted?
Slim contuvo una sonrisa.
—Oh, somos como tiburones.
—Creo que su madre es su único pariente vivo. Tratamos de contactar con el padre que parece en el certificado de nacimiento de Dennis, Julian Sharp. Pero descubrimos que había muerto en los noventa. Dennis también tenía un hermano más joven, pero también está muerto.
Slim frunció en entrecejo. La muerte parecía perseguir a Dennis Sharp como una sombra.
—Acabo de conocer a su madre —dijo—. Sin un análisis oficial, creo que no está lo suficientemente bien de la cabeza como para manejar un fideicomiso. ¿No hay otros hermanos? ¿Primos? ¿Tal vez un hermano o hermana nacidos fuera del matrimonio dados en adopción?
Ford frunció el ceño.
—Es raro que lo diga.
Slim encogió los hombros.
—No estoy convencido de que aquí no pueda haber más parientes carnales que su madre.
—Una actitud bastante esnob, ¿no cree? Está suponiendo que la gente del campo no hace más que aparearse.
Slim se inclinó hacia delante, preparando su tono más condescendiente, consciente de que confirmaría su disfraz de abogado de la ciudad.
—¿No es así?
Ford se puso en pie.
—Creo que hemos acabado, Mr. Hardy. Espero que mi información le haya sido útil. —Luego se fue, levantando teatralmente la cara.
13

Capítulo Trece
A pesar de las advertencias de Croad, después de tomar un autobús de vuelta a Scuttleworth, Slim atravesó el pueblo. Subió unos escalones hasta un camino rural, subiendo la colina hasta que consiguió ver el matadero. Lejos de ser el destartalado alojamiento de sufrimiento y muerte animal que siempre había imaginado para esos lugares, era un bloque industrial limpio y compacto rodeado por un estacionamiento asfaltado y una alta alambrada.
Los años de bebedor habían perjudicado a la antigua forma física militar de Slim, pero sus ojos todavía eran lo suficientemente buenos como para apreciar las cajas rectangulares en lo alto de postes que tenían que ser cámaras de un circuito cerrado de televisión. Objetivamente, no los culpaba: la amenaza de intrusos activistas estaba ahora por todas partes, sin que importara lo humano o ético que fuera su proceso de producción. Slim no tenía nada en contra de los derechos de los animales, que incluían comerse un filete y acariciarle la cabeza a una vaca.
Aun así, una gran empresa era una gran empresa. Y la tuya podía estar cortando animales en rebanadas o llevándose porciones de planes de pensiones, pero era raro encontrar una empresa sin algún esqueleto escondido en su armario.
Slim sacó su Nokia y desdobló una hoja de papel guardada en la funda de su teléfono detrás del aparato. Una lista de antiguos contactos del ejército, todos los que habían logrado algo en la vida sin odiarlo. La hermandad del pelotón era más fuerte que la carnal y él había recibido un par de favores a lo largo de los años. A cambio, había hecho todo lo posible por pagar sus deudas: descubriendo a un socio estafador para uno, creando un fondo de jubilación para otro, incluso ayudando a construir una caseta para un tercero.
Llamó a Donald Lane, un viejo amigo del ejército que había fundado una consultoría de inteligencia en Londres después de dejar las fuerzas armadas. Donald se había especializado en trabajos para la policía y el gobierno, pero había ayudado a Slim en otros casos anteriores.
—Don, soy Slim. Han pasado ya unos meses, ¿qué tal te va?
—¿Slim? Qué gusto hablar contigo, tío. Yo sigo igual. ¿Tú también? ¿Te las arreglas?
Slim sonrió.
—En realidad estoy mejor que hace bastante tiempo. Don, necesito una investigación de antecedentes de una empresa.
—¿Eso es todo? Es fácil. ¿Qué buscas?
—Todavía no estoy seguro. Podría no ser algo que no tuviera nada en absoluto que ver con mi investigación, pero también podría ser algo esencial. Nunca se sabe, ¿no?
—¿Así que estás trabajando en algo? Rumores, acusaciones, chismorreos, ¿esas cosas?
—De eso se trata. Harás bingo si me consigues algunas demandas presentadas. Algo que sugiera algún tipo de delito. Estoy buscando cosas que puedan haber afectado a la comunidad que la rodea. Resentimiento, rencores. Ese tipo de cosas.
—Déjamelo a mí. Conozco a un hombre que trabaja para la prensa económica que tiene una oreja en el suelo. ¿Supongo que esto es alto secreto?
—No cuentes más de lo que debas. Me ha contratado un hombre peligroso. El problema que tengo es que no sé cuánto de peligroso.
Don rio.
—¿Cómo te metes en esos berenjenales?
Slim no pudo sino sonreír.
—Tengo que aceptar lo que me ofrecen. Tal vez sea el momento de actualizar mi página web.
—La última vez que la busqué, no tenías ninguna.
—A eso me refiero.
Slim dio los detalles a Don, luego le dio las gracias y colgó. Tomó otra hoja de detrás de su teléfono y la desdobló. En condiciones mucho mejores que la otra, era la lista de tareas que acababa de escribir.
Croad había escrito una lista con casi todas las personas en un radio de unos ocho kilómetros que podrían haberse cruzado en el camino de Dennis Sharp en algún momento. Slim la había reducido a las diez personas que era más probable que supieran algo, pero, en el mejor de los casos, era una lista muy vaga y aun así demasiado amplia. Slim sentía como si se le hubiera pedido hacer una investigación a lo que una fuerza de policía habría asignado un equipo completo. Si quería descubrir la verdadera identidad del misterioso chantajista, tenía que moverse aprisa y le parecía estar luchando contra arenas movedizas.
No ayudaba el que la persona que podría haber sabido algo (Ellie Ozgood) estuviera aparentemente fuera de su alcance.
Slim frunció el ceño. Sentía que alguien se estaba burlando de él, como si estuviera esperando que Jeremy Beadle saliera de detrás de un árbol y gritara «¡sorpresa!» mientras se echaba a reír.
El chantajista amenazaba con hacer público algo de Ozgood. ¿Pero qué?
Difícilmente podía ser el asesinato de Sharp. Si hubiera sido así, hubiera sido más seguro y habría tenido más sentido acudir a la policía, tal vez en otro lugar donde Ozgood no tuviera influencias.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Encargado De Los Juegos»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Encargado De Los Juegos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Encargado De Los Juegos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.